Hoy se realizó en todo el país el paro nacional docente convocado por el Colegio de Profesores con una adhesión nacional de un 80% y con más de 50 mil personas que repletaron la Alameda. Lamentablemente, Carabineros, a rostro cubierto, aguaron la fiesta.
Los profesores llegaron temprano, muy ordenados hicieron la tarea, estuvieron en Plaza Italia a partir de las 10 y pico de la mañana. Poco a poco se fueron sumando otras organizaciones como la CONES, la CONFECH, Dirigentes de la Salud, los trabajadores en huelga del Hogar de Cristo y los trabajadores de las Farmacias Cruz Verde, entre otras tantas agrupaciones que están, en distintos sectores, protestando por algo. El recorrido fue como siempre, muy tranquilo, no tan festivo como en otras oportunidades y terminó todo en el escenario que estaba ubicado en Cumming.
El objetivo principal de la marcha era vincular, por decirlo de alguna manera, las demandas de los profesores a la reforma educacional, ya que en cierta medida los profes sienten que no puede existir una verdadera reforma al sistema educativo si no se tienen en cuenta también los conflictos y las falencias como por ejemplo, los bajos sueldos, la excesiva presencia de alumnos en aula, la deuda histórica con los profesores, las pruebas estandarizadas y todos aquellos elementos que provocan un una desigualdad de base en los procesos que generan las diferencias entre los establecimientos. Digo esto porque, si bien, hay una intención preliminar de cambiar el sistema educativo en un plano de elementos visibles e incluso desde un discurso (hasta populista) que ha mencionado la posibilidad de la estatización de todo el conjunto educativo, aún no se han planteado, dentro de los puntos de la reforma, un análisis, y menos aún una propuesta clara con respecto de las deudas históricas del Estado con el profesorado: Mejores condiciones de enseñanza; titularidad para los docentes a contrata; descongelar el sueldo mínimo docente y en general, todos esos pequeños detalles horribles que todos conocemos y que a la hora de hacer grandes promesas o de gritar educación gratuita y de calidad, a la gente se le olvidan.
En general, se repitieron los mismos discursos y las mismas consignas que se repiten en todas las marchas. Ya desde la CUT o desde las agrupaciones de estudiantes, uno tiende a escuchar algo que pudiera parecer más de lo mismo y esto es que, si bien, todos estamos a la expectativa de lo que pueda ocurrir con la reforma educacional, existe aún una desconfianza enorme ya que sospechamos que puede tratarse una vez más de un maquillaje para tapar la cara fea de nuestras políticas públicas que siempre terminan por no ser públicas, sino extensiones de las mismas trampas de los pequeños grupos económicos que lo manejan todo. A veces da la impresión de que la gente marcha por costumbre, como si fuera un deporte implementado por el ministerio de salud para mejorar la condición física. Otras veces da la sensación de que marchamos para hacerle la fotografía o los cinco minutos de video que los medios del duopolio se encargan de pasar para que la gente crea que todas las demandas terminan con semáforos en el suelo. Lo triste es pensar que a veces ocurre un poco eso, porque mientras cincuenta mil personas se manifestaban para decir que queremos mejoras laborales para los profesores, a los camarógrafos de prensa les interesaba más esperar junto a los pacos a que empezaran a tirarles piedras, antes que poner atención en lo que la gente estaba diciendo. Lo bueno es que aún la gente marcha y tiene la convicción de hacerlo de forma ordenada y, aunque parezca poco, cincuenta mil personas son mucho más que un piño a pesar de que este tipo de historia o noticia no sean más interesantes para los poderosos que un mordisco de un delantero uruguayo en el mundial de fútbol.
Los fanáticos violentos de siempre
Mientras Tommy Rey tocaba “Muchachita, muchachita, la peineta” apareció ese maldito gas invisible, asfixiante y lacrimógeno, fuerte, como pero de Chuck Norris que carabineros tiene a bien ofrendarnos para que nos enteremos que no les gustó la canción; entonces aparecen los BuenosDiasBuenasTardes como siempre, a rostro cubierto y ocupando una violencia completamente desmedida con sus carros, y guanacos, y motos, y drones, y cámaras, y helicópteros, y caballos, y perros, y zorrillos, y otros a pata y probablemente algunos en paracaídas para contener a cinco punkies flacuchentos que meneaban un semáforo.
Luego de eso ya la historia es conocida. La gente se va tranquilamente a sus casas mientras carabineros comienza con la coreografía repetida de tirar agua, de chutear perros, de meter entre quince a una niñita a un carro policial y aparecen, como decía más arriba, los camarógrafos para tomar imágenes y así justificar que vivimos en un país “en situación de guerra” que bien vale la pena invadirlo.
La gente se va tranquilamente a sus casas mientras carabineros comienza con la coreografía repetida de tirar agua, de chutear perros, de meter entre quince a una niñita a un carro policial
A mí, en lo personal, me sorprende la cantidad de carabineros que hay para contener a tan poca gente al final de una protesta. No sé la razón de sacar tantas motos y carros, cuando en la calle ya no quedaba casi nadie. Me quedé un rato sacando fotos, precisamente porque me parece incomprensible que Carabineros, y más que ellos, el que les ordena saliera a jugar con sus elementos bélicos a la calle, se tome la molestia de poner tanto contingente en ejercicio de danza macabra pues, como decía, no había grandes desmanes que justificaran tanto paco, pero es tanta la necesidad de decirnos que todo en Chile se resuelve con bototos sonando en el piso que aún resuelven desde el miedo cualquier situación que involucre a un grupo de gente diciendo un par de verdades.
Cierro esta crónica con una secreta y muy personal sensación de incertidumbre ya que si bien, me confieso de aquellos que siempre esperan a que sea cierto lo que prometen los presidentes, nuevamente me da la sensación de que nos están engrupiendo, igual que con la LGE, los proyectos hidroeléctricos, igual que como con todas esas cosas en las que uno piensa que algo va a cambiar. Sin embargo, la prensa burguesa hace exáctamente lo mismo que hace siempre, y los pacos hacen exáctamente lo mismo que han hecho toda la vida y al final, por dos semáforos y tres paraderos rotos tenemos que seguir chupándolo callaos.
¡Arriba los que luchan!
artículo y fotos por Arturo LedeZma @arturoledezma
FUENTE: EL CIUDADANO
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