Quiero agradecer a Editorial Quimantú, a OPECH y al Centro Alerta por la
oportunidad de participar en la presentación del libro “2011: Aportes para
interpretar una década de lucha por autoeducación” y en el debate “¿Qué se
viene para el movimiento social por la educación?”, quisiera al mismo tiempo
saludar cordialmente a todas y todos
quienes están presentes hoy en esta actividad.
Este libro recoge 26 artículos e intervenciones de diversas autorías, textos
escritos al fragor de las luchas, escritos que intentaban interpretar la
realidad pero al mismo tiempo influir en el desarrollo de los acontecimientos
que se sucedían en un movimiento que destacó por su masividad, por su
determinación, porque se instalaba como continuidad y superación de similares
movimientos de los años precedentes pero que esta vez incorporaba secundarios,
universitarios, profesores y académicos, padres y apoderados, universidades
privadas, niños, jóvenes, abuelos, y se descolgaba desde al centro a la
periferia, desde la capital multiplicado y superado en las provincias,
movimiento que quebró la rutina cadenciosa y gris de nuestras vidas irrumpiendo
en las redes, en los matinales, en las noticias, en las conversaciones
cotidianas, llegando a todos los rincones del que hacer cotidiano sacudiendo la
frialdad, la indiferencia de muchos, polarizando al país entero para instalar o
reinstalar una verdad gigantesca que yacía en la amnesia, a pesar de ser mil
veces repetida: la historia pertenece a los pueblos y no a un puñado de
mercaderes, el futuro es nuestro si luchamos, actitud resumida en un simple
cartel: prefiero perder el año escolar pero entrar en la historia.
A inicios de ese año, a través de nuestros escritos, nos preguntábamos si
las movilizaciones que recién despuntaban eran nuevos brotes esporádicos y
cíclicos como en etapas anteriores o se trataba del inicio de ciclo nuevo de
luchas, de un alza sostenida de las luchas populares. Hoy ya es lugar común
señalar este año 2011 como un hito histórico, sobretodo por los resultados de
las recientes elecciones municipales y los niveles de abstención que reflejan con
toda claridad la crisis del sistema político que se nos ha impuesto y que fue
desafiado, encarado, denunciado y enfrentado por estas movilizaciones de masas,
que a pesar de no haber conseguido sus objetivos reivindicativos inmediato,
abrieron grietas significativas en los muros de contención que levantan las
clases dominantes, sumando a nuevos contingentes a la lucha por
reivindicaciones y por cambios sociales profundos, y como rezaban diversos
carteles, devolvían la capacidad de soñar y luchar a muchos decepcionados. Un
hito histórico, una inflexión de la lucha de clases: la irrupción de fuerzas
sociales pujantes, aun minoritarias respecto al resto de clases y capas, con
fuerza, determinación y principalmente en lucha, que ya con su sola acción han
impactado profundamente en el escenario político agudizando pugnas inter
burguesas, obligando a realineamientos políticos, desordenando al menos al
abúlico país de los consensos, de la justicia en lo posible, meando el festín de los poderosos, despertando el país
gris y monótono que se había impuesto por las balas primeros, por la
negociación a espaldas de las masas después,
y que se había consolidado con el consumo vía tarjetas plásticas, el
país sin sueños, sin utopía, chantajeado por el miedo, chantajeado permanentemente
por las opciones del mal menor, el país de la sumisión.
Y súbitamente, la masividad, la compulsión, las decenas y centenas de
lienzos, afiches, gritos, capuchas, acciones de arte, lucha callejera, huelgas
de hambre, la irrupción de jóvenes, de casi niños, de una nueva generación que
habla de Poder Popular, que tiene memoria de experiencias anteriores, que con todo desparpajo no aceptan migajas ni
escenarios tramposos, que se desmarca de los politicastros de cuello y corbata
para instalar sus demandas. Y en paralelo las luchas de Aysen, de Freirina, de
los pescadores contra la Ley que entrega el mar a un grupúsculo de poderosos,
de los pobladores y pequeños agricultores luchando contra otros poderosos que
roban el agua necesaria para la vida. Las clases dominantes sorprendidas
inicialmente responden balbuceante primero con garrote y zanahoria, calculan
desgaste, apuestan a las contradicciones al interior del movimiento que ya se
demuestra heterogéneo, porque en la lucha de clases concurren todas las fuerzas
sociales y políticas con su acción, con su propuesta, con sus proyectos.
¡Señores! Estamos ante el despliegue del fantasma de la lucha de clases en
toda su dimensión. Son las bases materiales de un capitalismo neoliberal maduro
cuyas iniciativas ya no pueden ser impuestas fácilmente ni por las bayonetas ni
por los oscuros negociados ni por los acuerdos entre cuatro paredes. La necesidad de
los poderosos de mantener e incrementar sus tasas de ganancias ha llevado el
sistema al borde extremo. Los
desencantos son al por mayor y las masas anotan, registran y maduran: La Polar,
Las AFP, la salud, Transantiago, las empresas que arrasan con los frágiles
sistemas ecológicos, la minería en manos extranjeras arrasando y aplastando
todo interés que no sea el suyo, la impunidad, la corrupción, los montajes. Decepción,
rabia, el lucro como centralidad de la dominación impuesta.
La lucha de clases reinstalada a pesar de los años de dictadura, a pesar
del resguardo meticuloso de los intereses de las clases dominantes ejercidos
por la Concertación. Los letreros hablan por si mismo “Somos los hijos y nietos
de los que ustedes masacraron” “Somos los enterradores de vuestro sistema
corrupto” “Somos los hijos de Miguel, de Tamara, de José Miguel que ocupamos
ahora las trincheras”.
Masividad, heterogeneidad. Unos van
por créditos, por reivindicaciones posibles, por imponer desde la fuerza de la
lucha y de la calle sus demandas al Estado. Confían que esto es posible,
confían en una especie de Estado neutro que esta sobre las clases e intereses
de clases, confían en la institucionalidad y confían en restablecer el viejo
estado benefactor. Los desconfiados no comparten. Ya saben lo que la mesa de
negociaciones y el Parlamento encierra. Ya vieron a todos los dirigentes
políticos de todos los signos abrazarse sonrientes con la presidenta de
entonces celebrando el “triunfo-derrota” de los pingüinos del 2006, foto
histórica que sacan a relucir cuando ya los argumentos no convencen.
La misma historia se repite en todos los lugares donde se expresan
conflictos, lo que no constituye novedad histórica sino que constatación del
rol de la propuesta política en las organizaciones sociales y se traslada de
nivel en nivel. La disputa interna en el seno de las organizaciones sociales es
parte de su propio desarrollo. Caen vocerías, caen dirigentes, se funan
acciones acordadas, zancadillas van y vienen. Los objetivos globales son
arduamente disputados, las formas de lucha y movilización también. Las fuerzas se agotan para fin de año pero ya
están dispuestos el 2012 con recambios, mejoras en métodos, con más claridad
pero con menos adhesión. Aun así, el alza del movimiento de masas se sostiene,
salta el escollo que implican las elecciones municipales y se proyecta al
presente mas maduro, quizás más escéptico y consiente de sus limitaciones pero
del rol que desempeñan respecto a otros actores sociales.
Sinteticemos nuestro pensamiento: el movimiento estudiantil es parte de un
movimiento de masas que comienza a elevar sus niveles de lucha. No tiene la
capacidad por si solo de imponer sus objetivos más ambiciosos, pero puede
constituirse en parte importante de un movimiento de masas más potente y
estable que ponga en crisis el modelo político de dominación vigente, al menos. Y esta condición determina, a nuestro
juicio, la respuesta a la interrogante que nos han convocado a debatir ¿Qué se
viene para el movimiento social por la educación?, que es lo mismo que
preguntarse ¿que viene para el movimiento popular?
Solo marcar algunas tendencias y desarrollos posibles en el campo de la
derecha y la Concertación teniendo en claro que no hay ninguna posibilidad de
un nuevo gobierno de la UDI y RN, por lo
que regresaremos al escenario en que este sector mantendrá la postura que
durante 20 años jugo: guardián de los pilares fundamentales del modelo
neoliberal en lo económico y de democracia contrainsurgente. El desafío principal por tanto del bloque en
el poder será realizar algunos cambios cosméticos al modelo para relegitimar y
reencantar a las masas, teniendo claro, que desde el punto de vista económico,
salvo que se agudice la crisis económica internacional, no hay indicadores que
a corto plazo amenacen la inversión y las tasas de ganancia que hoy obtiene el
gran capital. Más allá de los coletazos que pueda traer la burbuja en
desarrollo en el área de la construcción y el super habit de stock de de
materias primas que esta existiendo en las economías de punta a escala mundial,
no hay luces a corto plazo de crisis económica que afecte al modelo.
Eso nos lleva a pensar que las clases dominantes y el bloque en el poder
tienen el espacio y las espaldas suficientes para intentar los procesos de
relegitimación del modelo incluso con el impulso de Referendum, Plesbicitos,
Asambleas Constituyentes u otros mecanismos similares a los que puedan apelar,
apostando al dominio ideológico construido durante largos años, al monopolio de
la prensa, radio, TV, incluyendo por supuesto, la posibilidad de arrastrar a
sectores de la izquierda a esos escenarios, principalmente a las corrientes
ciudadanistas cuya centralidad no es poner fin o destruir el estado de
dominación sino la de buscar “desde dentro del estado” reformas y conquistas
especificas.
En el campo de los explotados y sectores sociales, nuestra izquierda sigue
arrastrando los problemas originados por las derrotas previas y por tanto con
incapacidades concretas para constituirse en actor relevante en la coyuntura
política y por el contrario, la dispersión, fragmentación y diversidad de
proyectos existentes, no permiten aun alcanzar grados de unidad ni entre las
organizaciones políticas lo que dificulta aun más la unidad de sectores
sociales.
No es este el espacio para profundizar sobre el fenómeno de la
fragmentación, solo a manera de constatación señalar que en el seno de los
diferentes movimientos supuestamente “sociales” intervienen en su desarrollo
grupos de distintas matrices: anarquistas, anarco comunistas, trotskistas,
grupos desgajados del PC, diversas agrupaciones que se reclaman continuadores
del MIR, del FPMR, del Lautaro, autonomistas, etc. etc. lo que hace tremendamente difícil pensar a
corto plazo en términos de unidad concreta,
y a los mas, pensar en la coordinación que se puede articular en función
de las luchas reivindicativas y políticas concretas.
Sin embargo nos parece necesario establecer que claramente se abren dos
líneas principales que cruzan a esta izquierda y al campo popular, líneas que
en un reciente foro realizado en la Universidad de Concepción fueron expuestas
con meridiana claridad:
Una línea que se plantea superar los paradigmas clásicos de la izquierda
revolucionaria en sus diversas versiones, y que asumiendo acertadamente que el
principal problema es la lucha por quebrar el dominio ideológico que sustenta
la burguesía, escoge como escenario posible y deseable la disputa de espacios
de poder dentro del estado y la sociedad. Bajo el concepto de la centralidad de
la política dirige su discurso “moderno” hacia la conciencia política,
construye nuevos arsenales y categorías de análisis descubriendo en sus
diversas versiones que se puede politizar a las masas tras objetivos
reivindicativos concretos, esto es acumulación de fuerzas para ampliar el
Estado, alcanzar reivindicaciones, y que hará de la convocatoria a luchar por
una Asamblea Constituyente su centralidad para la nueva fase de lucha abierta,
en algunos casos como objetivo intermedio para organizar y acumular fuerzas
mediante el Poder Popular Comunitario, y
luego plantearse otros objetivos, para otros como punto de llegada porque
aspiran a la restitución de un Estado Benefactor.
A mi juicio, es esta línea la que predominará en la FECH y otros espacios,
pues se conecta sin muchas contradicciones con la política del reformismo
clásico del PC y otras corrientes, sobretodo influidas por la experiencia de
los llamados “socialismos del siglo XXI” cuya variante táctica respecto a la
experiencia de la Unidad Popular son la lucha por ganar el gobierno y generar
cambios en las constituciones bajo la idea de desarrollar gobiernos
progresistas, capitalismo de estado o economías desarrollistas y no la
realización de Programas Socialistas de expropiación de los medios de
producción a la burguesía, salvo algunos sectores estratégicos para fortalecer
al Estado. Es en definitiva una izquierda confiada, en el sentido que entiende
principalmente al Estado como lugar en donde concurren y se dirimen las
contradicciones de clases y confiadas en el sentido que el respaldo de las
mayorías genera legitimidad y por ende poder. La clave de su praxis política es
por tanto “la democratización” de los espacios sociales, políticos como proceso
de acumulación de fuerzas.
La otra línea, que mantiene en esencia los principios de la izquierda
revolucionaria clásica, que tiene a su vez múltiples expresiones orgánicas
dispersas, se plantea como centralidad mantener un proceso de construcción de
fuerza social revolucionaria con la perspectiva estratégica de generar la
crisis del sistema apostando a generar un alza sostenido de la lucha de masas
que permita cambiar la correlación de fuerzas globales, alcanzar un periodo pre
revolucionario y luchar por quebrar el dominio burgués con todas las formas de
lucha para instalar el socialismo. Esta apuesta se basa en que las condiciones
objetivas, desde el punto de vista del desarrollo económico de un
neoliberalismo maduro están dadas para la construcción del socialismo, y que se
debe disputar la conciencia de las masas a partir de la contradicción principal
capital- trabajo, apostando que es en la lucha por sus reivindicaciones en
donde las masas generan organización, toman conciencia, ganan experiencia y se
generan avances concretos. Por cierto que esta izquierda es desconfiada,
entiende que es la estrategia la que guía y establece la táctica en cada
periodo de lucha y no tiene ninguna intención de entrar a disputar espacios de
poder “dentro” del Estado, a menos que sea para ponerlos en crisis.
Es dable esperar por tanto, que el año 2013 no será muy distinto al año
actual, en el sentido que el bloque en el poder intentará centrar la coyuntura
en las elecciones presidenciales, recomponer la legitimidad del modelo y el
sistema desatando maniobras en tal sentido. Queda por saber cuanta resistencia
o apoyo existirá desde la UDI, RN y los gremios patronales a tales propósitos.
Es probable que todos quienes desde la izquierda apuestan a luchar por
ampliar la democracia, luchar por posiciones de poder dentro de la
institucionalidad, converjan en algún espacio común.
Para terminar: el día de hoy es una pequeña síntesis de lo que vendrá: por
un lado en el tinglado político formal, la lucha desesperada en torno a quien
se alzará con la alcaldía de la comuna de Ñuñoa, de paso, desnudando la
inconsistencia del proceso electoral y los vicios, errores y trampas que esto
encierra. De otro lado, pescadores artesanales marchando y entrando a la
capital cercados por la represión. Y desde la memoria porfiada y rebelde Ariel.
Nosotros como Trabajadores al Poder seguiremos trabajando por desarrollar y
ampliar las organizaciones populares, participando de sus luchar
reivindicativas y políticas, buscando el desarrollo de gérmenes de Poder
Popular, articulándonos en acciones concretas con otras organizaciones que
estén en está línea, buscando que el movimiento popular sobrepase los intentos
de relegitimación del sistema para avanzar hacia generar grietas mas profundas en el modelo y
ponerlo en crisis.
Nuestra única alternativa es luchar.
Gracias.
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