En un viaje del
Informativo Werken a la isla de Chiloé conocimos algo del Parque Tantauco, ese
parque privado que pertenece al Presidente de la República de Chile Sebastián
Piñera quien compró 115.000 hectáreas de bosque nativo que corresponde al 15%
de la superficie de la isla y que en su señalética caminera lo nombra como “el
lado salvaje de Chiloé”, tal como lo muestra la foto que acompaña esta nota y
que dio nombre a este artículo.
Por Gonzalo
Maiquepillan-Mapuexpress
Para conocer un poco
de la historia oculta que existe tras la propiedad del parque, Werken conversó
con dirigentes williche y analizó alguna documentación que existe sobre la
materia y la entregamos debido a la importancia que reviste esta situación en
esas tierras ancestrales en Chiloé.
“Tantauco”, palabra de
origen williche significa “lugar donde se juntan las aguas”, nombre no
desconocido para los habitantes de la zona, ya que recuerda al Tratado de
Tantauco que fue un “acuerdo de paz” pactado entre representantes de la corona
española y autoridades del estado chileno en el que se anexó Chiloé a Chile en
1826, y reconocía por parte de la corona española los derechos a perpetuidad de
los williche sobre las tierras de la isla, de ahí que para los Mapuche Williche
de la Füta Wapi Chilwe tiene suma importancia histórica y jurídica.
El Tratado de Tantauco
está compuesto por 13 artículos entre los que destaca el artículo 1º, que
impone la nacionalidad chilena y la “igualación de derechos” a los habitantes
de la isla (clásico mecanismo de usurpación legal del territorio Mapuche), y el
artículo 7º que obliga al estado de Chile a respetar los bienes y propiedades
de todos los habitantes de la füta wapi.
Es precisamente el
artículo 7º del Tratado Internacional de Tantauco el que ha sido esgrimido por
las autoridades ancestrales Mapuche Williche de Chiloé para exigir al estado la
devolución de territorio usurpado, dado que a fines del periodo colonial
(1821-1825) la corona española, como resultado de un proceso de regularización
del sistema de propiedad existente para el incentivo de la ocupación española
en la isla (en el contexto del proceso independentista chileno), otorga en
“perpetua y segura” propiedad los potreros de Coigüin, Coldita, Guaipulli,
Huequetrumao, Yaldad y Coinco. Los “beneficiarios” eran Lonko y/o Apo Ülmen y
sus respectivas parcialidades.
La suma total de lo
reconocido en dominio a las familias mapuche williche por la corona española,
alcanzaría aproximadamente las 60.000 hectáreas, siendo el primer Título Realengo
del que se tiene conocimiento hasta ahora, el entregado a los caciques Luis
Gonzaga Levien y José Chiguay por el Gobernador de San Carlos de Chiloé don
Antonio Alvarez Jiménez el 30 de julio de 1804, en forma previa a la
regularización de tierras llevada a cabo en la primera mitad de la década de
1820.
Si bien hasta mediados
del siglo XIX se aprecia cierto respeto de la propiedad Mapuche en lo que atañe
a la legislación, a inicios de siglo XX el estado chileno desconocerá la
legitimidad del territorio williche en favor de particulares, lo que dará pie a
las reivindicaciones de los grandes Apo Ülmen y Lonko de la Füta Wapi Chilwe.
Estos derechos no
fueron reconocidos por el Estado chileno, que a partir de 1900 empezó a
declarar estas tierras fiscales, luego de lo cual vendió gran parte a
particulares, que a su vez vendieron a otros dueños. En medio de estos
traspasos, el actual Presidente compró tierras en la zona, a través de la
Fundación Futuro, a fines de 2004 por 5 millones de dólares y con alta parafernalia
presentó su nombre: Tantauco, cuyo nombre williche indignó al Concejo de
Caciques de Chilwe, que agrupa a más de 20 comunidades. Se sabe de una carta
dirigida a Piñera, donde le comunican que esto es una “grave provocación” y una
“ofensa” a las comunidades, ya que “es precisamente el nombre que tiene el
Tratado que resguarda nuestros derechos conculcados”, señalan representantes de
las comunidades mapuche williche, quienes tambien presentaron un recurso de
reclamación por “usurpación de derechos lingüísticos”, ante el ministerio de
Economía, el cual nunca tuvo respuesta.
En el proceso de venta
de Tantauco, el actual presidente fue advertido personalmente por el entonces
obispo de Ancud, Juan Luis Ysern, de que se estaba haciendo usurpación de tierras
ancestrales protegidas por el Tratado de Tantauco, a lo que Piñera le dijo que
el tema de los williche era un problema del gobierno y Estado y no suyo.
Reuniones tras
reuniones, a mediados de 2004 en Santiago se entregaron una serie de mapas y
documentos que mostraban la situación de las tierras ancestrales que reclamaban
las comunidades williche en los terrenos que Piñera quería comprar. Aquí cabe
preguntarse, si antes de ser mandatario, Piñera opinaba que eso era problema
del gobierno y no de él, ahora que es Presidente, ¿Cómo lo está planteando?
Durante mucho tiempo
se ofrecieron mesas de diálogo a los cuales jamás se respondió. Según lo que
relata José Bengoa, “lo peor es que ha habido política de mal vecindaje. Piñera
podría haber hecho un acuerdo con la comunidad y no dejar el parque cerrado con
un portón, además de que el Presidente tiene conflictos con indígenas es un
hecho de la causa y es evidente que nunca había ocurrido una cosa así, que un
presidente tuviera conflicto de interés con territorios ancestrales”.
¿Como se resolverá lo
del Parque Tantauco? No se sabe, el tiempo dirá, como siempre. Lo que sí se
sabe ahora a cabalidad, es que las tierras son williche y que las comunidades,
en especial la de Weketrumao, ha presentado una petición ante la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, relacionada con el derecho territorial: “La
petición de fondo es que el Estado debe restituirle a esta comunidad y a todas
las demás los territorios ancestrales amparados con títulos realengos. Eso
incluye parte de Tantauco”, señalan dirigentes williche.
Mientras tanto, como
lo señala José Neún Güenteo, el lonko de la comunidad williche de Weketrumao
“El parque está funcionando; Piñera nunca quiso reunirse con nosotros. Lo
invitamos como comunidad y a la vez lo invitamos como Consejo de Caciques, que
es la organización más antigua que existe en la isla, que lo lideraba el finado
Carlos Lincomán, cacique mayor en esa época. Él, antes de morir, convocó a
Piñera a reuniones dos veces por el tema de tierras, más que nada para buscar
una salida al tema, pero Piñera nunca quiso negociar con el cacicado en Chiloé.
Lo único que hizo fue usar la persecución o la presunta compra de tierras:
Apuntó a los indígenas, que aquí en Chiloé había cuatro o cinco terroristas que
eran los líderes principales del terrorismo y eso está publicado en el diario
La Estrella de Chiloé. A don Carlos, que es anciano, lo acusaron como el principal
líder del terrorismo y a los cómplices, como el anterior cacique de Weketrumao,
Fidel Raín, como el presunto terrorista de la comuna de Quellón”.
ClariNet
1 comentarios:
Piñera es un sinvergüenza, que entregue esas tierras a sus verdaderos dueños.
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