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martes, 22 de mayo de 2012

Protesta social y paliativos marcaron 21 de Mayo de Piñera

La penúltima cuenta pública del Presidente Sebastián Piñera en el tradicional y formateado hito institucional republicano del 21 de Mayo, estuvo marcada por el contexto de su gestión: protesta social nacional y paliativos con bonos y medidas asistencialistas.
Mientras el Mandatario leía su discurso -superando una faringitis que pudo ocasionar el estrés más que un viento frío- en la localidad de Freirina continuaban las protestas de pobladores por los negativos efectos medioambientales y de salud por la actividad de una planta de Agrosuper, y persistía la terrible represión de Carabineros con la ola de detenidos y heridos, como continuidad de decenas de movilizaciones en varias regiones.
Y afuera del Congreso, en las calles de Valparaíso, se manifestaron estudiantes, trabajadores, profesionales, profesores, medioambientalistas, exigiendo reforma laboral, educación pública y gratuita, aumento del salario mínimo a 250 mil pesos, fin de hidroeléctricas para las grandes empresas y fin de la represión.
Adentro, en el Salón de Honor del Parlamento, Piñera hacía anuncios en su estilo ya conocido. Bonos, obras puntuales, presupuestos limitados. A pesar de dichos de los últimos meses, el Mandatario tuvo que reconocer, final y dudosamente, que sólo “tres cuartas partes” están listas de toda la reconstrucción que se había comprometido a realizar después del terremoto de febrero de 2010. Lanzó un bono de alimento de 40 mil pesos para sectores pobres, como un reconocimiento tácito a que a la gente no le alcanza el ingreso para alimentarse y vivir, en un país donde el 75% de los asalariados gana menos de 350 mil pesos mensuales. Puede parecer dramático que Piñera hable de que Chile camina hacia el desarrollo cuando tiene que dar bonos para que la gente pueda comer. Siguiendo con medidas populistas de corte neoliberal, enfatizó en su mensaje la ampliación de otro bono: por Bodas de Oro.
En lo que el jefe de La Moneda quiso presentar como logros, estuvieron proyectos y medidas conocidas, varias de las cuales, por lo demás, venían desde el gobierno anterior y eran promovidas por la oposición. Es el caso del Sernac Financiero, el llamado “ingreso ético familiar”, la inscripción automática y voto voluntario y la Ley Antidiscriminación, que tuvo votos en contra de parte de la derecha. Por lo demás, varios asistentes al Congreso criticaron, por ejemplo, que Piñera hablara de la eliminación del 7% en salud para los pensionados, cuando no es universal y está lleno de trabas que no permiten beneficiar a un alto porcentaje de los jubilados. No hubo nada respecto a reformar el binominal, dar derecho a voto a chilenos en el exterior, garantizar derecho a plebiscito, aumento del salario mínimo, establecer nuevo Código del Trabajo, término de leyes represivas como la Antiterrorista, etc.
En obras, el Mandatario quiso resaltar la construcción del puente del Canal de Chacao y la finalización de la Carretera Austral.
El Presidente volvió a plantear la tesis neoliberal de que “es injusta la educación gratuita”, y quiso reivindicar la reforma tributaria que financiaría al sector educativo. Sin embargo, dirigentes estudiantiles y parlamentarios indicaron que esa medida dará entre 300 y 700 millones de dólares para el sector, cuando se requieren de 7 mil millones.
Resaltó la pobreza de respuestas ante la pobreza que viven los chilenos. Piñera se limitó a repetir lo de los bonos y destacó que exista el Ministerio de Desarrollo Social. Nada respecto a aumento de salario mínimo, generación de empleos decentes, mayor inversión pública en educación y salud, apoyo concreto a pequeña y mediana empresa.
Casi al final de su discurso, Sebastián Piñera aseveró que “no ha habido (sic) un solo día en que estos ministros (los de su gabinete), no hayan trabajado al máximo”. Frase que se agarró para bromas e insidias en pasillos del Parlamento, porque lo que más se ha visto es el “trabajo” de sus ministros para posicionarse como candidatos presidenciales.
El sentido autocrítico le duró apenas una fracción de segundos al Mandatario de derecha. “Pido perdón por mis errores”, dijo, pero de inmediato retrucó con un “siento que hemos cumplido”.
PROTESTA Y CUESTIONAMIENTOS
De poco sirvió el frágil operativo propagandístico montado por La Moneda de colocar un letrero en el techo de un banco con la leyenda “Fuerza Presidente, siga cumpliendo”, que recordó aquellas frases de la era dictatorial con que se saludaba a Augusto Pinochet. Frente a esas palabras, dentro del recinto legislativo y afuera en las calles, se leyeron proclamas como “No más represión en Freirina”, “Educación pública, gratuita y de calidad”, “Derechos políticos para los ciudadanos”, “Piñera, cumple lo que prometes”, “Patagonia libre”, “Aunque les duela, Michelle Presidenta”, “Fuerza Freirina”, “No sólo bonos, salarios dignos”.
Varios dirigentes políticos y sociales insistieron en que este 21 de Mayo estaba centrado en la protesta social y las demandas ciudadanas y no en “tensiones de partidos políticos” o hechos ridículos. Las cosas llegaron al extremo cuando se comenzó a hablar en medios hegemónicos que una jauría de perros había atacado a Camila Vallejo, vicepresidenta de la Fech. “La prensa sensacionalista mintiendo sobre supuestos ataques de perros en vez de hablar de la convocatoria y de lo nefasto del discurso presidencial”, anotó la dirigente comunista en Twitter. Antes, el Presidente del Partido Comunista, Guillermo Teillier, había dicho que “se habló mucho de la tensión que habría dentro del Congreso por la pelea entre la Concertación y la derecha por Michelle Bachelet. Pero se habló poco de la tensión fuera del Congreso, donde estarían manifestándose las organizaciones sociales, sindicales y estudiantiles por los derechos del pueblo, por sus reivindicaciones laborales, por reforma al sistema binominal, por salarios justos”.
Como sea, desde la Mesa Social y otras organizaciones del pueblo, en declaraciones, pero sobre todo en la marcha de miles por las calles de Valparaíso, se plantearon reivindicaciones como garantizar la negociación colectiva y ramal y el derecho a huelga; un sistema previsional justo y estatal; sueldo mínimo de 250 mil pesos; término del MultiRut y del “despido por necesidad de la empresa”; presupuesto de 7 mil millones de dólares para educación; modificación del sistema electoral binominal e inclusión en la Constitución de la realización de plebiscito y consulta ciudadana; cumplir derechos de los pescadores artesanales; respetar y cumplir derechos de los pueblos indígenas y fin de la represión a las comunidades mapuche; realizar una real y profunda reforma tributaria, que lleve a que los multimillonarios y las trasnacionales paguen los impuestos adecuados, como en países europeos; defensa del derecho al uso del agua; consulta, participación y distribución presupuestaria en regiones; terminar con alta concentración privada en medios de comunicación y TV digital para aumentar el pluralismo; anulación de la Ley de Amnistía pinochetista y de la Ley Antiterrorista; mayor inversión para salud pública, masiva y de calidad; apoyos reales a la pequeña y mediana empresa; respeto a derechos de las minorías.
Un 21 de Mayo que no marcó nada sustancial para la población, salvo pequeñas ayudas como paliativos a problemas estructurales derivados del modelo de desarrollo neoliberal. Una fecha que se volvió a marcar por la protesta y la manifestación social, en todas sus expresiones. El gobierno se Sebastián Piñera, por lo demás, sigue sin clarificar un rumbo, una estrategia, una identidad propia, como dando tumbos pero, eso sí, profundización y cuidando el esquema neoliberal y la institucional autoritaria. Está claro que en el año que queda, habrá pocas o nulas transformaciones en el país y el Presidente hará su último discurso del 21 de mayo más bien para despedirse que para resaltar alguna gestión dinamizadora de derechos sociales, laborales y ciudadanos.
El Ciudadano

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