LA IZQUIERDA CHILENA: ENTRE LA POLITICA SECTARIA Y EL REFORMISMO PEQUEÑO-BURGUES
LA RUEDA DE LA HISTORIA COMIENZA A DAR VUELTAS
La sociedad chilena se encuentra
transitando de una etapa de reflujo, enajenación masiva y abulia social,
hacia una de reactivación y reconfiguración de la dinámica social de
amplios sectores, que desde el año 2011 se han movilizado para expresar
el profundo descontento que provocan las políticas de la clase dominante
en la situación de los trabajadores y el pueblo. Esta nueva
emergencia, progresivamente va derribando los muros de la fragmentación
social, que por casi dos décadas confinó en verdaderos compartimentos
la lucha de los sectores sociales, manteniendo para provecho de los
monopolios y su preciado modelo económico, la división de los
explotados y oprimidos por la clase patronal.
Sin duda alguna, toda aquella fase
anterior de atomización orgánica, fragmentación social y dispersión
ideológica, y que aún persiste en grado importante, constituyendo los
principales fenómenos y la casi totalidad de componentes de la crisis y
derrota de la clase obrera y los sectores populares, incluyendo en esta a
la izquierda, sin duda alguna –decíamos- fueron para la burguesía, sus
aliados y agentes políticos, las condiciones políticas y sociales más
propicias para sortear con éxito, la debacle del modelo económico que ya
colapsado pudo seguirse manteniendo y con ello salvando de paso, la
tasa de ganancia media, haciendo posible a la tecnocracia de la
burguesía administrar la crisis del capitalismo.
La “Concertación” primero y luego la
“Alianza por Chile”, se la jugaron por preservar los pilares del patrón
de acumulación y después realizaron las maniobras necesarias para
recomponer y perfeccionar los mecanismos jurídico-políticos que
afianzaran resultados favorables en lo económico.
El que el modelo contara con guardianes
de confianza, y el que junto con ello se hayan promulgado sendas
contrarreformas, diseñadas para resolver la demanda patronal de mayor
concentración y mayor acumulación, no hizo para nada accidental, que
los monopolios celebraran a sus anchas los negocios más lucrativos y con
los porcentajes más escandalosos de utilidades, aún en los peores
momentos de la crisis. El caso de la Banca, fue uno de los ejemplos más
claros de las políticas que favorecieron a la burguesía
monopólico-financiera, que a diciembre del 2011 obtuvo una utilidad neta
de $ 165.048 millones de pesos, lo cual significó para este sector, un
alza de 647,1%. El otro caso se expresa en las ISAPRES, que de enero a
septiembre del mismo año obtuvieron utilidades por $ 47.085 millones y
que implicó un alza de 50,1%. Y podríamos seguir enumerando situaciones,
que resultan del todo paradójicas, si atendemos el cómo se manifiestan
los indicadores económicos en el curso de los últimos 5 años,
comparando dos momentos de claro crecimiento de la economía nacional, y
nos referimos a los años 2006 y 2011, periodo en el que el Producto
Interno Bruto (PIB) creció en un 21% y la pobreza al contrario de
disminuir en un porcentaje significativo dado el comportamiento de la
economía, pasa de un 13,7% a un 14,4% aumentando un 5,1%. Es decir, para
los pobres nada cambia y la gran burguesía hasta ahora no se ha sentido
tocada por la crisis estructural de su sistema.
Ahora el gobierno empresarial celebra
que la encuesta Casen 2011 arroje datos de disminución de la indigencia.
Sin embargo, el conjunto de la clase dominante a través de sus
representaciones políticas, no se detienen de manera pública a analizar
los aspectos de fondo del problema, porque ambas coaliciones saben que
han administrado, perfeccionado y profundizado un modelo que no tiene
soluciones ni de mediano, ni de largo plazo para los trabajadores y los
sectores del pueblo, a lo más ofrecerles a reducidas franjas sociales de
indigentes ascenderlos un peldaño para convertirlos en pobres cargados
de inestabilidad, vulnerables y con un piso enorme de precariedad social
y económica. Y a algunos sectores pobres subirlos un peldaño e
integrarlos al tramo de los que se sitúan por sobre el umbral de los $
72.098.- para hacerlos parte de aquella franja también de pobres, pero,
abrumados por las deudas.
Y ahora, también los actores del
descontento, comienzan a pensar como continuaran su marcha y como
responderán a las estadísticas tan optimistas del gobierno que les hace
–según Longueira- estar tan satisfechos. Los actores del descontento,
que ya han acumulado más de dos décadas de ofensas a su dignidad y daño a
su vida material, están pensando como sostener la intransigencia de su
lucha y de sus justas demandas, y lo están pensando, porque el camino es
incierto, porque en este país nadie muestra con claridad una salida. En
nuestro país, y muchos -hace rato que lo sabemos- existe un vació de
conducción, pero un vació de conducción revolucionaria, porque lo que sí
ha habido es conducción pequeño burguesa, influencia y manipulación
ideológica del reformismo pequeño-burgués y en cuanto a la burguesía,
esta también ha desplegado sus influencias hacia los trabajadores y los
sectores del pueblo, para neutralizar o anular su protesta. Sólo la
burguesía, al margen de sus contradicciones secundarias, tiene desde
hace rato claro sus objetivos y los medios para alcanzarlos, aún en
tiempos de crisis estructural del capitalismo.
¿DONDE ESTA LA IZQUIERDA?
Cuando amplios sectores sociales
comenzaron a responder en las calles a las trampas legales del gobierno
con respecto a los proyectos energéticos, que son una clara amenaza
medioambiental, y lo hicieron con movilizaciones contundentes y masivas.
Luego, cuando apoyaron la lucha estratégica de los estudiantes en su
demanda por educación gratuita, también con movilizaciones amplias,
extensas social y nacionalmente. La pregunta recurrente que se planteó y
que ahora también nos planteamos, es si este tipo de movilizaciones
cristalizará en algún importante logro, y si es esa la expectativa
general, a lo menos de los sectores que se están movilizando y
protestando, en cuánto tiempo más se pueden conseguir esos logros. Lo
que si podemos afirmar, es que mientras se está en la dinámica
movilizadora, y las contradicciones asoman con más nitidez en el
escenario nacional de la lucha de clases, será posible también, conocer
con un perfil más claro, el carácter que tendrán esas movilizaciones y
sus respectivas demandas.
En el contexto actual de los
antagonismos de clases, aparentemente, el carácter de estas
manifestaciones se nos aparece difuso y a veces hasta contradictorio.
Sin embargo, se requiere de un análisis más atento y riguroso, para
darnos cuenta, que las demandas puestas en la mesa como así mismo los
objetivos que se persiguen, se hacen absolutamente coherentes con el
liderazgo que se pone a la cabeza de tal o cual movilización. No es
difícil, realizando obviamente el ejercicio de analizar con rigor un
hecho, que descubramos cuales son las perspectivas y límites que puede
tener una coyuntura de esta naturaleza. En términos de lo anterior,
cuando se produjeron las protestas llamémosle medioambientales, y que
fueron masivas y socialmente amplias, no se podía afirmar de buenas a
primeras, que estábamos ante una reivindicación de carácter obrero y
popular, aún cuando la convocatoria concitó el apoyo de estos sectores. A
las políticas expoliadoras y depredadoras de la gran burguesía y del
imperialismo, se respondió con protestas masivas y amplias. Sin embargo,
estas no sobrepasaron ni pretendieron sobrepasar, el carácter político
contestatario, reivindicativo-ecologista, pero en complacencia con el
sistema y el Estado capitalista. Es decir, la lucha medioambientalista,
no buscaba, dada la conducción instalada a la cabeza del problema,
cuestionar y romper con la estructuras de dominación y levantar una
visión alternativa a la esencia del capitalismo, que es la propiedad privada de los medios de producción. Tampoco,
podemos ser políticamente miopes, y políticamente sectarios, para
negar que estas y cualquier movilización contra el modelo económico o
contra el sistema; ayuda y contribuye a despertar aunque sean niveles
básicos de contradicción con nuestro enemigo de clase.
En el caso de la lucha estudiantil, nos
enfrentamos a otra situación y también a otra perspectiva. La naturaleza
de la demanda instalada, la visión conductora de la movilización y los
diversos actores involucrados en el problema, hacen que el carácter de
la movilización se situé en el espacio democrático popular y contenga un
cierto sello de clase. En todo caso, el efecto que produce un sistema
educativo, que hace del derecho a la educación un factor de lucro y la
convierte en un bien de mercado, afecta –sin duda alguna- en el hoy y
no a futuro a los sectores obreros y populares que son los que no pueden
pagar ni endeudarse para acceder a este derecho. De todas maneras, son
reclamos que vienen de muy atrás; ya el año 96 y 97 los universitarios
realizaron las primeras grandes movilizaciones contra el sistema
educacional, y protestaron porque sabían que estaba cruzado
absolutamente por los mecanismos del mercado, y que por lo mismo, hizo
que la educación chilena entrara en una profunda crisis de calidad y
solvencia económica, que colocó en un evidente riesgo de privatización a
la educación pública-estatal.
En relación con lo anterior, tenemos el
convencimiento que, la experiencia histórica genera una enseñanza
importante, aporta lecciones negativas y positivas de las que se pueden
extraer importantes y significativas síntesis, lo que también puede
redundar en una maduración de los actores que se involucran en esas
experiencias. En este sentido, podemos afirmar que la experiencia de
exclusión económica y social, que los golpes represivos contra distintos
sectores sociales, que la elitización en el acceso a derechos sociales,
económicos y culturales, que la flexibilidad laboral como sinónimo de
inestabilidad y precariedad de los empleos, que la unilateralidad que
se impone siempre para “resolver” los conflictos sociales y políticos;
son todas experiencias de las que han sacado un buen o mediano provecho,
solamente el reformismo pequeño-burgués, y los grupúsculos derivados
del post-modernismo, contando dentro de esta corriente al radicalismo
pequeño-burgués y al autonomismo social. Por lo mismo, es bueno y
necesario preguntarse de qué forma la izquierda, se ha enriquecido con
el cúmulo de acontecimientos y desafíos que se han manifestado en las
dos últimas décadas.
Intentaremos porque vale la pena
hacerlo, instalar una reflexión honesta y constructiva a esta
constatación lamentable, de ausencia de una dirección revolucionaria, y
que ojalá ayude a encausar por derroteros adecuados y clasistas las
luchas de los trabajadores y el pueblo. Se tiende a asimilar la etapa de
reactivación social, con la superación por parte de la izquierda de su
ya prolongada crisis y que ha tenido como principal expresión la
atomización orgánica y la dispersión ideológica. Sin embargo, esta
positiva y favorable fase de reactivación social, para nada se ha
acompañado de una resolución de esta crisis de la izquierda y de la
superación objetiva de su derrota política e ideológica. Hasta ahora,
para mal de las necesidades y perspectivas estratégicas de la lucha
obrera y popular, en la izquierda, aún no han madurado condiciones, que
le posibiliten ponerse a la cabeza de los sectores en movilización y
lucha, para jugar efectiva y realmente, el papel de colectivo educador y
organizador de los procesos de enfrentamiento con nuestro enemigo de
clase.
Ahora bien, poniendo la atención en la
izquierda revolucionaria en particular, hablando en términos
autocríticos, debemos decir que, la incapacidad nuestra, de ver y juzgar
con madurez y espíritu crítico real las debilidades profundas que nos
cruzan, que se traducen en odiosas desviaciones de sectarismos, en
erradas nociones de conducción que se convierten en hegemonismos que nos
aíslan, que nos encaminan a falsos compromisos unitarios que más bien
esconden mesianismos propios de un caudillismo oportunista, personalista
y pequeño-burgués, desviaciones que finalmente nos llevan a cultivar
el ánimo y la voluntad consciente de competir y estar en permanente
disputa con las propias organizaciones hermanas de clase y no buscar de
manera honesta y verdadera la convergencia revolucionaria. Y así, aunque
se mienta, como muchas veces también se ha hecho, justamente para
encubrir nuestras debilidades, el recuento que podamos hacer, tendrá un
único sentido; negativo, inconsecuente y vergonzoso.
Podríamos decir: es lo que hay, y
decirlo con liviandad, con falta de compromiso y cero responsabilidad
revolucionaria. Así y todo, felizmente no hemos llegado hasta ese punto,
pero también es cierto, que seguirán pasando los días y no habrán
señales que anuncien a la clase obrera y al pueblo, que los
revolucionarios dejamos de lado nuestras diferencias, nuestras
pequeñeces, nuestras mediocridades y que con madures y un profundo
sentido de la responsabilidad histórica, hemos decidido unirnos
asumiendo como propio, el ejemplo de los revolucionarios que en 1965
dieron nacimiento al Movimiento de Izquierda Revolucionaria, como una
concreta expresión de unidad de los revolucionarios en nuestro país. Al
parecer y los hechos así lo corroboran, los revolucionarios de hoy
estamos lejos de pensar, sentir, y desear esta unidad, y parece también
una gran verdad, que el fetiche en que hemos convertido a nuestras
pequeñas capillas o parcelas orgánico-políticas, nos mantiene enajenados
e impedidos de comprender, que los acontecimientos históricos y los
antagonismos de clases, tal cual se presentan hoy en día en nuestro país
y también en el mundo, nos exigen, nos obligan a tener más que nunca,
una visión científica que sea la brújula que oriente certeramente
nuestros pasos, una visión científica que nos haga ver con claridad, que
la unidad de los revolucionarios no es un mero recurso para cumplir con
vínculos fraternos y de clase, sino la decisión estratégica y la
necesidad científica que posibilitará cambiar la correlación de fuerzas a
favor de las clases explotadas y oprimidas y transformar
revolucionariamente nuestra sociedad.
Los hechos nos embarcan en un sentido
contrario al de los sectores sociales. Después de tantos años de
confusión, y de una verdadera domesticación social por el proyecto
concertacionista, los trabajadores, pobladores, estudiantes y
profesionales, se sacuden de su adormecimiento e inician el camino de la
protesta y la movilización. En buena hora, pues el contexto nacional y
mundial no se ofrece generoso para los derechos e intereses de los
pueblos, las clases dominantes en una estrecha alianza con el
imperialismo, desatan contra las masas oprimidas y contra la dignidad y
soberanía de los pueblos, las ofensivas políticas, ideológicas y
militares más agresivas de los últimos 30 años después de Vietnam. En
Chile, por fin comienza a andar la rueda de la historia y las mayorías
engañadas, humilladas y ofendidas, se ponen en marcha expresando su
descontento y el cansancio frente a tanto atropello. Sin embargo, los
revolucionarios hacemos el proceso inverso, continuamos el proceso de
desarme y fracturación comenzado hace dos décadas. Y lo más lamentable,
es que ni siquiera se hace con sutileza, sino mostrando un triste
espectáculo a amigos y enemigos. Al parecer todavía no tocamos fondo con
la crisis y la derrota.
Puestos en esta triste situación,
necesariamente debemos abrirnos a un proceso serio y consciente de
reconstrucción y de rearme político y moral, y con ello establecer todas
las mejores condiciones para conectar la voluntad, la decisión y el
empuje de las nuevas generaciones de militantes, con las lecciones y los
ejemplos de compromiso, coherencia, honestidad y heroísmo de nuestros
camaradas y compañeras y compañeros combatientes, que brindaron su vida
por una sociedad justa, mejor y más hermosa.
En los albores de esta gran caminata,
Luis Emilio Recabarren le dio el vamos a la lucha de emancipación social
a los primeros proletarios. Salvador Allende recibe orgulloso esa posta
histórica y construye ladrillo a ladrillo las esperanzas y la unidad
del pueblo para fundar un periodo fecundo de participación, creación y
protagonismo popular. Miguel Enríquez con su pensamiento audaz deshace
los mitos, desploma los cinismos y se posa firme frente a la muerte para
abrirles a los obreros, a los pobres de la ciudad y del campo, las
puertas anchas de la historia y decirnos con su ejemplo que “en una
revolución cuando es verdadera, se triunfa o se muere en el intento”.
¡! CON TODA LA FUERZA DEL PUEBLO, LA LUCHA CONTINÚA ¡!
Movimiento de Izquierda Revolucionaria
MIR – Chile
Tomado: MIR Chile (.net)
Radio Popular Enrique Torres
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