“La revolución social del siglo XIX no puede sacar su poesía del pasado, sino solamente del porvenir. No puede comenzar su propia tarea antes de despojarse de toda veneración supersticiosa por el pasado. Las anteriores revoluciones necesitaban remontarse a los recuerdos de la historia universal para aturdirse acerca de su propio contenido. La revolución del siglo XIX debe dejar que los muertos entierren a sus muertos, para cobrar conciencia de su propio contenido. Allí, la frase desbordaba al contenido; aquí el contenido desborda la frase.”
Carlos Marx1
Elementos generales de la situación política nacional e internacional
Las condiciones objetivas para avanzar hacia el Socialismo a escala mundial se encuentran hoy a la orden del día. El nivel de madurez del sistema económico, con su implacable acceso a todos los rincones del mundo marcan la hora definitiva, la última campanada que comienza a resonar. La hora final de la ignominia se acerca rauda. El implacable flujo histórico remece desde lo mas profundo de las capas tectónicas de la economía capitalista, fracturando la superestructura política de dominación anquilosada y añeja, putrefacta. Ha llegado el tiempo de mudar la piel. Las relaciones sociales de producción ya no resisten la tensión que el desarrollo de las fuerzas productivas le imponen. La democracia burguesa, otrora panacea, paradigma capitalista ha sido lanzada al vertedero de la historia. A medida que la crisis capitalista se profundiza, la burguesía monopólica y financiera, empuja arrogante y feroz, sostenidamente a toda la población mundial hacia el abismo de la autodestrucción planetaria, imponiendo a escala mundial una nueva división internacional del trabajo con la esperanza de que suprima todas y cada una de las expresiones del Estado de Bienestar que aún subsisten, bregando al mismo tiempo para profundizar el dominio hegemónico y la explotación que permita oxigenar la tasa de ganancia y otorgar un nuevo reimpulso al moribundo sistema. En la otra vereda, el proletariado, como única clase social capaz de transformarse en vanguardia de la revolución mundial se robustece aceleradamente en número, gracias al ingente influjo de profesionales, pequeños burgueses y capas medias de todo cuño, precarizadas en su condición de vida, o derechamente expropiados “originariamente” y arrojados a la condición de proletarios sin más. Como parte de este todo caótico, discurre la disputa interburguesa, imperialista en escencia, por la hegemonía política, económica y militar para el reparto del mundo, que se agudiza y hace más necesario que nunca, como consecuencia de la crisis económica, y que tiene como principal escenario de enfrentamiento al Medio Oriente: Siria, Irak, Iran y Yemen; por el momento. La profundización de la crisis económica, ha comenzado este año con un hundimiento de las bolsas mundiales, y amenaza con ser mucho más profunda que la del año 2008. La crisis cataliza y azuza a la bestia imperial a desatar un enfrentamiento generalizado, ramificando el genocidio terrorista y el hambre por todos los continentes del mundo con su barbarie Capitalista. Una muestra de esta descomposición son las recientes oleadas de migrantes a causa de la guerra y la miseria en Irak, Siria y Libia; y los vínculos estrechos de todos los gobiernos del mundo con la corrupción, la promoción del terrorismo y el narcotráfico, entre tantos otros males tan propios del sistema Capitalista.
Proletarios: ¡La historia llama, golpea a nuestra puerta!. Vivimos un periodo histórico de posibilidades nunca antes vistas por la humanidad, así mismo son las graves amenazas que enfrenta. Es en este contexto, el de crisis global y enfrentamiento interimperialista, en que el Socialismo se vislumbra como única alternativa de progreso histórico. En esta fase histórica de la lucha de clases en general, y de la lucha entre la burguesía y el proletariado en particular, el capitalismo está llegando al límite superior de su capacidad expansiva. Como hemos señalado previamente, la condición hegemónica a nivel mundial lo predispone —al Capital— a reducir a cenizas todo aquel vestigio de beneficios sociales, particularmente a aquellos de que se sirvió para contener al socialismo soviético, entre los años 1945 y 1991. El avance de las fuerzas productivas ha sido tan brutal en las últimas décadas, que han terminado por tensionar las relaciones de producción hacia sus límites posibles. El nivel de centralización y acumulación alcanzados en todas las esferas de la producción son tan altos y por tanto los intereses que se ocultan detrás son tan poderosos, que chocan cada día más frecuente e intensamente con los intereses colectivos de la población en general, y con los intereses del proletariado en particular. Todo este proceso, y la presión permanente que ejerce la dominación capitalista sobre el proletariado, provoca necesariamente el despertar del movimiento obrero y popular en los principales centros capitalistas y en cada rincón del planeta donde se expresen las notables contradicciones de que son objeto. Particularmente aguda es la situación en aquellos países golpeados por las medidas de austeridad —para salvar a los bancos—, y aquellos que se encuentran actualmente en medio de la guerra. Sin embargo y a pesar de todos los golpes que está sufriendo la población mundial por obra y arte de un puñado de capitalistas, el proletariado mundial carece de una vanguardia internacional de carácter revolucionaria capaz de llevar a cabo sus tareas históricas, si bien existen expresiones importantes en Medio Oriente, África y América Latina, no existe una voluntad única que aglutine dichas expresiones. Esta sola situación, morigera significativamente la posibilidad histórica a la cual nos enfrentamos para el triunfo definitivo sobre el sistema capitalista y su clase dominante, la burguesía.
A pesar, por un lado, de lo último, sin embargo también en función de este, nuestro deber como organización política, corriente del partido revolucionario nacional e internacional, aspirante a conducir y encabezar el proceso de enfrentamiento con la burguesía local, internacional y el imperialismo, debemos señalar certezas al proletariado y al pueblo en general. Debemos combatir las posiciones que morigeran la certeza histórica del fin del capitalismo y su barbarie, y por último debemos esforzarnos porque dichas certezas sean cumplidas. Así lo señaló Lenin hace prácticamente 100 años, en 1920:
“El movimiento proletario revolucionario en general y el movimiento comunista en particular, que crecen en todo el mundo, no pueden prescindir de analizar y desenmascarar los errores teóricos del “kautskismo”. Esto es tanto más necesario, cuanto que el pacifismo y la “democracia” en general —que no tienen las menores pretensiones de marxismo, pero que exactamente igual que Kautsky y Cia. disimulan la profundidad de las contradicciones del imperialismo y la ineluctabilidad† de la crisis revolucionaria que éste engendra— son corrientes que se hallan todavía extraordinariamente extendidas en todo el mundo. La lucha contra tales tendencias es obligatoria para el partido del proletariado, el cual debe arrancar a la burguesía los pequeños propietarios que ella engaña y los millones de trabajadores cuyas condiciones de vida son más o menos pequeñoburguesas.”2
La coyuntura política y económica se ha hecho sentir en nuestro continente. La desaceleración de China y la caída en los precios de las materias primas, además del más reciente hundimiento de las bolsas mundiales, arrastradas por la baja de la materia prima que domina las transacciones por excelencia, es decir, el petróleo, que llegó a descenderbajo los 30 dólares, han provocado el debilitamiento generalizado de las economías fundamentalmente rentistas, basadas en la extracción de materias primas en general. Particularmente ha afectado a aquellas economías basadas en la exportación de petróleo. Este ciclo económico, está arrojando doblemente al vertedero de la historia las concepciones e ilusiones democrático burguesas de los populismos, progresismos y reformismos de izquierda en América latina; que habían cuajado como “alternativa” en la región al neoliberalismo militante y en oposición cierta a la revolución socialista, aún cuando varias de estas conducciones se vistieron con ropa ajena. Es tal el desgaste y la decadencia del sistema burgués en general, que prácticamente ningún país ha estado exento de los escándalos de corrupción que han hundido a personalidades otrora, no sólo de apariencia progresista sino que además, con gran cercanía con el pueblo: Dilma Rouseff y Michelle Bachelet son solo un ejemplo de gobernantes de países latinoamericanos de militancia de “izquierdas” hundidas hasta el cuello en la corrupción, coludidas con la mafia empresarial, con el capitalismo y con el imperialismo norteamericano. Todo esto, tanto la “anécdota” de la corrupción, como la crisis económica, política y social, han mostrado con toda claridad y amplitud, los estrechos límites de las medidas de bienestar social que pueden ser impulsados dentro de los marcos de un gobierno capitalista. Venezuela y Bolivia, por otro lado, han sido una muestra patente de este fenómeno. En otros casos incluso, las propuestas “progresistas” han sido desenmascaradas y han sido descubiertas como lacayas de los organismos económicos internacionales, el Banco Mundial y el FMI. Es más, a pesar de existir diferencias en torno al nivel de “progresismo”, entre las diferentes naciones sudamericanas, existe un denominador común. Esto es, la crisis económica internacional y por lo tanto, las medidas de ajuste fiscal aplicadas constituyen la mayoría de las propuestas de gobierno, dictadas todas, por las desinteresadas recomendaciones del FMI. Por supuesto, este ajuste será traspasado ágil e inevitablemente a los bolsillos de los trabajadores y del pueblo en general. El efecto de estos ajustes será necesariamente el aumento en las movilizaciones. De esta forma, podemos sostener con firmeza que, el capitalismo a nivel mundial amenaza con someter a un nivel mucho mayor de explotación al proletariado global,forzando la incorporación a esta clase a todas las capas medias pequeñoburguesas; consecuente e inevitablementesurgirá por tanto, desde las cenizas de las generaciones anteriores, la resistencia más obstinada a las draconianas medidas de austeridad y de opresión que acompañarán a las primeras. Eclosionará a continuación, para superar la resistencia y pasar a la ofensiva, las vanguardias obreras, proletarias que catalizarán al partido del proletariado que conducirá la lucha por el Socialismo.
En la actualidad, al no existir bloque socialista, al ser la dominación capitalista globalmente hegemónica, la necesidad de la democracia burguesa está siendo severamente relativizada. ¿Por qué ha de reivindicar libertades el burgués para el proletario si no hay feudalismo que impida la libre concurrencia? ¿Qué sentido tienen las tareas democráticas, las luchas por la ampliación de la democracia, en una sociedad que cada vez menos requiere de su concurso? ¿Qué sentido táctico/estratégico constituye la democracia burguesa, respecto del Socialismo en un contexto donde no existe autocracia ni monarquía que contenga las fuerzas productivas? ¿Qué alianza social de clases, con sectores de burguesía pueden ser promovidos, en un contexto global en donde las burguesías nacionales operan en estrecha complicidad con sus pares imperiales? ¿Podrá obrar la lucha democrática como trampolín para la revolución socialista como lo hizo en el siglo XX, en un contexto de globalización y madurez avanzada del capitalismo? ¿Cuál es la libertad de concurrencia de proletarios y capitalistas que se requiere asegurar a través de instrumentos político jurídicos democráticos, siendo que concretamente no existen trabas para tal concurrencia? Si no hay trabas para la libre concurrencia —vale decir, el feudalismo— ¿Cuál es la forma que debe adoptar el nuevo instrumento jurídico/político? Las fuerzas productivas desarrolladas hasta ahora, están develando y señalando como obsoletas a todas las instituciones de la democracia burguesa moderna, al parlamento, a la justicia y al ejecutivo. La tecnología a disposición, la capacidad de información instantánea y a nivel mundial están saboteando la dominación burguesa, el peso relativo de los medios de comunicación hegemónico disminuye poco a poco, están corrompiendo la hegemonía por el consenso de los dominados, dicha posibilidad está siendo minada por el amplio desarrollo de las fuerzas productivas llevado a cabo en los últimos 20 años, y por el propio avance del capitalismo en su fase Imperial madura, donde el monopolio y la corrupción derivada de este, socava también las bases mismas de la dominación hegemónica. Es por esto que la mascarada de democracia se está haciendo insostenible, máxime en contexto de estancamiento general de las fuerzas productivas, en crisis abierta, la lucha se volverá violenta. Es por estas razones, por las que hemos determinado la necesidad implacable de avanzar ininterrumpidamente por la revolución Socialista Latino Americana e Internacional.
En el escenario nacional los hechos nos pueden ser más evidentes, tendríamos que gastar mucho tiempo en un ejercicio más periodístico que político, más descriptivo que propositivo para dar a conocer la infinidad de hechos que siguen apareciendo y que ligan la corrupción, la delincuencia empresarial y político empresarial, al narcotráfico, entre otros; con la evidente y profunda crisis de legitimidad que vive el régimen político chileno. Por este motivo hemos querido poner énfasis en lo que consideramos una tarea central para el actual momento político, y que es preguntarnos ¿Cómo podemos contribuir a profundizar esta crisis?
Hace bastante tiempo que hemos sostenido esta tesis, instalándola en los espacios de influencia, en los espacios de coordinación política, con nuestros aliados políticos; señalando por ejemplo, que la corrupción es propia al sistema Capitalista3. La infinidad de casos publicados en la prensa, al mismo tiempo que han profundizado la crisis de legitimidad, también han confirmado y seguirán confirmando que no son casos aislados de manzanas podridas de un cajón sano, sino que son parte inherente y estructural a la sociedad burguesa, fundada sobre la explotación del hombre por el hombre, la extracción forzosa y por tanto robo de plusvalía. Es más, hemos indicado que la actual situación de crisis de legitimidad, responde incluso a un evidente problema orgánico, de agotamiento del modelo4, o patrón de acumulación, por lo tanto la actual coyuntura de crisis de legitimidad del régimen político y el ascenso en la lucha se masas que se ha abierto esta última década, es parte de un problema más profundo y estructural que enfrenta el capital con un evidente agotamiento del modelo de dominación debido al desarrollo de sus fuerzas productivas, que en el contexto de crisis internacional, instalan la necesidad de avanzar ininterrumpidamente por soluciones radicales y superiores que superen dicho escenario, en clave revolucionaria.
No obstante, si profundizamos un poco más en la actual situación de la lucha de clases, podríamos constatar que a pesar de la crisis de legitimidad anteriormente descrita, en términos de fuerza real o de poder efectivo la hegemonía de las clases dominantes ha sido trastocada levemente. El consenso de los dominados ha sufrido fisuras. Las instituciones, los empresarios y los partidos tradicionales han sido fuertemente cuestionados, sin embargo, los aspectos que tienen relación con la fuerza coercitiva de los poderosos se encuentra intacta. Así lo demostraron, por ejemplo, los hechos en la asonada de los camioneros provenientes del sur y la ausencia de una respuesta coordinada desde las organizaciones revolucionarias y los espacios de masas donde se tiene representatividad. Además es necesario precisar que dicho cuestionamiento de las masas antes mencionado, a pesar de ser amplio, es limitado en cuanto a la profundidad de la reflexión política, y por lo mismo, es aún incapaz de perspectivar la solución de fondo, una alternativa radical de superación del Capitalismo. De igual forma, tampoco será capaz de desarrollar dicha alternativa en forma espontánea, sin recurrir a la ciencia, a la teoría y a la acción del proletariado revolucionario. Es precisamente ésta, la tarea de los revolucionarios, dotar de estos elementos al conjunto del proletariado, de los trabajadores y del pueblo.
Actualmente el principal actor en lucha radical contra el capitalismo es el Pueblo Mapuche, quienes están a la ofensiva desde el punto de vista del enfrentamiento abierto contra el Estado, desarrollando un clima de conflictividad permanente, mientras que los niveles de enfrentamiento ejercidos desde el proletariado, su vanguardia, y otros sectores en lucha, escasamente crean problemas de ingobernabilidad a los poderosos, principalmente por el carácter principalmente reivindicativo de las luchas, que son con frecuencia son cooptadas por el Estado. Por supuesto que un hecho notorio es la ausencia de la conducción y práctica revolucionaria relevante en estos conflictos.
Por lo tanto, creemos como organización que ante el escenario de crisis de legitimidad, los revolucionarios debemos cumplir un rol protagónico en su profundización y transformación en crisis de gobernabilidad. Consideramos que es sumamente valioso, sin embargo insuficiente, creer que solo desde la representación estudiantil podremos conseguir dicha tarea. Debemos contar con las masas del proletariado dispuestas en la lucha política y con un accionar permanente y decidido desde las organizaciones políticas para la profundización de la crisis y su transformación cualitativa.
Lamentablemente nos hemos encontrado con bastantes posturas que subestiman el actual escenario político, indicando que la crisis de legitimidad no es tal, esgrimiendo la necesidad de seguir acumulando fuerzas, eternamente en frío, desde los espacios sociales. Dicha postura la consideramos conservadora, en el sentido de esperar infinitamente las condiciones para romper el consenso de los dominados, cuando la tarea revolucionaria, precisamente, es crear dichas condiciones. Por lo tanto, ponemos énfasis en señalar que lo que hoy está en juego es precisamente la posibilidad de avanzar a un nuevo escenario en la lucha de clases o de lo contrario estancarnos y comenzar un profundo retroceso de reconstitución de la legitimidad del sistema.
Dirección Nacional
Abril, 2016
Notas:
1 El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, Carlos Marx. Obras Escogidas en tres tomos, Tomo I, pág. 410,411. Ed. Progreso, 1973
† Ineluctable. Dicho de una cosa: Contra la cual no puede lucharse.
2 El imperialismo Fase Superior del Capitalismo, Lenin. Prólogo a las ediciones francesa y alemana. Pág. 15, 16. Editorial Quimantú, 1972. El destacado es nuestro.
3 La Corrupción está en el ADN del Capitalismo. Abril 2015.http://unicasolucionrevolucion.blogspot.cl/2015/04/la-corrupcion-esta-en-el-adn-del_6.html
4 Apuntes para la Situación Política Nacional e Internacional - Septiembre 2015http://unicasolucionrevolucion.blogspot.cl/2015/09/apuntes-para-la-situacion-politica.html
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