Del Libro "De la Brigada Secundaria al Cordón Cerrillos
El 10 de septiembre lo pasamos
con Vinka y su familia en la casa de la Población La Victoria,
preparándonos para la ceremonia de nuestro matrimonio. Sería en el
Registro Civil de Ñuñoa y asistiría parte de mi familia. Nos acostamos
muy tarde, sin escuchar radio y desconectado de lo que pasaba en el
país. A las seis estábamos ya en pie cuidando los últimos detalles antes
de salir. Alrededor de las siete y media dejamos la casa rumbo a la
Estación Central. Al llegar ahí, comenzamos a ver camiones transportando
tropas y movimientos inusuales. Comencé a ponerme nervioso sospechando
que estábamos ante el golpe. Lo comenté con Vinka y don Vicente, pero
como en los últimos meses habían existido numerosos allanamientos a
fabricas y locales populares, pensamos que quizás se trataba de un gran
allanamiento a la Universidad Técnica o algo similar. No recuerdo como
logramos llegar la Plaza Nuñoa y al Registro Civil. Solo recién ahí,
viene la confirmación de lo grave de la situación: una funcionaria nos
informa que hay problemas y que la oficina ha suspendido toda atención,
que posiblemente hay Golpe de Estado. Alterado, comenzamos a discutir
con Vinka quien cree que me estoy corriendo del compromiso. Mi suegro
interviene y corta la discusión. Parto sin muchas esperanzas de
volverlos a ver. No se como llegue a Cerrillos, recuerdo que subía y
bajaba de vehículos que me iban acercando, que recorría tramos del
camino medio corriendo o caminando y que por las calles iba recogiendo
información: “Se sublevó la Armada” - cuenta un comerciante-, “Hay
combates en Tomas Moro y la Moneda” – informa un estudiante, “Se están
agarrando entre ellos” – comenta sonriendo un trabajador, “El general
Prats avanza con divisiones desde el norte”- agrega no se quien.
Finalmente, pasando la calle Buzeta encaramado en un camión, llegue al Cordón Cerrillos, observando impactado el panorama: frente a las industrias nidos de ametralladoras y tropas en actitud beligerante apuntando a los trabajadores. Hileras de personas transitan a pie por Camino a Melipilla sin hablar ni hacer comentarios. Tampoco recuerdo como atravesé Maipú para llegar al otro extremo a la Industria Perlack.
Ya estaban en el lugar la mayoría de los miembros de la Dirección Local y algunos militantes y dirigentes sindicales, campesinos y pobladores.
Luego de un rato de ansiosos y nerviosos comentarios, Renato dio inicio a una reunión que continuamente era interrumpida para escuchar las noticias que llegaban. Parte informando que no tiene contactos con la Comisión Política o el Comité Regional, por tanto sabe lo mismo que nosotros respecto al golpe en desarrollo. Adrián cuenta que alcanzó a escuchar al Presidente Allende en algunas radios, pero que ahora hay cadena y que habían silenciado Radio Magallanes por donde estaba saliendo Allende. Santos Romeo informa de una reunión de emergencia convocada por el Cordón, para a reglón seguido afirmar que no hay comunicaciones con varios dirigentes importantes y decisivos para articular alguna respuesta de masas. Chino Bertín informa que se ha conectado con militantes comunistas y que ellos se están concentrando en algunas de las industrias grandes, con órdenes de tomarlas y esperar los acontecimientos, sobretodo a la espera de si se cierra el parlamento o no. Aún no hay informaciones claras del sector campesino y desde pobladores se nos informa que hay tropas provenientes de fuera de Santiago acuarteladas en la FISA, en la Piscina Maipú y que hay patrullajes esporádicos en algunas poblaciones. Desde el Mercado Popular se informa que miembros de las brigadas que conducen el Malo y el Guajiro se están reuniendo allí, a la espera de instrucciones. Es el momento de las decisiones militares y los ojos buscan interrogando a “Diego” el responsable militar del Comité Local.
Estoy nervioso. La boca seca me impide hablar fluido. Por mi mente pasa raudo el pensamiento: tengo veintiún años, se mucho en teoría pero no tengo experiencia practica alguna y que lo que diga será determinante para la vida o quizás la muerte de quienes estamos ahí. Respiro profundo y trato de exponer lo más claro posible: no hay contacto con la Comisión Política ni con el Regional por tanto ignoramos la envergadura de los sucesos, hay un contacto telefónico con Gaspar de la CREM quien ha prometido que, si se llega a generar resistencia armada en el sector, enviará una escuadra de Fuerza Central al Cordón, vale decir seis fusiles, dos ametralladoras y quizás un lanzacohetes. La noticia parece alegrar a algunos. A continuación lanzo el balde de agua fría: la unidad operativa está perdida y de los cuatro compañeros que la componen, ninguno ha llegado al sector. ¿Deserción? ¿Están acuarteladas en otro lado y obedeciendo una conducción central? Explico que quizás no pudieron llegar por los problemas de transito, ausencia de transporte publico, pero mientras explico, me doy cuenta que ni yo mismo me convenzo del asunto puesto que, personalmente atravesé todo Santiago, primero desde la población La Victoria a Ñuñoa y luego regresé de Ñuñoa a Maipú. Lo cierto es que, explico, no tenemos la subametralladora ni las cuatro armas cortas, ni el vehículo de la unidad. Tampoco aparece la gente de Talleres y Logística que manejan algunos depósitos de armas caseras, ni los tres militantes de informaciones ni las compañeras de comunicaciones que tienen la radio de onda corta prevista para la ocasión. Vale decir, todo el aparato técnico militar del Comité Local se ha esfumado, no existe en el único momento para el que durante un par de años y los últimos meses se venían preparando. Solo está el equipo de dirección, los militantes de los frentes sociales y la masa. ¿Que tenemos para resistir? Solo tenemos una idea de maniobra general de autodefensa trabajada largamente con sectores de masas, pero qué, para ponerla en practica no se dan las mínimas condiciones: no hay focos de resistencia en Santiago, ni en las cercanías, no hay unidades de las FFA descolgándose del mando golpista, no hay masas en la calle, no hay información de lo que pasa en el país, no tenemos armamento. Solo la voluntad y empuje de los sectores más decididos.
La reunión termina con una resolución de transición evaluando que no se sabe con certezas que magnitud tiene el intento golpista, Se plantea salir a buscar informaciones, coordinación con los partidos de izquierda, buscar medios materiales para resistir, sacar a la gente del Mercado Popular y mandarla a casas de seguridad y conectar a la militancia que está dispersa. Se fija reunión de consulta y evaluación a las 15.00.
Salimos con Adrián a explorar la zona en un vehículo. En el sector industrial algunos puntos controlados por las FFAA han sido retirados y piquetes de obreros comienzan a asomarse en algunas industrias. Algunos que nos conocen nos reclaman armas y nos insultan cuando les decimos que no tenemos. Al regresar, nos encontramos que, sobretodo las trabajadoras de Perlack han salido a la calle armando barricadas. Se ve a lo lejos, el humo que comienza a salir de las barricadas de FENSA, por lo que dos de los puntos señalados para resistir, están comenzando a funcionar.
Sobre la marcha comenzamos a constituir una pequeña fuerza operativa con trabajadores de Perlack y militantes sueltos que llegan al lugar. Aparecen dos fusiles mecánicos, Guajiro aporta una pistola, Santos Romeo cuatro armas cortas de la industria más la mía hacen seis. Voy al depósito cercano, la casa del profesor y regreso con dos cajas de granadas hechizas que no tienen sistema de encendido. En la fábrica se improvisa un taller y se comienzan a poner a punto. De repente los gritos llegan a donde estamos: están bombardeando la Moneda. Desde lugares en altura se pueden observar las maniobras de los aviones. La gente de las barricadas se enardece y ya hay llantos de dolor y furia. Las mujeres desde las barricadas increpan a los hombres para que salgan a la calle. De súbito aparece en el lugar una camioneta con soldados de la FACH. Son rodeados por la gente que grita y los insulta. Se descontrolan y un grupo de ellos se repliega mientras se intenta desarmar a dos de ellos. La situación es confusa: ellos no quieren disparar y crece el rumor que vienen a sumarse a la resistencia. Finalmente se van y a los pocos minutos aparecen dos helicópteros que vuelan rasantes y disparan a la calle sin herir a nadie. Un nuevo pase de los helicópteros y ahora si las balas pican en el cemento y dejan un reguero igual que en las películas. Se van los helicópteros y un rato después llega la información de que en algunas industrias no controladas por los militares se están entregando productos a la población y entregando dinero a sus trabajadores.
Junto a Guajiro y Adrián hemos establecido un pequeño mando. Tomamos algunas medidas y parte de la pequeña fuerza, al mando de “Peluso”, un obrero de Perlack, se instala en la cima de la pequeña colina a la entrada de Maipú. Se camuflan a la espera de que regresen los helicópteros. Están nerviosos, saben que solo tienen fusiles mecánicos, pero todos confiamos en el factor sorpresa. Chango, Santos Romeo y el Chino regresan con noticias: no hay reunión del Cordón: los dirigentes socialistas se han esfumado y solo están algunos dirigentes comunistas, sobretodo en FENSA donde se han concentrado y la tienen tomada. En la cercanía de la industria hay dos carros y no se sabe si son tanques o carros de asalto. Se presume que se preparan para entrar a la industria porque se ha visto concentración de tropas en la cercanía.
Un helicóptero regresa para atacar la barricada de Perlack y se encuentra de lleno y sorpresivamente con el fuego que desde altura realizan los compañeros. Se eleva y comienza a girar sin control. La gente sale nuevamente a la calle y grita de alegría mirando al helicóptero que se pierde en el horizonte sin que sepamos si fue derribado o no.
Ahora si las noticias se amontonan: la Moneda fue bombardeada y se presume que Allende ha muerto el combate. Llegan noticias de enfrentamientos en La Legua y en Vicuña Mackenna. Desde FENSA se informa que el desalojo es inminente y que los compañeros del FTR se han retirado ante el abucheo de la gente del PC que quiere resistir sin armamento. Llegan los militantes trabajadores de FENSA y se les ordena acuartelarse en casa cercana. La reunión de Dirección se suspende hasta las ocho. Renato decide salir de la zona y viajar a Santiago para tomar contacto y tener noticias. Adrián asume la conducción.
Por mi parte, ya tengo un cuadro claro de fuerzas que se están agrupando a lo menos en cuatro puntos: los trabajadores de Perlack que se trasladan a una casa de madera que llamamos “La Escuela “, los de FENSA que están en casas de seguridad, los pobladores que estaban en el Mercado dirigidos por el Malo, un grupo de jóvenes que desde Las Rejas han comenzado a desplazarse para llegar a Maipú. También hay avances respecto a medios materiales: una fracción del PS quiere hacernos entrega de granadas industriales, y un militante de la IC ha entregado un saco de armas entre las cuales hay una decena de armas entre subametralladoras, pistolas, revólveres y suficiente parque.
Poco antes de las ocho me dirijo a la casa de reunión. Mala cosa. La zona está rodeada por las FFAA que comienzan a peinar el sector. Voy a la casa de alternativa. Es la casa de la madre de un miembro de dirección del MIR. Ella es española, sobreviviente de la Guerra Civil y de carácter fuerte. Cocina mientras algunos miran la televisión. En el relajo, siento que el estomago me aprieta y comienzo a tiritar. Estoy como autómata. Ella se acerca, me mira y comenta que estoy en shock, que lo ha visto antes en la guerra española. Me lleva a su pieza y me ordena dormir. No se cuanto rato duermo. Despierto alarmado y más despejado. Regreso a la reunión justo para escuchar al General Leight prometer que extirpará el cáncer marxista.
La reunión comienza y el análisis es claro: no hay orientaciones de nuestro mando, de la Comisión Política o de la CREM, no hay respuesta masiva frente al golpe y aunque las FFAA han usado la sorpresa, no está claro lo que vendrá. En la comuna, las FFAA controlan algunos puntos pero no los caminos ni las poblaciones. Se cuenta con medios y fuerza para intentar algo. Hay consenso. La discusión se traslada a la alternativa del uso de las fuerza, a la necesidad de responder al golpe versus la continuidad de la lucha y la preservación de las fuerzas. ¿Y si están surgiendo focos de resistencia en otros lugares? ¿Será verdad lo captado en radio onda corta respecto a levantamientos en Panguipulli? ¿Y el levantamiento en Linares que comentan otros? Sabemos que hay fuerza y militancia entre los suboficiales, soldados y clases, no solo del MIR sino de otros partidos. Y estas fuerzas solo pueden activarse a condición de exista resistencia popular. La discusión gira y vuelve nuevamente al mismo punto: no hay información, no hay claridad. El Golpe ha sido exitoso y respecto a nosotros nos pillo desarticulados, intervenidos, desconectados, creyendo que se impondría la conciliación. No hay comunicaciones internas, el aparato orgánico no responde, no aparecen los militantes técnico militares, solo están los militantes de base de los frentes, los pocos pobladores, obreros y estudiantes que nos acompañan.
El Golpe se está imponiendo sin contrapeso y hablar de continuidad de la lucha es impensable sin hacer nada. El partido y nuestra propuesta no tendrán credibilidad si no luchamos. Hablan todos entregando sus opiniones. No hay optimismo en las palabras de Chango, Adrián, Bertín, Pepe Amigo, Guajiro, Máximo y Santos Romeo. Finalmente éste último insiste en que no podemos dejar pasar el momento histórico sin hacer nada, y que lo que hagamos siempre será mejor a no hacer nada. Termina diciendo que quizás nos maten en el intento, pero que la historia recordará algún día al puñado de hombres y mujeres que lucharon como sinónimo de consecuencia.
Está todo dicho. Guajiro y Chino salen a buscar las armas que pasará el grupo del P.S., Pepe Amigo, “el Malo”, sale a buscar a su grupo con orden de concurrir a la Escuela, donde se concentrará toda la fuerza disponible. Adrián, Máximo, Chango y Santos Romeo no participarán en acciones y darán continuidad a la lucha.
Salgo con un ex compañero del GAP, recientemente trasladado al GPM, que ha llegado a luchar junto a nosotros. Vamos a buscar las armas escondidas en un depósito. A poco andar sentimos disparos y carreras. Nos ocultamos y luego de algunos minutos vemos, a lo lejos, una micro y un piquete de uniformados en la calle. Me imagino que son una especie de patrulla explorando. Disparamos algunos tiros y nos vamos del lugar sin saber que esa acción está salvando la vida a nuestro compañero Chino Bertín quien junto a Guajiro han caído en un control. Guajiro gravemente herido logra cubrir la retirada de Bertín quien finalmente acorralado, lanza una granada casera hiriendo a un militar. Cuando está siendo reducido, los disparos que hemos realizados desde lejos, obligan al vehículo a replegarse llevándolo prisionero.
Ahora me invade una tranquilidad especial. Es saber que la suerte está echada y que cualquiera sea el futuro que nos depare, en ese futuro no estará la recriminación por no hacer nada. Llegamos al Camino a Pajarito: algunos soldados han tendido un cerco que tiene mucho espacio entre soldado y soldado. Nos arrastramos y logramos pasar en silencio. Es relativamente fácil llegar a la casa donde vamos: no hay gente en las calles y solo nos acompaña el ladrido constante de los perros. Con el saco de armas, regresamos por el mismo camino. A la escuela ha llegado media docena de trabajadores de Perlack. Salgo a buscar a los de FENSA y regreso con tres de ellos, dejando a los casados y más viejos sin poder participar. Mientras esperamos al grupo de Las Rejas y al del Malo, se entrega una corta instrucción y orden de combate: vamos a atacar la Comisaría de Maipú. La espera se hace tensa y nadie aparece. Hago recuento de hombres y armas y el grupo permite constituir una patrulla. Asumo el mando y ordeno salir en posición de combate y armas a la vista.
Algunas persianas se abren al vernos pasar caminando en dos hileras por la calle Segunda Transversal. Voy a la vanguardia, algunos metros adelante del grupo. De repente, cuando comenzamos a subir una suave pendiente, veo en lo alto un vehículo que se desplaza en la oscuridad. No trae luces pero su contorno muestra una baliza en su parte superior. Imagino que es un vehículo militar. Ordeno desplegarse en campana, esperando que entren a la emboscada, y abrir fuego solo cuando yo lo haga.
Repentinamente el vehículo acelera y entra en nuestro campo de fuego. Salgo a la calle y comienzo a disparar. En medio de los tiros, escucho gritos de auxilio, y el asombro me paraliza un segundo: son gritos de Pepe Amigo desde el interior. Grito como nunca que se suspenda el fuego y corro a abrir la puerta. Un grupo de desfigurados compañeros, llenos de dolor y rabia por el equivoco, salen gimiendo y gritando desde el furgón azul que habían recuperado para llegar hasta nosotros. Mauricio el chofer, agoniza por los impactos de las balas. Pepe Amigo salta al volante y se aleja gritando que lo llevará a la posta.
El grupo está en silencio. No hay reproches y eso duele aún más. Retomo el mando y cambiando objetivo. La moral combativa se ha perdido en el incidente. Nos vamos al Camino a Pajaritos a hostigar a los vehículos militares. Regresamos a la escuela al amanecer con el peso de una derrota total. El silencio entre nosotros es espantoso.
Escondemos las armas en una arboleda cercana a la “Escuela” y nos citamos para un día después.
Regreso a la Victoria. Allá las cosas están muy mal. Mi suegro apenas habla. Vinka me cuenta que pudieron escuchar el último mensaje del Presidente Allende y que en la población a sido escasa o casi nula la resistencia: algunos compañeros de diversos partidos más un grupo de detectives de izquierda habían levantado barricadas y se habían tiroteado con patrullas militares. Ayudo a Vinka a quemar papelería. Imagino que medio Chile está quemando documentos, libros, papeles. Al atardecer, decido regresar a Maipú. Recibo las bendiciones de doña Maria y pienso que claro que las vamos a necesitar.
Llego a Perlack y me encuentro con lo que queda del grupo de militantes de Las Rejas que nos iban a apoyar. Están aún mojados. Trataron de pasar durante la noche y tuvieron que esconderse en zanjas y canaletas. Me cuentan que Pepe Amigo anda en la cercanía, que Mauricio falleció a consecuencia de los disparos, que Bertín y Guajiro fueron vistos agonizando en la posta local. Salgo a buscar al Malo y deambulo por diversos lugares hasta que nos encontramos. Nos vamos a una casa donde supuestamente está Adrián. No está, pero la compañera que allí vive se ofrece para cambiar en algo nuestro aspecto. Comienza a cortarme el pelo en momentos que Pepe Amigo sale a buscar a uno o dos compañeros más: intentaremos recuperar las armas y llevarlas a un depósito más confiable, en un fundo del Camino a Rinconada. Solo han pasado dos o tres minutos desde la salida de Pepe, cuando el cerco se deja caer. Salgo con la cabeza a medio rapar, escabulléndome por entre los patios de la población.
Al anochecer nos volvemos a juntar en la “escuela”. Ahora solo somos seis: dos trabajadores de FENSA, el Bigote y el Guagua, de pobladores, Pepe Amigo y yo.
Rescatamos las armas y nos vamos a través de los potreros orillando el Zanjón de la Aguada. Avanzamos lentamente cuidándonos de que no se nos vea. Finalmente a campo traviesa, caminando en la noche rumbo al Fundo La Unión nos sentimos más confiados. Llegamos alrededor de la una de la mañana. Escondemos las armas y el grupo espera mientras voy a conversar con el viejo campesino de los tiros 30.30. No se sorprende de vernos. Informa que en el sector no hay militares y que podemos quedarnos. Regreso por los compañeros y junto al fogón comimos papas asadas que su compañera nos prepara. Salimos junto a Pepe a enterrar el armamento sin que el resto de personas se enteren donde. Terminado esto, organizamos la guardia y turnos para dormir. Me siento afortunado porque no seré del primer turno de guardia. Me entierro en el heno y me duermo de inmediato.
No se cuanto dormí. Desperté con un culatazo en pleno rostro. Boinas Negras gritan, disparan y nos golpean. Siento que el miedo se ha instalado entre mis piernas y esfínteres. Me digo a mi mismo que debo mantener la calma, que no debo abandonarme al terror. Me pongo de pie pensando en nuca caer de rodillas.
Tomado de: Almanaque Negro 2
Radio Popular Enrique Torres
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