A pesar de la represión del gobierno y de la división de las direcciones sindicales, miles de trabajadores junto a la juventud continúan peleando contra la reforma laboral y el autoritarismo del gobierno.
El martes 5, más de 45.000 personas se manifestaron en Paris marchando desde la Place d’Italie hacia la Place de la Bastille. En Toulouse, fueron 10.000 los que salieron a las calles y miles de trabajadores más en las principales ciudades del país. Como ya es costumbre el gobierno “socialista” de Hollande, las manifestaciones ocurrieron bajo una estricta vigilancia policial, con los perímetros vallados y fuerte militarización de las zonas céntricas.
En París, la columna fue encabezada por sectores autónomos y autorganizados, y logró posicionarse frente a la Intersindical, convocante de la jornada.
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Las columnas de las principales organizaciones, la CGT y FO (Fuerza Obrera), fueron poco numerosas, nada sorprendente en medio de la división de sus direcciones y del llamado por parte del principal dirigente de esta última, Jean-Claude Mailly, a no concurrir a la movilización por “razones de seguridad”.
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A pesar del empeño de los medios de comunicación en mostrar que cada vez menos personas participan de las protestas (Le Monde tituló “Una débil manifestación”), la movilización continúa. Más allá de lo que pase, la protesta podría resurgir de diversas formas, ya sea después de las vacaciones o, rompiendo con el tradicional “receso estival”, durante el verano.
Movilización a la Asamblea Nacional contra el autoritarismo del decreto 49.3
En medio de la jornada, el Primer Ministro Manuel Valls aplicó el tan anunciado artículo 49.3 de la Constitución de 1958, recurso antidemocrático y autoritario que permite aprobar leyes por decreto. A pesar de que la mayoría de los franceses se opone a la reforma, el gobierno insiste en su aplicación, a base de represión y decretazos.
En medio de la jornada, el Primer Ministro Manuel Valls aplicó el tan anunciado artículo 49.3 de la Constitución de 1958, recurso antidemocrático y autoritario que permite aprobar leyes por decreto. A pesar de que la mayoría de los franceses se opone a la reforma, el gobierno insiste en su aplicación, a base de represión y decretazos.
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Desde la Place de la Bastille los manifestantes se dirigieron hasta las puertas de la Asamblea Nacional, donde se convocaron más de un millar de personas, rodeadas de un enorme operativo policial. Apenas comenzaban a llegar los primeros manifestantes, la policía detuvo a 5 periodistas independientes, que más tarde fueron liberados.
Luego, increíblemente, la policía empujó a los manifestantes, en grupos de a 10, hasta los corredores mismos de la línea 8 del subte y fueron obligados todos ellos a tomar ese transporte, como una demostración de fuerza de la capacidad de arbitrariedad del Estado y del gobierno socialista.
Esa es la manera en que Valls y Hollande defienden la libertad de prensa y el derecho a protestar: militarizando las manifestaciones y deteniendo a trabajadores
Una vez que el gobierno oficializó en la tarde del martes la utilización del artículo 49.3 para imponer la ley en la segunda lectura en Diputados (expresión de una cierta debilidad del gobierno en la Asamblea), la bronca de los manifestantes no hizo más que crecer. Aunque Hollande ya venía advirtiendo en varias declaraciones públicas que “la ley iba a salir en los tiempos previstos”, no fue sino hasta hoy que los dichos comenzaron a materializarse.
Bruselas reclama a Francia una inmediata reforma laboral que flexibilice aún más las condiciones de trabajo en el país, y Hollande, con la perspectiva de las elecciones del 2017, está dispuesto a que la Ley salga pese a cualquier obstáculo, aunque este sea un ala de su propio partido, o las calles inundadas de protestas. Por su parte, desde la oposición llovieron las críticas al gobierno por utilizar, una vez más, este resorte que, aunque constitucional, implica un altísimo nivel de autoritarismo.
Hasta el miércoles a las 15 h hay tiempo para presentar una moción de censura al decreto, pero los diputados conservadores ya adelantaron su negativa a realizarla.
Mientras que Valls le gritaba a un grupo de diputados socialistas en la Cámara Baja “¡Basta de jugar. Yo no juego!”, y echaba mano, otra vez, como ya hizo en mayo, al polémico artículo, en el tratamiento de la ley El Khomri, los trabajadores decidían continuar en las calles y marchar al Palacio Bourbon.
¿La última jornada de protesta o su continuidad?
El “5Juillet” estuvo marcado, no sólo por la división de las centrales sindicales, sino también por una fuerte represión, ya el gobierno viene desplegando una feroz militarización de las calles en cada una de las jornadas de protesta, con casi 2 mil detenidos desde marzo, con decenas de heridos, y hasta realizando el intento de prohibir las manifestaciones, aunque sin éxito. A la represión, se suma la campaña mediática contra el movimiento de lucha, que no ahorró tinta en demonizar las jornadas y a los propios manifestantes.
A pesar de estas cuestiones y de que hay una merma en el número de personas que se manifiestan, es innegable que todavía el movimiento de protesta de los trabajadores y la juventud francesa continúa, ya que son decenas de miles los que salen a las calles a lo largo y ancho del país.
Aún en medio de las vacaciones, la bronca y el espíritu combativo pueden seguir desarrollándose en las calles. Que pasará en septiembre cuando se realice la votación definitiva de la ley, no lo sabemos. Pero el hecho de que la Ley El Kohmri haya generado el mayor movimiento de protesta desde 1995, cuando los trabajadores de servicios paralizaron el país durante tres semanas, es un indicador de hasta dónde puede llegar el proceso que comenzó con los jóvenes del NuitDebout en marzo y que llevó a numerosas huelgas y masivas movilizaciones por todo el país durante cuatro meses contra la reforma laboral y su mundo.
FUENTE: LID
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