Estimadas compañeras y compañeros:
En primer lugar quisiera agradecer a la Federación de Estudiantes de la
Universidad Católica de Concepción, a la Red de Colectivos y al
Colectivo Poder Popular por la invitación que nos hicieran a participar
de este foro. Saludo cordialmente a los asistentes a este acto, que se
desarrolla en esta ciudad, hoy día tan convulsionada por la lucha que
vienen desplegando tanto los estudiantes como los peñis que han asumido
una dramática huelga de hambre que lleva ya 54 días por parte de los
mapuches hospitalizados y 19 días de quienes están en la Cárcel de
Temuco.
Trataremos de sintetizar al máximo nuestra exposición para poder recoger
preguntas e intervenciones que enriquezcan esta actividad, toda vez que
ambos temas Poder Popular y Coyuntura Política son temas muy presentes
en los debates de los colectivos, organizaciones sociales de base, y en
esta franja de pueblo que comienza a converger, a coordinarse en las
luchas concretas, proceso que puede significar comenzar a revertir la
fragmentación, atomización y desarticulación que hemos vivido quienes
tenemos la convicción política de la necesidad de luchar por la
transformación revolucionaria de la sociedad.
Quisiera instalar una primera pregunta: ¿Por qué emerge ésta consigna,
éste concepto justamente hoy? ¿Por qué emergió esta misma consigna
durante una fase particular de la lucha de clases en los años 70 y
reapareció nuevamente con fuerzas en la época de mayor despliegue de la
lucha de masas contra la dictadura militar?
A mi juicio, esta consigna de Poder Popular, como la entendemos los
revolucionarios – ya daremos cuenta de los intentos del reformismo y de
otras corrientes de cooptarla o combatirla – emerge como síntesis, como
icono de los sectores sociales y políticos que chocan directamente con
el Estado, con la institucionalidad burguesa y con todos los aparatos
de dominación y represión, en su proceso de constituirse como fuerza
revolucionaria con proyecto propio, con independencia de clase, cuando
justamente todos los mecanismos del Estado cierran las posibilidades de
mantener el ascenso de las luchas, cuando se cierra toda posibilidad de
lograr conquistas y avances en el marco de la legalidad que instalan los
patrones.
Cuando las canaletas, camisas de fuerzas, hegemonía ideológica instalada
por la burguesía son el obstáculo inmediato a superar para alcanzar los
objetivos no de largo plazo, sino los objetivos inmediatos que se
plantean las masas.- Obviamente, el Poder Popular comienza a murmurarse,
a instalarse, cuando existe lucha, movilización ascendente, cuando
franjas importantes del pueblo comienzan a constituirse larvadamente
como pueblo consciente, con conciencia de sus capacidades, de su rol
histórico, cuando comienza a develarse para muchos el carácter del
estado, el carácter de la dominación, y se pone en evidencia los
intereses contradictorios de las clases y el rol que juegan en la lucha
de clases las diversas propuestas políticas.
Podemos afirmar, reitero, de manera muy sintética, que la emergencia del
Poder Popular en los años 70, tiene que ver con el agotamiento, para
las masas, de los mecanismos y leyes que el Estado mantenía para
resolver las demandas reivindicativas mas urgentes, y la imposibilidad
para estas, por tanto de resolver sus problemas de sobrevida, esto es,
en el marco de un ascenso constante de las luchas de las masas y del
agotamiento del modelo económico instalado por las clases dominantes.
Son las acciones directas de masas, concebidas también como táctica por
las organizaciones revolucionarias de la época, que hacen posible tomas
de terrenos, de escuelas, recinto universitario y de algunas fábricas,
previo al ascenso del Gobierno de Allende, con control territorial,
sobretodo en las tomas de terreno, desarrollo de milicias de
autodefensa, leyes internas que regulaban diversas actividades
culturales, de producción, educación y sociales de campamentos que
estaban permanentemente movilizados, saliendo a la calle, enfrentándose
con los diversos aparatos del Estado: represivos, jurídicos,
contraloría, instituciones de salud, municipios, etc.
La instalación del Gobierno de la Unidad Popular significó la puesta en
marcha de su programa que no era la toma del Poder, ni la revolución
socialista, sino un conjunto de reformas contenidas en las 40 medidas
básica que afectaban profundamente al imperialismo y a sectores de la
burguesía pero aceptando el marco que la legalidad de la burguesa,
impuso desde el inicio a través de la firma del Estatuto de Garantías
Constitucionales. Esta línea estratégica, presentada como “La vía
chilena al socialismo” instalaba cambios importantes en el sistema
capitalista, pero sin resolver el problema del Poder y su expresión en
el Estado como conjuntos de aparatos e instituciones establecidas para
la opresión de las clases explotadas. Evidentemente los revolucionarios
apoyamos al Gobierno de Allende, incluida la participación en su sistema
de defensa y las medidas inicialmente impulsadas y que significaron
desencadenar la ofensiva del imperialismo y de las clases patronales
quienes diseñaron desde el inicio su estrategia, conocida como la
estrategia de los mariscales rusos que describió el demócrata cristiano
Claudio Orrego: convertir la institucionalidad burguesa en el Moscú
inclaudicable y presentar una larga línea de defensa del sistema a
través de las movilizaciones de sus fuerzas políticas y sociales. Así,
desencadenaron boicott a la producción, paralizaciones de faenas, paro
de camioneros y de gremios de los llamados “profesionales”, cierre del
comercio, salieron a las calles, atacaron a las fuerzas populares lo que
desató a su vez la enorme movilización de las masas que a través de las
acciones directas tomaron comercios, camiones, fundos, fabricas,
escuelas, terrenos, conteniendo la ofensiva burguesa e instalando
diversas formas de control y poder popular. Es momento clave en el
proceso, momento en que las clases dominantes ven desplomarse su
ofensiva y comienzan a buscar una nueva estrategia, pero momento también
en que se abren dos líneas diferentes en el seno del movimiento popular
que se enfrentan en el llamado “Conclave de lo Curro” y que se expresan
en el “Consolidar para avanzar” y en el “Avanzar sin Tranzar”, línea
primero que sostiene el dirigente del PC Orlando Millas a través de un
editorial del diario El Siglo que señala que el carácter de la
revolución es democrático nacional, que implica alianzas con sectores de
una supuesta burguesía nacional progresista y mantener el proceso
dentro de la legalidad burguesa establecida, en otras palabras, buscar
entendimientos con la DC, Iglesia, los gremios profesionales, y devolver
las fabricas, fundos, medios de producción, servicio y comercio
tomados por las fuerzas populares. La otra línea, sostenida por un
sector de la Unidad Popular y por el MIR plantea profundizar el
desarrollo del Poder Popular, profundizar las alianzas sociales,
incorporar en ellas a los suboficiales, soldados y tropas de las
distintas ramas de las FFAA que venían señalando sus reivindicaciones y
enfrentar a los restantes aparatos del Estado que venían apoyando las
acciones de los patrones: Parlamento, Contraloría, Justicia, medios de
comunicación privados, etc.
El resto de la historia es por ustedes conocida: la estrategia de las
clases dominantes avanzó aprovechando justamente las contradicciones en
el campo popular: mientras descaradamente un sector preparaba las
condiciones para desatar el golpe militar desencadenando acciones de
todo tipo, incluido el asesinato del Edecán del Presidente, bombazos,
sabotajes, el otro sector, el que se suponía en la propuesta reformista
que era posible a ganar, amarraba en diálogos, en mesa de negociaciones e
imponían concesiones al Gobierno: salida de Ministros, devolución de
empresas, incorporación de Generales a ministerios, aprobación de la Ley
de Control de armas que significo licencia a las FFAA para intervenir
abiertamente en la lucha de clases allanando fabricas, fundos y
escuelas, y la detención y proceso de marinos que se articulaban
precisamente para impedir las acciones de la oficialidad golpista.
Dicho de otro modo, la INICIATIVA pasó de manos del campo popular a
manos de las clases dominantes y las fuerzas que desarrollaban Poder
Popular no tuvieron las capacidades ni la decisión política de pasar a
la ofensiva convocada precisamente por el MIR en el histórico discurso
de Miguel Enríquez en el teatro Caupolicán.
Han pasado 39 años desde estos hechos. A la derrota del año 1973, se
suma la derrota de los años 80, salida negociada a la dictadura que
significó la profundización del modelo neoliberal, legitimación del
sistema político instalado por la dictadura y su espuria Constitución.
Años en que como nunca las clases dominantes han impuesto sus intereses
en todos los planos frente a un movimiento popular atomizado,
fragmentado, dominado ampliamente en términos ideológicos, sin
capacidad alguna para levantar una alternativa política con respaldo
social y proyecto propio. La tarea inconclusa de la dictadura de
aniquilar física y materialmente todo vestigio de alternativa popular,
de militantes sociales y políticos, de organizaciones y derechos
establecidos en las leyes, bajo los gobiernos post dictadura se
continuaron con la legitimación del Estado burgués, de sus aparatos de
dominación, de la instalación de la ideología individualista y hedonista
en las masas, del consumismo, de la apertura total de nuestras tierras,
mares, bosques, aguas y medioambiente a la voraz gula del capital
internacional, manteniendo a las fuerzas populares contenida y amarradas
de manos, ora por las leyes como la ley laboral, ora por el desempeño
de fuerzas y dirigentes cooptados, vendidos a la patronal y al modelo
político económico como el miserable hasta ayer presidente de la CUT y
una pléyade de funcionarios actuando como contención para que esas
fuerzas no se desencadenaran.
Pero asistimos ya, al inicio del desplome del modelo neoliberal. Son
numerosos los indicadores que la fiesta de la burguesía está llegando a
su fin y que cada vez más sectores sociales despiertan, como decía la
Segunda Declaración de la Habana, del brutal sueño a que fueron
sometidos. Aunque nunca lograron dominar a todos los sectores sociales y
episódicamente asistíamos a luchas sectoriales como la de los mineros
del carbón, del cobre, de profesores, de la salud, de los sin casa, de
los estudiantes, durante los últimos años vienen presentándose nuevos
elementos que configuran un escenario distinto. Nuevo.
En la ENADE los patrones escucharon hace no mucho el diagnostico que el
sociólogo Mayol les entrega advirtiéndoles que ya nada pueden hacer par
detener el desplome y los atiborra con cifras, con estadísticas, con
diagramas y planillas que hablan de la cada vez mayor brecha entre ricos
y pobres, el rechazo y descredito a las instituciones y las leyes, el
rechazo creciente de las comunidades a los distintos proyectos de
inversión e instalaciones de empresas y plantas que contaminan, que
roban el agua de las comunidades, que agreden los delicados ecosistemas,
la crisis instalada en el sistema educacional, de previsión de salud, y
lo que es más importante, el crecimiento constante entre diversas capaz
de la población del convencimiento que el modelo solo funciona para los
poderosos y que el famoso “goteo” es casi inexistente. Evidentemente
Mayol no hace un análisis clasista, desde los intereses de las clases
explotadas, sino que desde la perspectiva de la corriente
“ciudadanista”, corriente que sobrevalora los movimientos sociales y el
desempeño que estos pueden lograr dentro del marco de la legalidad
burguesa. Evidentemente Mayol se queda corto al pretender que buena
parte de la coyuntura que hemos estado viendo los dos últimos años es
producto de las movilizaciones estudiantiles, omitiendo que solo el año
2011 asistimos primero a las movilizaciones en torno a Hidroaysen, a las
de Freirina, a las de Magallanes en su conjunto, a las de los
portuarios, de algunos sindicatos, a las movilizaciones en defensa del
agua en casi todo el norte.
Pero Mayol tiene un gran acierto cuando describe el desencanto,
perplejidad y furia, que han desencadenado las evidencia claras de la
corrupción en el sistema del crédito, herramienta e instrumento de
endeudamiento de las clases populares, en que el sistema en su conjunto
se devala. Así, de repente descubren amplios sectores el engaño, la
colusión de los empresarios, las redes del poder donde se mezclan
empresarios, funcionarios del estado, gerentes, y todo tipo de
instituciones. Como en La Polar, en las farmacias, en la producción y
comercialización de medicamentos, en el futbol y el deporte en casi
todas sus ramas.
Tal nivel de crisis se avizora, que la propia Iglesia sale a hablar para decir en buen chileno: patrones, dejen de gozar.
Frente a este escenario, de creciente cuestionamiento al Estado, al
sistema político y económico imperante, se vuelven a abrir dos grandes
líneas estrategias.
Quienes creen que es posible cambiar el sistema desde su propia
institucionalidad llaman a construir fuerza política que se exprese en
el parlamento y municipalidades para supuestamente alcanzar algunos
cambios o al menos construir un frente de fuerzas progresistas,
aceptando una vez mas, legitimar el sistema político instalado y
legitimándolo con su participación.
Y el otro sector, disperso, fragmentado, cruzado por muchas
contradicciones, la que alguna vez el profesor Agasino bautizó como
izquierda desconfiada, una izquierda que reúnen diversas generaciones de
la vieja izquierda revolucionaria y a nuevos grupos políticos y
sociales surgidos en estos años, de colectivos, proto partidos,
talleres, casas culturales, agrupaciones sociales y políticas de diverso
tipo, que no aceptan entrar al sistema, que rechazan legitimarlo, que
no creen en ninguna de las millones de promesas de la clase política ni
que exista posibilidad alguna de verdaderos cambios desde las propias
instituciones, que como en el caso de los estudiantes secundarios,
pescadores artesanales, mapuches, jóvenes en su gran mayoría que ya han
aprendido reiteradamente la lección: te movilizas, presentas demandas,
pliegos, te instalan mesa de negociación, te desgastan, te criminalizan,
vuelves a movilizarte, te vuelven a ofrecer una y otra vez lo mismo
mientras tus fuerzas se siguen desgastando hasta que se extingue tu
lucha habiendo ganado migajas o casi nada, o porque definitivamente tus
demandas no son absorbibles ni por las clases dominantes ni por el
Estado.
Volviendo al inicio de mi intervención: frente a este Estado, frente a
estas clases dominantes que no están dispuestas a ceder un ápice en su
modelo, las fuerzas sociales movilizadas chocan una y otra vez sin
alcanzar sus propósitos. Algunas se desgatan, como es el caso de los
universitarios donde ha sido evidente el repliegue de algunos sectores o
la ambigüedad de la movilización para ir a negociar al parlamento, y
otras, como la ACES particularmente, entienden que deben avanzar a
nuevos estadios, a nuevas formas de lucha, a desarrollar alianzas
sociales, madurando en su visión política hacia esa formula que
decíamos, aparece cuando comienza a elevarse la lucha de clases, cuando
se enfrenta a la totalidad del estado, cuando se pasa a la acción
directa, cuando se constituye en Poder Popular.
Estimados compañeros y compañeras, no quiero cerrar esta intervención
sin recordar que estamos en Octubre, mes de la primera gran victoria del
proletariado a escala mundial en la revolución rusa dirigida por Lenin y
Trotsky, este Octubre que es también de perdidas de grandes: de Miguel
Enríquez, de Ernesto Che Guevara, del Palito José Miguel Martínez, del
Lobo Mauricio Arenas Bejas, de Cecilia Magni, Tamara y Raul Pellegrin,
José Miguel.
Desde esos ejemplos, desde esa memoria de proyectos, de consecuencia,
construiremos las herramientas necesarias para reagruparnos como
revolucionarios, para construir un gran frente de juventud
revolucionaria por el poder popular.
¡Solo la lucha nos hará libres!
¡Trabajadores al Poder!
¡Crear, crear Poder Popular!
Gracias.
Tomado de: Almanaque Negro 2
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