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miércoles, 22 de junio de 2016

SUDAMÉRICA / ARGENTINA Macri con su bandera de ajuste y represión: ¿cómo enfrentarlo?


En su paso por la ciudad dejó una estela de vallas y niños cantores de jingles proselitistas aprovechando para manifestar su línea represiva.

Macri pasó por Rosario y dejó una estela de vallas, gendarmes y niños cantores de jingles proselitistas. El gobierno de Cambiemos, que es una kermese donde se rematan los recursos nacionales al mejor postor extranjero, aprovechó la fecha para manifestar su línea represiva, para tirarse contra el derecho al aborto libre y gratuito y para cubrir, con globos, una enorme bandera celeste y blanca y con discursos vacíos y sin alma, que los dueños del país son los sojeros, las multinacionales y los buitres, y que para el pueblo trabajador solamente queda miseria, amenazas de despidos y degradación de las condiciones de vida. Las vaquitas, más que nunca, son ajenas.
En su frenesí privatizador, Macri valló el Monumento a la Bandera y lo convirtió en un gran VIP donde solamente podían entrar los aplaudidores que, en ese caso, además de los legisladores y funcionarios de los globos amarillos, incluyó a los funcionarios del gobierno provincial y figuras del kirchnerismo, como el senador Omar Perotti. Dos progresismos al servicio de humanizar la derecha macrista.
Macri militarizó con recios gendarmes que impedían el paso e hizo uso de ellos, al punto de abrirle la cabeza a un concejal del Movimiento Evita, Eduardo Toniolli, episodio que luego el PRO intentó justificar diciendo que los militantes kirchneristas provocaron la represión, difundiendo imágenes que los manifestantes tomaron para registrar lo sucedido. Este hecho repudiable no solo que no sorprende sino que debe haber sido recibido con alegría por el propio Macri, que se mostró así como portador de una “mano dura”.
El lamentable accionar de la Gendarmería macrista, sin embargo, no puede ocultar algunas cosas: que Macri se “agranda” en la medida que los diputados y senadores del kirchnerismo ayudan a aprobar sus planes de ajuste en el Congreso; que la burocracia de los sindicatos también juega un rol de colaboradora serial con los empresarios y el gobierno, manteniendo una tregua asqueante; que la Gendarmería perfeccionó su rol represivo durante el kirchnerismo, cuando la propia Cristina dio rienda suelta a Berni, que nos pegó, a los trabajadores y a la izquierda, en Lear, en conflictos docentes, en la lucha del Casino Flotante, en las movilizaciones de pueblos originarios, y más. Muchas de las organizaciones que ayer recibieron golpes, lamentablemente, se callaron la boca en cada una de estas situaciones en la que Cristina le preparó el terreno al triunfo de la derecha. Hay cuestiones que merecen ser señaladas. Todo sea por no perder la memoria.
Un comentario aparte merece el gobernador Miguel Lifschitz del Frente Progresista que gobierna Santa Fe. Se queja íntimamente que el PRO de Macri va paulatinamente “robándole” a sus aliados radicales, pero no está dispuesto a reconocer que es un propia política la que abre las puertas a que Cambiemos avance en la provincia. El acto ayer, una verdadera legitimación de la derecha, es una nueva demostración que eso.
Mientras los escándalos de los valijeros corruptos como José López, que no es una excepción ni una manzana podrida sino una norma de la casta de políticos que viven del Estado, hunden la confianza en los “progresismos” o en el “proyecto nacional y popular” , la izquierda se juega a enfrentar en las calles no solo a la derecha macrista sino a los gobernadores que actúan igual que el PRO, como las gobernadoras K de Santa Cruz y Tierra del Fuego. Nuestra bandera, la que levantamos junto al pueblo trabajador, es la de resolver los grandes problemas populares, los agravios que sufren los trabajadores, las mujeres y la juventud, atacando los intereses de la clase empresaria represora y corrupta, y a la casta política que la defiende, tenga el color político que tenga. Esa es la agenda del Frente de Izquierda.

Octavio Crivaro


FUENTE: La Izquierda Diario

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