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miércoles, 24 de julio de 2013

ESE QUE NUNCA PARTIÓ - MARIO ROBERTO SANTUCHO

Por Alma Negra (Guillermo Rodríguez Morales)* / Especial para Machete

Me piden que escriba sobre Santucho. SANTUCHO con mayúsculas me digo. ¿Yo escribiendo en el 2013 sobre Mario Roberto Santucho, el tremendo cuadro argentino del PRT y del Ejército Revolucionario del Pueblo –ERP-? Con qué ropa, me digo, si yo era un adolecente cuando él estaba ya caminando con los cañeros, si apenas salía a mis primeras acciones rayando Insurrección o Morir cuando ya estaba estallando el Cordobazo en Argentina y nosotros discutíamos si acción directa de masas o grupos operativos, descubriendo que antes de la insurrección debíamos pensar en una lucha armada de corte irregular y prolongado. ¡Cómo voy a escribir del tremendo Santucho si jamás tomé un mate con él, jamás tuve el honor de escucharle una mínima palabra de esas que después conocí a través de El Combatiente! Pero aquellos revolucionarios chilenos que si le conocieron, esos que firmaron acuerdos, que se hermanaron en la JCR, esos revolucionarios están muertos. Unos, como Santucho, muertos para vivir entre las luchas de las nuevas generaciones, otros, viviendo están muertos por sus volteretas para esas mismas generaciones actuales y para la historia. Entonces, debo escribir esta nota. Ciego en el reino de los tuertos, debo escribirla asumiendo el reto, el mismo reto que esas generaciones maravillosas de los sesenta y setenta asumieron sabiendo todo lo que no tenían pero intentando estar a la altura del desafío histórico. O sea, determinación. Voluntad de luchar, vergüenza de vivir solo en el análisis y la descripción y encarnar aquello que el barbudo alemán señalara: no se trata de interpretar, sino de transformar. Sin mirarse el ombligo. Mirando los desafíos y enfrentándolos. Y hablar de santucho es hablar del PRT y del ERP.

Las sinapsis de mis neuronas pegan una ráfaga de información, sensaciones, emociones y dolor: Cañeros, PRT, Troskos distintos, Córdoba, Luz y Fuerza, acciones urbanas presionando a los patrones, acciones guerrilleras, asalto a cuarteles, una treintena de militantes del ERP durante un mes en una casa- escuela del MIR, largas conversaciones, Santucho mencionado una y otra vez, un compa obrero que trata de salir de la casa a tomarse un copete en un boliche de Irarrázaval, la política militar del ERP, las discusiones de la relación con las masas. Un mando a cargo del grupo que nos señala muy cuidadosamente su crítica: “a ustedes le falta experiencia clandestina y rigor para la lucha armada, pero nosotros no tenemos la fuerza de masas que ustedes construyen”. Luego Trelew, las fotos de los muchachos y muchachas masacradas, marchas en Santiago reclamando la liberación de los fugados. Poco antes del golpe en Chile, la noticia de la creación de la Junta Coordinadora Revolucionaria del Cono Sur, JCR. Y en medio de nuestra larga noche las noticas de compañeros que escapan de la represión en el sur de Chile y se incorporan al ERP, la desaparición de militantes chilenos y miembros de dirección que estaban incorporados a sus filas, como Edgardo Enríquez, entre otros.

No. No quiero escribir algo analítico. Métanse a Google y encontrarán centenares de textos que hablan de quién era Santucho, el negro, el que servía mate en las reuniones, el que pasaba piola viajando en una citroneta y recorriendo las unidades de base. Métanse a las páginas donde escriben los sesudos y analíticos que hablan del papel de santucho uniendo a los revolucionarios argentinos, jugando al truco con los morenistas, articulando fuerzas en Rosario, volcándose a Tucumán. Yo quiero contar que en los sombríos días de cana en Chile leíamos su convocatoria a fundirse en las masas, su apelación a la moral revolucionaria, a seguir el ejemplo del Che. Contar como en el exilio transitorio, mientras nos preparábamos para retornar leíamos en cuartos pasajeros y helados por la nieve sus notas, sus escritos, y hacíamos con mis compañeros un paralelo (guardando todas las distancias históricas y políticas) de la relación de San Martin con los patriotas chilenos y la creación del Ejercito Libertador de los Andes, y el proyecto de la JCR con Santucho y el PRT.
Nos dolió su muerte. Tanto como cuando murió Miguel en combate. Cierto es que los procesos son de masas, son históricos, son sociales. Pero cuanta falta nos ha hecho Santucho, Miguel y toda esa generación de latinoamericanos que sembraron rebeldía y voluntad de luchar. Sobre todo en este presente magro donde las masas comienzan a retomar iniciativa y faltan voces claras, nítidas, confiables como las de Santucho, de Miguel, que encarnen los nuevos proyectos revolucionarios que sin duda germinan entre el hambre, la miseria, la explotación.
Pero, no hay pero. Ellos asumieron los desafíos de su tiempo. Nosotros, por necesidad histórica, debemos retomar el camino que ellos transitaron y llevarlos junto a nosotros en esas batallas que se avecinan para la humanidad cada vez más cerca de la opción socialismo o barbarie.
Vamos a la fábrica, a la villa, a la facultad, a la caleta de pescadores, al campo, acompañados por Santucho, El Che, Miguel y los centenares de caídos. Nos esperan nuevas tareas y nuevas trincheras. De seguro que Santucho nos estará esperando ahí y en esos otros nuevos ojos llenos de rabia, ira y sed de justicia, encontraremos las claves para entender y compartir a Mario Roberto Santucho, ese que nunca partió.

*GUILLERMO RODRIGUEZ MORALES (“El Ronco” o “Alma Negra”)
Ex militante y combatiente del MIR, jefe de la Estructura Miliciana del Mando Central. En dos oportunidades preso político y sometido a Consejos de Guerra. La primera vez sorpresivamente es liberado y enviado al exilio en Canadá (1975), para luego clandestinamente volver a seguir la lucha en los planes miristas de retorno estratégico.
En la segunda oportunidad que cae detenido (1981), sufre intento de envenenamiento por parte de los organismos de seguridad con “Botulina” (mismo tóxico con el cual fue asesinado “Eduardo Frei Montalva”, Demócrata Cristiano, ex presidente de Chile), lo cual le produce un cáncer a la garganta que lo deja con mínima voz (ronco) y casi sin vida, situación agravada por secuelas de torturas, malas alimentación y condiciones carcelarias.
Participa en unas de las Huelgas de Hambre más larga en el periodo de finales de la Dictadura, lo que culminó con un acuerdo por el destierro.
Entre sus características personales se encuentra la de dictar charlas y escribir, teniendo a su haber cuatro libros biográficos y narrativos de la experiencia militante y carcelaria que le ha tocado protagonizar: “Haceldama”, “De la Brigada Estudiantil al Cordón Cerrillo”, “Hacia el Final de la Partida” y “Destacamento Miliciano José Vordaz”, además de artículos y notas que escribe para distintos medios de la prensa popular.
Punto aparte es mencionar, que en la cárcel además se hizo un excelente artesano en lana, cobre repujado y otras expresiones relacionadas.
Hoy sigue activo y ayudando a nuevas generaciones sociales. Hace muy poco superó una nueva secuela cancerígena, ante lo cual alegremente dice que es un Gato con 7 vidas, aunque ya ha ocupado 5 o 6.
 
 

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