Apenas días después de la normalización de las relaciones diplomáticas entre Turquía y el régimen israelí, el país ha sufrido de nuevo el zarpazo del terrorismo en el aeropuerto Atatürk de Estambul.
Y hasta la redacción de estas líneas, van ya 41 muerto y 239 heridos. Turquía, que merece toda la solidaridad y el apoyo en estos difíciles momentos, también ha sido víctima de una errática política, tanto en asuntos internos como en asuntos exteriores, de su actual presidente, Recep Tayyip Erdogan.
Acosado por un fuerte aislamiento internacional y regional, el presidente turco ha dado un giro de 180 grados en su política exterior a penas horas antes del atentado terrorista: la normalización de relaciones con Rusia y el régimen de Israel. Erdogan, acuciado por una fuerte caída del 95% del turismo ruso, el más importante para Turquía, y ahogado por el boicot ordenado por Putin a los productos agrarios, finalmente ha caído rendido y se ha disculpado, en una carta filtrada por los medios de comunicación, a su homólogo ruso, por el derribo del caza ruso en noviembre pasado. Aquel acontecimiento fue calificado por el presidente ruso como una "puñalada en la espalda" por parte de "cómplices de los terroristas"., y que tendrá fuerte consecuencias. Y a tenor de la misiva de Erdogan, Rusia cumplió.
Erdogan se rinde ante el régimen de Israel
Pero tal vez el giro más radical que jamás se había esperado haya sido el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con el régimen de Israel. Erdogan, el que se había autoproclamado el salvador del mundo islámico, el baluarte de los valores de principios democráticos y el respeto de los derechos humanos de los más vulnerables, finalmente destapa sus verdaderas intenciones, y prima su interés personal, y cae rendido en las redes de los sionistas, en detrimento del sufrido pueblo palestino, y especialmente a los habitantes de la Franja de Gaza. Recordamos que Turquía había rota toda relación con el régimen israelí, tras el asalto, en 2010, de la Marina israelí a la embarcación ¨Mavi Marmara¨ de la flotilla que buscaba romper el bloqueo marítimo de la Franja de Gaza.
El sorpresivo acercamiento de Turquía a los sionistas, no se traduce de otra forma que no sea por puro e insensato interés económico. El acuerdo es a cambio de la construcción de un gaseoducto entre la enorme reserva natural hallada ante las costas israelíes y el territorio turco así como la venta de gas e irrupción en el mercado europeo. Con ese vergonzoso acuerdo Erdogan se convierte en un auténtico traidor al pueblo palestino. El propio Erdogan se había comprometido que cualquier acuerdo con el régimen sionista tendrá como principal punto de negociación el pleno levantamiento del bloqueo que injustamente impone el régimen israelí al pueblo palestino en la Franja de Gaza. Sin embargo, Erdogan incumple con su compromiso hacia Palestina al firmar ese infame acuerdo.
Los tentáculos de Erdogan
En terreno doméstico, Erdogan, antes primer ministro y ahora presidente de Turquía, ha sido muy agresivo con todas aquellas voces discordantes que no se alineaban con su ideología, que en ocasiones roza lo dictatorial. La última víctima fue apenas hace un mes, la de la dimisión de su propio primer ministro, Ahmet Davutoglu, fruta de una lucha por el poder orquestada por el fundador del Partido Justicia y Desarrollo (AKP), es decir, el mismísimo Erdogan.
Aquella sonada sustitución no era más que el resultado de los fuertes tentáculos de control que el propio Erdogan maneja a su antojo en Turquía. Y ante las constantes acusaciones de las diferentes organizaciones internacionales por el atropello a los derechos humanos, el propio Erdogan lo justifica en el nombre de la seguridad interior, una clásica herramienta que usan los gobernantes que no saben cómo legislar sus equivocadas decisiones.
El falso pragmatismo
Pero si realmente Erdogan se ufana de tanto pragmatismo, especialmente en su política exterior, tras la firma de los acuerdos de restablecimiento de relaciones con Rusia y el régimen israelí, lo razonable y lógico es que lo hiciera también con su antiguo aliado y vecino Bashar al-Asad, actual presidente legítimo de Siria, que tras cinco año soportando el infinito flujo de terroristas en las porosas fronteras turcas, con el beneplácito de Erdogan y los regímenes del petrodólares, y enfrentándose a una desigual guerra con la implicación de un centenar de países, el mandatario sirio supo mantenerse erguido y con pleno apoyo de su pueblo. Esta evidente señal tiene que remover la conciencia de Erdogan, y hacerle recularse en su política hacia el conflicto sirio, y aceptar que el pragmatismo también implica disculparse antes los errores, al igual que lo hizo ante Putin.
Turquía arde
Erdogan ha provocado que Turquía arda. Acaso su directa participación en la guerra de siria desde hace un lustro, no tendría sus dramáticas consecuencias. La organización terrorista Daesh es germen de una equivocada política promovida en la región por el mandatario turco, y a tenor de las informaciones que van surgiendo, el atentado de ayer tiene como sello de Daesh. Turquía tiene el soberano derecho de defenderse del terror, pero no acosta del pueblo kurdo ni el sirio, ni del drama de los refugiados. El golpe terrorista de ayer martes es el sexto con víctimas mortales en lo que va de año. Cierto es que Turquía se merece nuestra solidaridad y apoyo, pero cierto es que Erdogan tuvo también la poca visión de evitar entrar en terrenos sensibles, sin saber que había participado, directa o indirectamente, en la creación de un monstruo sin patria ni moral ni religión, llamado Daesh.
Salamu Hamudi, periodista, y máster en periodismo multimedia. Especialista en mundo árabe e islámico. @salamuh
FUENTE: HISPANTV
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