Tu radio en Internet Netyco Argentina

miércoles, 18 de febrero de 2015

Profundización de la Política Contrainsurgente en Chile



Frente al escenario político al que nos enfrentamos, se hace necesario definir algunas cuestiones de suma importancia. Una de ellas es la caracterización del Estado al que hoy nos enfrentamos. Se hace preciso mencionar que el conglomerado político llamado Nueva Mayoría, en este año de volteretas y payasadas a cargo del gobierno, continua enfocado en la materialización de las adecuaciones políticas y legislativas que logren restablecer la legitimidad de la dominación tan cuestionada en el periodo anterior, en donde los índices de credibilidad hacia las instituciones públicas del Estado han ido manifestando una disconformidad y desconfianza creciente. En donde se vio manifestada la pérdida de legitimidad, en los altos porcentajes de abstención en las pasadas elecciones municipales y presidenciales. Sin embargo, este proceso, este intento de relegitimación no es lineal ni homogéneo, sino que precisamente se encuentra sometido a las leyes de la dialéctica, propias del desarrollo desigual y combinado de las fuerzas en disputa. Por un lado la burguesía que busca mantener el control de las ganancias asociadas a la extracción de materias primas y los mercados regulados —sector de empresas sanitarias, energía, previsión, seguros de salud a través de las isapres, transporte y a través de la ampliación con la reforma concentradora en educación—, en la línea de la profundización de la concentración monopólica capitalista. Por otro lado, los sectores burgueses rancios y conservadores, de origen oligárquico, que pujan por mantenerse en sus pequeños núcleos o feudos tanto ideológicos como económicos, y en tercer lugar un incipiente pero pujante movimiento de masas alojado en una franja radicalizada del pueblo que hoy se moviliza, principalmente por las contradicciones propias que genera el capitalismo.

En el marco de lo explicado anteriormente, nos gustaría hacer una breve síntesis histórica para poder posicionar algunos elementos que nos permitan hacer un símil y retomar algunos puntos centrales de la política estatal.

La política contra insurgente nace en el marco de la crisis capitalista, que se abre dentro de los procesos de primera y segunda guerra mundiales, en donde EE.UU. debe enfrentarse a una oleada revolucionaria y de luchas anticoloniales. Los Estados Unidos de Norte América al mando de Kennedy se encuentran en la necesidad imperante de enfrentar procesos de lucha como el del Congo, Argel, Cuba entre otros. Este nuevo escenario militar, que planteaba una táctica de lucha diferente, que no era la guerra regular, que obligó a los distintos estados a generar modificaciones en cuanto a la estructura militar y al fortalecimiento formativo de los ejércitos. Para Ruy Mauro Marini, esto produjo como síntesis, la doctrina contra insurgente que plantea 3 puntos principales: aniquilar al enemigo, conquistar bases sociales y la institucionalización, es decir cooptación, de las luchas o reivindicaciones. Uno de los aspectos más novedosos del periodo anterior consiste en concebir esta fuerza insurgente, como una de carácter político militar —aquí se expresa el desarrollo político técnico que alcanzan los movimientos revolucionarios―, la cual si bien se desarrolla dentro de las fronteras de un país, se concibe como externa a ella, es decir, como un cáncer o tumor denominado típicamente el “enemigo interno”.


El perfeccionamiento de este tipo de doctrina, se logra luego de años de aprendizaje. Los ingleses frente a las luchas anticoloniales confrontándose con fuerzas irregulares de combate. En donde no solo operaban fuerzas militares, sino que también la resistencia ganaba políticamente los sectores de masas en donde se concentraban, lo que trajo como síntesis por parte del general Gerald Temple, a partir de las luchas que emprendió en Malasia entre los años 1948 y 1960,  planteando que: “la respuesta no está en introducir más tropas en la jungla sino en las mentes y corazones de la población”, en donde la orientación general es el aislamiento de las fuerzas insurgentes de la población que los apoya. Además tenemos la derrota francesa en Indochina, donde la táctica de lucha regular también falla y que precisamente se formula el planteamiento de la acción psicológica, que tiene que ver con la construcción de espacios en beneficio de la población que permitan ganar a las masas. Malasia e Indochina permiten que el Coronel Roger Trinquier aplique todo lo aprendido y sintetizado en Argelia, donde, basándose en los medios de comunicación, situa a los insurgentes como terroristas, y releva el tema de la obtención de informaciones como un elemento medular para poder vencer. Con esto se aprueba la tortura como método de obtención de información válido, y vulnerando todos los tratados de guerra (cabe destacar que la burguesía no duda en vulnerar su democracia y sus propias leyes en el momento que estima necesario). Estados Unidos es la máxima expresión y perfeccionamiento de todas estas experiencias, principalmente en Nicaragua y Vietnam. Cabe destacar que se establece una concepción político militar del conflicto, donde se combinan instrumentos económicos, políticos, informativos y militares, la fórmula se puede sintetizar como palos y zanahorias. Entendiendo que la tarea de la inteligencia es una tarea fundamental dentro de esta lucha, que permite abordar el conflicto de mejor forma. En ese sentido predomina la política de la prevención de los hechos por sobre los actos consumados, y donde toda la población civil es sospechosa. Además, de manera mediática se logra establecer al terrorismo como un individuo el cual debe ser eliminado de la sociedad, siendo que dentro de la doctrina militar es bien sabido que este corresponde a una táctica militar —dicho sea de paso, utilizada por todos los ejércitos del mundo— y no a un individuo o a una concepción política ideológica.

Como mencionábamos en la introducción, Bachelet con sus secuaces, llamados Nueva Mayoría, han sido los elegidos para impulsar en este periodo las readecuaciones necesarias para devolver la legitimidad al sistema político, pero también asegurar la gobernabilidad a través de todos los medios; para ello una de las tareas planteadas es el realizar adecuaciones a la estructura dell Estado en la linea del perfeccionamiento de la contrainsurgencia. Se pueden identificar 4 conflictos que el Estado debe manejar en un 100%:

1. Problemas de orden estratégico, principalmente el impulso de proyectos energéticos. En este punto es importante mencionar que existen dos variantes en la ecuación política que la Nueva Mayoría debe resolver. Uno es la dominación con aprobación de la población y el aumento de la tasa de ganancia de la burguesía, principalmente aquella asociada a las cadenas mundiales de producción. Este punto es central en términos que la mayoría de los proyectos energéticos en la finalizada administración se encontraban pausados, uno de los mas emblemáticos fue HidroAysén, en donde este año se ratificó la orden de la no construcción de la mega-hidroeléctrica, esto solo representa un hecho político, que permite por un lado desarticular a los sectores en lucha contra el proyecto emblemático, pero por otro lado el gobierno sigue impulsando iniciativas que puedan dar continuidad al modelo rentista. Además de este, existen proyectos de carreteras eléctricas, que instalarán torres de alta tensión en distintas comunidades del país, empujándolos a articularse en lucha por mantener condiciones de vida digna. Igualmente proyectos energéticos más pequeños, con menor visibilidad desde el punto de vista socio ambiental, que deberán ser aprobados, como Alto Maipo, Punta Alcalde, entre otros muchos.

2. El conflicto mapuche es un problema que se arrastra desde mucho tiempo atrás y que principalmente vuelve a tomar tribuna con la ofensiva desarrollada por la CAM desde hace algunos años. Hoy en día el movimiento mapuche se encuentra fragmentado en distintos bloques políticos, por un lado tenemos los sectores clientelares y con vocación democrática. Precisamente estos creen que la posibilidad de sobrevida como cultura está dada por las iniciativas empresariales que buscan utilizar territorios para plantación forestal, los cuales se trabajan por las comunidades aledañas y que las ganancias sean distribuidas entre los empresarios y estos; además de embriagarse con los planteamientos de algunos sectores progresistas de la burguesía que han salido hablar del problema de la concentración de tierras, con la propuesta de la construcción de un estado plurinacional, y con los mecanismos participativos de consultas indígenas, ha intentado aumentar la vinculación en la toma de decisiones por parte pueblo mapuche en los temas que a ellos le competen (los más irrelevantes para el patrón de acumulación); y por otro lado, tenemos a los sectores radicalizados que utilizan la violencia y el accionar directo de masas como herramientas de lucha para la conquista de sus objetivos políticos, acciones que viene de las corridas de cercos hasta la quema de predios agrícolas en manos de la burguesía, y que identifican el capitalismo como enemigo, además de querer ejercer una soberanía propia en su territorio. Cabe recordar que el proceso de militarización de la policía, y la profundización de estrategias de enfrentamiento contra fuerzas irregulares, se viene desarrollando de facto en el territorio mapuche hace ya varios años, lo que viene a buscar la nueva legislación es darle cabida y justificación a través de la democracia burguesa a las formas represivas ya practicadas.

3. El anarquismo de corte insurreccional y su expresión operativa en los bombazos. Quizá estos son la expresión más visible del aislamiento que viven estos sectores, que optando por el accionar político militar han decidido atacar aquellos símbolos del capitalismo, sin un trabajo político profundo, ni accionar vinculado a las demandas del pueblo.

4. El movimiento de masas no conducido por el reformismo histórico (pueden ser de carácter espontáneo, o con conducción de una u otra organización), es preciso mencionar que existen algunos incipientes espacios de masas que ya han desarrollado movilizaciones, y otros con perspectiva , y que precisamente hacen que la clase dominante fije sus ojos en ellos, por un lado tenemos la incipiente articulación del espacio TSA, que pretende proyectarse como un espacio de plataforma de lucha que articule a nivel nacional regional o comunal, con un pliego que permita unificar la lucha en los distintos puntos del país, por otro lado expresiones de sindicalismo, al margen de los términos legales, que han desarrollado importantes movilizaciones de carácter nacional, poniendo en jaque las importaciones y exportaciones del país, nos referimos a la Unión Portuaria, los cuales con la presión ejercida logran regular su sector con el proyecto de ley corta y ley larga, y en tercer lugar las manifestaciones más o menos radicalizadas de las masas que han brotado de manera esporádica en todo el territorio a causa del inevitable avance del capitalismo y sus consecuencias para el medio ambiente, que ha empujado a estos sectores a la lucha por sus necesidades concretas y por su sobrevida. 



En los cuatro ejes mencionados anteriormente, cabe destacar que existen elementos comunes, los cuales todos son atribuibles a las características de un estado contra-insurgente, en un periodo de democracia burguesa. Por un lado debemos tener presente que se buscará con políticas de carácter progresistas, consensos no estratégicos, estrategias comunicacionales, cooptar el incipiente movimiento de masas que se viene desarrollando. En ese sentido ejemplificadores son los casos de la reforma educativa y la cooptación parcial del movimiento estudiantil al absorber la demanda de educación gratuita, o el maquillaje del sistema de recaudación con la pusilánime reforma tributaria, las prácticas clientelares dentro del territorio mapuche, las consultas indígenas, los bonos marzo, etc. Innumerables son las medidas que han adoptado con el fin de ganar a los sectores de masas menos conscientes. Todo esto busca aislar a los sectores mas radicalizados del movimiento de masas, haciéndolos ver como los “violentistas”, “encapuchados”, “infiltrados” y “terroristas” tratando de ponerlos como un elemento ajeno al movimiento de masas, además de poner el prejuicio burgués hacia la violencia. Si se cumple el objetivo de lograr aislar estos sectores será mucho más fácil hacer operar a la represión e identificar los sectores que ejercen la violencia política y organizada como manera legitima de conquistar sus reivindicaciones. En ese sentido, la desmovilización y contención podría ser por un lado consecuencia de las reformas, pero además por la incorporación del PC al bloque en el poder, que buscará utilizar al movimiento de masas como el instrumento que le permita presionar por tener mejores cuotas para su negociación parlamentaria y de incorporación a otros cargos del gobierno.



Es menester recordar que a principio de año, cuando la Nueva Mayoría asume el poder, y dentro de los proyectos de ley que ésta rechaza, se encuentra la famosa ley Hinzpeter, que buscaba criminalizar a todos los movimientos sociales y endurecer las sanciones hacia los ejercicios de violencia, en donde muchos ilusos creían que se abría un periodo de cambios profundos, donde la represión no sería la forma de resolver los conflictos. Hoy, a 11 meses de este hecho, podemos decir claramente, que lo que hoy tenemos dista mucho de lo que fue en un comienzo. Con la última seguidilla de bombazos, y principalmente por el ejecutado en escuela militar, se ha buscado generar un clima de inestabilidad y de inseguridad para la población, que busca dar los argumentos para hacer y deshacer en términos policiales, y que busca darle la legitimidad necesaria a un a nueva estructura jurídica que permita ser eficaz con los procesados por delitos terroristas y los ejercicios de violencia de masas. Es así como Mahmud Aleuy, plantea lo obsoleto que se encuentra la ley antiterrorista que se ha aplicado solo en 10 ocasiones desde el 2001, o bien la idea de establecer regulaciones legales para poder sancionar los sucesos ocurridos en las marchas, lo cual evidencia la intención de institucionalización de las herramientas de la lucha de masas (así también las huelgas clasificadas en ilegales o legales). La línea común que se ha establecido y donde hay mayor grado de consenso es que la ANI debe fortalecerse como organismo, centralizando la información, para así poder tener mayor control sobre los diversos sucesos desarrollados en el país.

En conclusión podemos decir que como norma general, la burguesía buscará readecuar sus estructuras democráticas a los nuevos desafíos de la lucha de clases, por ende la necesidad está en dotar al Estado de un cuerpo legal que permita detener la profundización de la crisis del gobierno, a través de la profundización de la represión y la ampliación de la contrainsurgencia como característica del Estado actual. Los resultados emanados por el comité de expertos encargados de esta tarea fue la siguiente:

Entre las propuestas detalla “Incorporar la Ley Antiterrorista al Código Penal, permitir tipificar como delito terrorista la actuación individual y solitaria de una persona, sin necesidad de vincularlo a una asociación ilícita. Autorización a funcionarios policiales para que se desempeñen como agentes encubiertos reveladores… el ministerio público puede pedir al juez, recluir al imputado en lugares públicos especialmente destinados para este objeto, establecer restricciones al régimen de visitas e interceptar, abrir o registrar sus comunicaciones telefónicas e informáticas y su correspondencia epistolar y telegráfica…”

Desde el punto de vista de nuestras tareas, la profundización de la contrainsurgencia en todos los niveles del Estado, pone una lápida aún más definitiva a quienes sueñan con procesos de transición pacífica hacia un Estado Socialista. Más aún, también derriban las ilusiones de los nacional desarrollistas y amantes del estado de bienestar, es decir de la anomalía burguesa producida, si se nos permite señalarlo así, como táctica ex profeso para contener el avance del socialismo a nivel mundial una vez fracasada la opción militar de la segunda guerra mundial y el nazismo. Por otro lado, también la profundización de la contrainsurgencia pone de manifiesto la insuficiencia de las estrategias exclusivamente insurreccionales y espontaneístas, que le confían exclusivamente al “natural” desenvolvimiento de la lucha de clases, la generación de las capacidades político militares que formarán parte del proceso de enfrentamiento por el poder.


Es de suma importancia comprender las características de la contrainsurgencia para poder elaborar táctica y estratégicamente los planes necesarios para anular y superar sus capacidades de intervención preventiva, concebidas para anular al movimiento de masas y a las vanguardias proletarias lo antes posible de la generación de una crisis revolucionaria.

Juan

0 comentarios: