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lunes, 1 de julio de 2013

Sobre la represión, los perros policiales y el Estado

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Tras la marcha del 8 de mayo se dieron a conocer por lo menos tres casos de secuestro por parte de la PDI: un universitario y dos secundarios. Se sumó a esto el atropello de un carro de Fuerzas Especiales a un compañero en el frontis de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Valparaíso. Luego, en Junio, arremetieron con el ingreso represivo a la Casa Central de la Universidad de Chile y el desalojo de los liceos tomados para habilitarle las salas a las primarias de los partidos burgueses y el PC bacheletista. En las marchas ya sabemos a qué atenernos, con balines dirigidos a los ojos, lacrimógenas al cuerpo, toqueteos a compañeras en las detenciones y casos de tortura.
Ninguno de los hechos de represión obedece políticamente al azar o iniciativa propia de los pacos. Desde luego, estos episodios evidencian que la represión es una de las armas que tiene la burguesía de intentar contener en lo inmediato el alza de las luchas estudiantiles, obreras, territoriales, etc. La burguesía y su aparato estatal volcarán –sin duda alguna- todo su arsenal de perros entrenados, justo ahí donde se organizan y articulan resueltamente las luchas contra los explotadores, y no tendrá reparos en utilizar y justificar cualquiera de sus perfeccionadas técnicas represivas, si de esta forma consigue someterlas y acallarlas.
Sucede que al término de la jornada de marcha estudiantil, de huelga obrera, de toma de terrenos mapuche, de protesta en las poblaciones, cuando se disipan las lacrimógenas, las fuerzas represivas regresarán a sus cuarteles, habiendo cumplido nada más que su inalterable papel de defensoras del orden burgués. No dejarán de hacerlo: su existencia misma descansa sobre las relaciones sociales de producción capitalistas y el Estado burgués. Estado que está lejos de ser un órgano neutro, pues precisamente surge de la división de la sociedad en clases enemigas irreconciliables. Es el encargado de mantener las condiciones generales para la acumulación de capital.
Por tanto, la idea de que el mismo Estado y su aparato represivo nos garantizarán amablemente las facilidades para luchar por nuestras reivindicaciones básicas o, más aun, para acabar con la propiedad privada capitalista, es una idea absurda y peligrosa, que se paga con sangre y derrotas. Lo cierto es que la burguesía, año a año, hace a un lado cierta cuota de la plusvalía arrancada al proletariado, para luego destinarla a mantener su Estado, convirtiendo además un porcentaje importante en tierno alimento para sus perros militares y policiales. En Chile, el presupuesto militar para el 2013 fue de 8.842 millones de dólares, correspondiendo a un 4,3% del PIB nacional, porcentaje equivalente al que destinan a su aparato educativo burgués. En España la burguesía, a raíz de la crisis, recortó gastos estatales en distintas esferas, pero precisamente el gasto en material antidisturbios lo elevó de 173.000 euros a más de tres millones. En el Medio Oriente, a partir del inicio de la Primavera Árabe, el mercado de “seguridad interna” incrementó su valor en un 18%, alcanzando los 6.000 millones de euros en 2012.
En Chile el “Cuerpo de Carabineros” ya desde sus primeros tiempos llevó el sello consciente de reprimir a la clase trabajadora y extirpar el comunismo. Su carácter anti-obrero y contrarrevolucionario no obedece de modo alguno a la “herencia pinochetista”, como pretenden algunos. Compartimos extractos de una circular publicada el año 1925 en el boletín oficial del Cuerpo de Carabineros, y redactada por Carlos Ibáñez del Campo:
“a) El personal frente a los agitadores: está ocurriendo que por la indolencia de muchos, durante largos años, y la complacencia de otros, la vida nacional se ha perturbado de continuo por la prédica y la acción de los agitadores de oficio, los que especulan con las penas, sufrimientos y esperanzas de la clase proletaria, en beneficio personal. Tal campaña sistemática y ejercitada impunemente a despecho de todos los deseos y de todas las realidades del Gobierno respecto a mejorar la clase obrera y levantarle todos sus niveles humanos, ha sido la causa determinante de las catástrofes de la Pampa Salitrera, de la Zona Carbonífera y de la Región Magallánica.
Entristece presenciar la ceguera colectiva y fratricida de hombres de nuestra misma sangre, nacidos bajo nuestro misma sangre, nacidos bajo nuestro mismo cielo, almas y músculos nuestros, y más doloroso aún, verlos seguir como un rebaño tras los engañosos mirajes de un comunismo utópico y de un bolcheviquismo monstruoso e inconcebible, inadaptable en la Rusia misma y menos en nuestra joven República, pletórica de riquezas inexploradas y abierta a todas las energías.
De ahí que combatir con mano de hierro a los agitadores de oficio sea de imprescindible necesidad. Al lado de las grandes cruzadas pro salud física, debemos iniciar otra sin cuartel, pro salud social; se debe perseguir a los chantajistas sociales, a los que predican la estéril religión del odio, y a los que pisotean nuestros más sagrados valores y hacen escarnio de nuestras glorias y de nuestros emblemas y se burlan del sacrificio de nuestros muertos gloriosos; de los que han labrado la grandeza de Chile con su sangre y con sus vidas.
b) El personal en sus funciones fundamentales: El respeto a la propiedad nacional y privada, la seguridad de los campos y caminos públicos, y el garantizamiento de libertad de trabajo son obligaciones fundamentales del Cuerpo de Carabineros. (…) Es común ver que explotando el derecho de reunión se ofenda a las autoridades y a la patria, que se haga escarnio de nuestras leyes, de nuestras glorias y de todo lo que forma nuestra nacionalidad.
En el futuro el personal de carabineros procederá de hecho contra los manifestantes que ostenten banderas rojas y les impedirá toda clase de manifestación, procediendo a destruir esas banderas. Los oficiales tendrán especial cuidado de enviar a la Comandancia General los pasquines en que se haga campaña disolvente, se ofenda a las autoridades, se insulte a las instituciones armadas o se incite a la rebelión.
c) Como manifestación gráfica de la patria en todos los confines nacionales: la figura del carabinero con el gallardete tricolor en lo alto de su lanza, debe imponer respeto y cariño, aun en los confines más apartados de la República. Simboliza la justicia y el derecho, la fuerza y la razón, o sea los emblemas viriles del Chile fuerte y sano. Frente al trapo rojo y la prédica criminal y negociante, la bandera del carabinero representará todos nuestros valores más queridos.”  [Énfasis añadido].
Como se ve, el enemigo la ha tenido clara, centenariamente. El problema fundamental, entonces, está en qué posición y accionar adoptamos nosotros, desde la causa proletaria y socialista.
Ya es moneda común que ante la represión se invoque una y otra vez la supuesta inviolabilidad de los “derechos humanos”, restregando a la burguesía un discurso moralista, apelando a una supuesta “falta de conciencia” (pensando, de seguro, que debe hacer llorar a sujetos como Chadwick o Pérez Yoma en la soledad del baño de sus casas). Lo cierto es que la burguesía sí tiene conciencia: es la conciencia que justamente tienen de sus intereses como clase. El interés que tienen en acumular capital sobre la base de la explotación y opresión de la clase obrera y el pueblo, de los mayoritarios.
Esta prédica victimizante del reformismo es integral a su política colaboracionista, electoralera y pacifista. Desde la vereda contraria, frente a la represión capitalista, sostenemos que hay que oponer la autodefensa de masas y la violencia revolucionaria; ante cada hecho de represión, no habremos de victimizarnos, sino que debemos hacer saber, una y otra vez, que la lucha contra el enemigo de clase está planteada en ésos términos, y que más vale estar a la altura política, ideológica y material para enfrentarlo. Sólo la acción independiente y directa de las masas trabajadoras contra el Estado y la legalidad burguesa, constituyen la forma de lucha que nos puede llevar a la victoria. Estos métodos ensayan e impulsan los únicos gérmenes de poder sobre los cuales puede erguirse un verdadero proceso de enfrentamiento y transformación revolucionaria.
No habrá “derecho humano” que valga si somos incapaces de emprender el único combate capaz de hacer carne las demandas históricas del proletariado y el pueblo: la revolución socialista.

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