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sábado, 30 de enero de 2016

Después de 40 años la familia Navarro Salinas, realizara funeral de Manuel Jesús Navarro Salinas. Secuestrado y asesinado en los Hornos de Lonquén


MANUEL JESÚS NAVARRO SALINAS
SITUACION REPRESIVA
Manuel Jesús Navarro Salinas, 20 años de edad, ayudante de mecánico, sin militancia política, fue detenido en la mañana del día 7 de octubre en la Plaza de Isla de Maipo, lugar en el que se encontraba acompañado de amigos. Junto con él fueron aprehendidos otros tres jóvenes: Iván Ordóñez Lama, 17 años; Miguel Brant Bustamante, 19 años y José Herrera Villegas, 17 años de edad. Fueron detenidos por personal de Carabineros pertenecientes a la Tenencia de Isla de Maipo y trasladados a ese recinto policial.
Su aprehensión se realizó ante numerosos testigos era día domingo y se encontraban paseando en la plaza.
Los familiares de Manuel Navarro realizaron varias diligencias de búsqueda del joven sin obtener resultados positivos. Le solicitaron también al cura párroco de la localidad que acudiera a la Tenencia, gestión que éste realizó informándole los carabineros que los jóvenes habían sido detenidos por Carabineros pero luego trasladados al Estadio Nacional en Santiago. En este recinto no fueron ubicados.
El mismo día 7 de octubre fueron detenidos en sus respectivos domicilios, once campesinos de la zona, trabajadores del Fundo Naguayán; fueron arrestados también por Carabineros de la dotación de la Tenencia de Isla de Maipo. Estos campesinos son: Enrique René Astudillo Alvarez, 51 años y sus hijos Omar y Ramón Astudillo Rojas de 20 y 27 años respectivamente; los hermanos Carlos, Nelson y Oscar Hernández Flores de 39, 32 y 30 años de edad; Sergio Maureira Lillo de 46 años y sus cuatro hijos: José, Rodolfo, Segundo y Sergio Maureira Muñoz de 26, 22, 24 y 27 años respectivamente.
Todos los detenidos ese día 7 de octubre fueron conducidos a la Tenencia de Isla de Maipo; este recinto fue el último lugar en que testigos los vieron con vida.
El 7 de noviembre de 1975, el delegado de Chile ante las Naciones Unidas Sergio Diez declaró en su exposición ante la Tercera Comisión de la Asamblea General de ese organismo que "muchos de los presuntos desaparecidos no tienen existencia legal", mientras que otros "fueron ubicados en relaciones del Instituto Médico Legal de Santiago". De los quince detenidos en Isla de Maipo aparecen ocho en los listados: uno de ellos, Sergio Maureira Muñoz, sin existencia legal y los otros siete como fallecidos: 1) Enrique Astudillo Alvarez ingreso 3166, fecha de deceso: 7 de octubre de 1973 a las 14 horas. 2) Nelson Hernández Flores, ingreso 3238, fecha de deceso: 11 de octubre de 1973 a las 14:30 horas. 3) Oscar Humberto Hernández Flores, ingreso 3201, fecha de deceso: 9 de octubre de 1973 a las 12:30 horas. 4) José Manuel Herrera Villegas, ingreso 3130, fecha de deceso: 6 de octubre de 1973 a las 11:30 horas. 5) José Manuel Maureira Muñoz, ingreso 3263, fecha de deceso: 11 de octubre de 1973 a las 20:30 horas. 6) Rodolfo Antonio Maureira Muñoz, ingreso 3332, fecha de deceso: 15 de octubre de 1973 a las 13:00 horas. 7) Segundo Armando Maureira Muñoz, ingreso 3335, fecha de deceso: 15 de octubre de 1973 a las 16 horas.
Nunca se pudo establecer el origen y los responsables de la elaboración de estas nóminas.
Durante el mes de noviembre de 1978, un sacerdote de la Iglesia Católica recibió, bajo secreto de confesión, información acerca de un lugar en el que se encontrarían numerosas osamentas humanas.
Considerando la gravedad del hecho, se constituyó una Comisión encargada de verificar su efectividad, antes de formalizar la denuncia judicial.
Esta Comisión fue integrada por Monseñor Enrique Alvear, Obispo Auxiliar de Santiago; Monseñor Cristián Precht, Vicario de la Solidaridad, Jaime Martínez, Director del Semanario "Qué Pasa"; Abraham Santibáñez, Sub-Director de la revista "Hoy" y los abogados Alejandro González y Máximo Pacheco.
La Comisión se constituyó el 30 de noviembre de 1978 en el lugar del hallazgo, una mina abandonada de cal, ubicada en la localidad de Lonquén, pequeño poblado distante 14 kilómetros de la ciudad de Talagante y cercano al pueblo de Isla de Maipo. Allí pudo constatar la existencia de dos hornos, de aproximadamente nueve metros de altura, en uno de los cuales se encontraba un gran número de osamentas humanas.
Realizada la verificación de la información, el Obispo Monseñor Alvear y los abogados Pacheco y González formalizaron al día siguiente, 1ro. de diciembre, la denuncia respectiva ante el Presidente de la Corte Suprema, don Israel Bórquez, solicitándole que diera cuenta de la misma ante el Pleno de ese Tribunal.
De esta manera se dio inicio a la investigación judicial que permitió determinar que las osamentas y prendas de ropa encontradas pertenecían a los quince lugareños detenidos el 7 de octubre de 1973, quienes fueron ejecutados por Carabineros y sus restos enterrados ilegalmente en los hornos.
Los familiares de las víctimas solicitaron la entrega de los cadáveres para darles conveniente sepultura. La Corte marcial dispuso que el Fiscal Militar hiciera entrega de los restos a quien acreditara legalmente el parentesco.
El Fiscal ordenó dar "estricto cumplimiento a esa orden", pero finalmente, el mismo día que iba a oficiarse el funeral, dispuso que, ante la imposibilidad de identificar los restos, salvo los de Sergio Maureira Lillo, se procediera a sepultarlos en la localidad de Isla de Maipo.
El mismo día en que se disponía esta orden, los familiares se habían reunido en la Iglesia Recoleta Franciscana en espera de los restos para celebrar una misa de difuntos, enterándose en esos momentos que los cuerpos habían sido sepultados por funcionarios del Servicio Médico Legal en el Cementerio Municipal de Isla de Maipo, en una fosa común, a excepción de Sergio Maureira Lillo que fue enterrado en fosa individual.
También el Fiscal Militar se negó a autorizar la inscripción de las defunciones en el Registro Civil y de Identificación. Resolución que fue confirmada por la Corte Suprema.
Días después en la Iglesia Catedral de Santiago se realizó una ceremonia fúnebre por el eterno descanso de estas víctimas, sin la presencia de sus restos. Años más tarde los Hornos de Lonquén, que a esa fecha se habían convertido en un lugar de peregrinación, fueron dinamitados.
FUENTE: 

Marcos Cornelio Rodriguez.

 

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