F
ue el 2 de julio de 1986 en el marco del paro nacional del 2 y 3 de julio contra la dictadura de Pinochet, en la población Nogales de Estación Central un grupo de jóvenes se reunía para levantar barricadas y manifestarse en contra de un régimen que ya había torturado, desaparecido y asesinado a miles de personas. Es en estas circunstancias es que llega una patrulla militar compuesta por el Teniente Pedro Fernández Dittus, 3 civiles, 5 suboficiales y 17 soldados quienes interceptan al grupo de manifestantes. Varios de ellos lograron escapar, menos 2. Se trataba de Carmen Gloria Quintana, de 18 años, y Rodrigo Rojas de Negri, de 19 años, quienes fueron detenidos, y brutalmente golpeados para luego ser rociados con bencina y quemados vivos, tras la orden que recibió el teniente por walkie talkie de no se sabe quién, según el relato de Verónica de Negri, madre de rodrigo, en la revista Punto Final.
Según relatos de los vecinos del sector, los militares celebraban su “osadía”, sin resistencia de parte de nadie. Rodrigo, quien trabajaba como fotógrafo para una agencia internacional -dedicándose a graficar las protestas y represión en Chile- llevaba solo un par de meses en el país, tras haber salido su familia al exilio a Canadá cuando él tenía pocos años de edad.
Producto de las quemaduras, Rodrigo Rojas tras 4 días de agonía, y Carmen Quintana, después de varias semanas y con un 62% de su cuerpo quemado, logró sobrevivir. Según el propio relato de Quintana, luego de ser quemados, fueron envueltos en frazadas y luego abandonados en un sitio eriazo en la comuna de Quilicura, donde fueron encontrados por trabajadores agrícolas quienes dieron aviso a carabineros y fueron llevados a un servicio de urgencia.
La versión de los militares fue que los jóvenes fueron retenidos para asegurar el despeje de las rutas “y se les habría caído el material inflamable que portaban y se quemaron (solos), para luego ser dejados en libertad”, versión que fue admitida por el juez Alberto Echavarría Lorca a semanas de ocurrido el caso – el que fue judicializado por la creciente presión internacional -, encontrando al teniente edro Enrique Fernández Dittus culpable por negligencia, dejando a los militares implicados en libertad. Luego, en 1991 se retoma el caso por un tribunal militar y, manteniendo la versión oficial, solo encuentra culpable al teniente por negligencia de no haber prestado asistencia médica. Recién en 1993 el teniente es condenado a 600 días de prisión por su responsabilidad en la muerte de Rodrigo y las quemaduras graves de Carmen, y cumplió cárcel por un año en Punta Peuco, tras lo cual salió en libertad por una “sicopatía orgánica”
Actualmente, Pedro Enrique Fernández Dittus (quien se retiró del ejército en el grado de Capitán) se encuentra en libertad y sigue siendo sostenedor de un colegio en la comuna de La Reina y además de su jubilación del ejército, recibe una pensión de invalidez “post guerra”. Mientras que los otros integrantes de la patrulla militar no se sabe nada y menos de quién dio la orden de quemar vivos al fotógrafo y a la estudiante.
Cada año, diversas organizaciones sociales acompañan a Carmen Quintana junto a familiares y amigos conmemoran a Rodrigo Rojas en la Población Nogales de Estación Central, específicamente en la calle Yungue con General Velásquez, que fue el lugar en donde fueron detenidos por la patrulla militar.

FUENTE: RVF
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