Hoy, primero de mayo del 2014, nos queremos hacer presente en este día tan especial para nuestra clase. En este, recordamos los logros obtenidos gracias a la lucha de miles de proletarios por conseguir mejoras en su calidad de vida, enfocadas en su mayoría en lo laboral, a saber: la hora de colación, las 8 horas de trabajo, el derecho a la silla, contrato de trabajo, entre otras demandas; que por cierto, la patronal nunca estuvo dispuesta a ceder, sino solo mediante la presión organizada de los explotados esta se vio obligada a cambiar.
Las raíces de esta conmemoración se encuentran en uno de los países más antisindicales y capitalistas. Las huelgas con carácter de clase, consciente o no, en los Estados Unidos, venían de principios del siglo XIX, experiencias que fueron articulando organizaciones cada vez más combativas y con objetivos estratégicos cada vez más claros. Una demanda fue su punta de lanza que desató la mayor huelga convocada en los EE.UU., que fue: 8 horas de trabajo, 8 horas de descanso, 8 horas de recreación. Fue hacía noviembre de 1884, que la American Federation of Labor (Federación Americana del Trabajo), en su IV Congreso, hizo un llamado a huelga general, desde Chicago a los rincones del país para el 1° de mayo de 1886. Es así como estos dos años, se esparció como reguero de pólvora la propaganda por medio de los periódicos de aquellos mismos quienes levantaron la iniciativa, además de adjuntarse más organizaciones a esta.
Sin vacilar ni un centímetro en la decisión, el 1° de mayo de 1886, la huelga se levanta en varios lugares de EE.UU. (Chicago, Pittsburgh, Baltimore, Newark, Boston, Saint Louis, Washington, etc.), alguno de los cuales, el mismo día consiguen la jornada de 8 horas alrededor de 125 mil explotados. Específicamente en Chicago, la protesta fue sangrienta, ya que durante el primer día fue reprimida con ferocidad por la fuerza pública. Al día siguiente, la concentración fue en las afueras de la fábrica McKormic, la que había hecho despidos indiscriminados por las afiliaciones a organizaciones, la cual se vio disuelta a tiros, con heridos y varios muertos, en las filas de los huelguistas. Pero es el día 4 de mayo que marca el punto de inflexión más fuerte. Al realizarse un mitin en la plaza Haymark - en la que dirigentes sindicales, con tendencia anarquista y socialistas, oraban y agitaban a las masas - la manifestación fue disuelta pacíficamente por los mismo huelguistas, sin embargo no todos se fueron, y quedando unos cientos bajo la lluvia, ven aparecer un grupo armado de la policía de 180 hombres, los que tenían la orden de disolverlos; esto se llevó a cabo por la fuerza de plomo. En medio de esa confusión, es cuando desde un punto no específico, es lanzado un artefacto que detonó en el cuerpo de la policía, falleciendo uno y con 70 heridos aprox.
La “caza de brujas” por parte de la burguesía no se hizo esperar, acometiendo con arrestos, torturas, etc. De la decena de detenidos, solo 8 quedaron bajo el ojo de la justicia patronal. Estos fueron: Samuel Fielden, Oscar Neebe, Michael Schwab, Georg Engel, Adolf Fischer, Albert Parsons, August Vincent Theodore Spies, Louis Lingg, quienes enfrentaron un juicio injusto. Esta justicia, lo único que pudo probar fue que ellos poseían ideas y prácticas anarquistas, las cuales fueron atacadas por medio de los periódicos como New York Time, Chicago Tribune y reforzadas en los centro de justicia. Recién el 20 de Agosto de 1886, se dio a conocer el veredicto final, condenando a trabajos forzados a Schwab, Fielden y Neebe, y al resto a la horca, a excepción de Lingg que se suicido antes. La larga espera duraría hasta el 11 de noviembre d 1887, momento en el cual, los sujetos fueron llevados al patíbulo para su ahorcamiento, en una plaza pública. Ese día mueren asesinados a manos del Estado, los Mártires de Chicago.
La conmemoración del 1° de mayo se ve impulsada por la II Internacional de 1889, en la que apoyaban, a la vez, la demanda de las 8 horas de trabajo.
Por lo anterior y lo actual, nos permitimos dos reflexiones con respecto al día del trabajador. Oficialmente en los Estados Unidos no se celebra el 1° de mayo, como se hace en otros países, esta fecha es nombrada el Law day (Día de la Ley). Sin embargo, algo de cabida posee. El espacio en el calendario recae el primer lunes de septiembre. Aquí se celebra el Labor Day (Día del Trabajo) que en estricto rigor es distinto a lo que se llama Día del Trabajador. El llamarse día del trabajo, obliga al proletario a celebrar junto a su explotador, esto es por razones que entran en la lógica de la producción. El proceso de producción se compone del proceso de trabajo, en que entra la burguesía y el proletariado, en unión antagónica y necesaria para hacer andar el sistema y el proceso de valorización, en que solo el proletariado toma en sus hombros esto, al ser el único que crea valor por medio de su trabajo, inyectándole tiempo a las mercancías que elabora y en último término, el que crea la riqueza. Esto no es ocioso, ya que el Día del Trabajador, debe ser la respuesta clasista a quien a diario explota, y no una cena a la luz de las velas con el mismo. Por ello, el nombre, día del trabajador y no día del trabajo, responde a la conmemoración de aquellos que levantaron una bandera de lucha que ponía en riesgo el sustento material de la dominación. Solo aquellos que generan la riqueza, como clase, son quienes deben conmemorar para avanzar en su liberación del yugo capitalista. Por último, cabe preguntarnos ¿Habrá trascendido a la Historia, a lo que es hoy, este día, si no hubiesen ejecutado a los Mártires de Chicago? A pesar de que la Historia es lo que fue y no lo que debió haber sido, lo más probable, es que, sin desmedro de la experiencia histórica de clase, no hubiese pasado más que por una huelga más dentro de las miles que se hicieron antes y luego de ella, para conseguir los derechos, que con claridad consiguieron por la lucha, al conquistarlos y no pedirlos. Sin embargo, esta experiencia nos muestra, que solo poniendo la vida como escudo de lucha, es la forma de llegar a los objetivos planteados. Fue la misma muestra de escarmiento al pueblo, la ejecución pública, lo que hizo acrecentar el odio y la claridad de objetivos a alcanzar.
En el marco actual de Chile, sabemos que muchos de los derechos laborales conseguidos a base de organización, lucha y sacrificio, son pasados a llevar o simplemente no se respetan. Las condiciones laborales son cada vez más pauperizadas por el empresariado nacional que tiene a su disposición todo el aparataje legal que le brinda el Estado capitalista administrado por la burguesía de siempre.
Estas condiciones de precarización del trabajo que vivimos hoy en día no son por "mala suerte", "azar", o porque “siempre ha sido así”, sino que corresponde a una consecuencia histórica. El proletariado chileno tuvo en sus manos (hace 40 años atrás) la oportunidad de escribir su propia Historia, mediante la toma de fundos, fábricas y puertos (medios de producción), decidiendo cuánto y cómo producir (división del trabajo), pudiendo desequilibrar, por medio de la acumulación de fuerza social revolucionaria, el poder de la burguesía, para con ello no solo escribir, sino que seguir su destino histórico a la liberación. Sin embargo, la burguesía nunca estuvo dispuesta a entregar "por la buena" lo que por tantos años ha robado al pueblo. Es por esto que cuando quisieron recuperar su poder, no dudaron en acometer de la forma más feroz, por medio de la tortura, asesinatos, con el fin de desarticular a los movimientos revolucionarias e infundir miedo durante 17 años.
Es hoy el tiempo de salir del letargo, de perder el miedo y continuar con el proyecto histórico truncado de los trabajadores. Hacemos un llamado a la organización y la toma de conciencia. La lucha en el sindicato no es solamente por mejoras económicas; el sindicato es una instancia de organización importante para la clase trabajadora que se tiene que potenciar y vincular con organizaciones sociales, con las poblaciones, para que el conjunto del pueblo (estudiantes, dueñas de casa, cesantes, jóvenes, ancianos, niños y niñas) comprendan que somos todos parte de una misma clase, la clase proletaria.
Como juventud revolucionaria por el poder popular, nos sentimos orgullosos de saludar a nuestros compañeros trabajadores, porque somos sus hijos, sus nietos, quienes ya nos dimos cuenta que este modelo es desigual, es injusto, que beneficia a una minoría gracias a la explotación de las grandes mayorías. Comprendemos que la lucha de los trabajadores hoy en día se debe perspectivar hacia la toma del poder, mediante una respuesta organizada como pueblo frente a la desigualdad social que pretende ser vista como una situación normal.
TRABAJADORES… LA LUCHA ES POR EL PODER!
A desatar la crisis de gobernabilidad de los poderosos!
Juventud Revolucionaria Por el Poder Popular – JRP3
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