(Rio de Janeiro) - Brasil vivió un fin de semana de intensidad política. Las calles fueron durante el día domingo testigos de manifestaciones que movilizaron a más de un millón de personas a nivel nacional. A diferencia de lo sucedido en junio de 2013, cuando se diera inicio a este proceso de protestas, ahora el impulsor de los manifestantes no fue el descontento general producto de la situación del transporte, la salud o la educación pública. En esta oportunidad las miradas apuntaron directamente al recientemente electo gobierno del Partido de los Trabajadores. Los múltiples escándalos de corrupción que alcanzan al ejecutivo, sumados al empeoramiento de la situación económica fueron sin dudas los disparadores. Se vieron pancartas y se escucharon cánticos pidiendo la salida de la Presidente y solicitando un "impeachment" para la Jefa de Estado. El grito de “Fora Dilma” se hizo sentir.
¿Cómo pudo suceder un acontecimiento de semejante envergadura a solo meses del triunfo electoral de Rousseff? La respuesta es la fragmentación política que vive hoy el mayor país de América Latina. La ajustada victoria de la actual mandataria en segunda vuelta (51,6% de Dilma contra 48,6% de Aécio) auguraban un escenario de estas características. Fueron principalmente los sectores medios y altos los que hicieron sentir su presencia en las calles, posiblemente los mismos que apoyaron al PSDB en las generales de 2014. Por otro lado, las clases populares se mantienen aún más fieles al gobierno. Así están planteadas las cosas.
El domingo por la noche, una vez terminadas mas manifestaciones, los ministros otorgaron una conferencia de prensa donde se analizaron los sucesos. La respuesta fue un “cacerolazo” (panelaço) inmediato en las principales capitales del país, situación se que repitió el lunes en el mismo horario.
La fragmentación por la que atraviesa Brasil pudo ser claramente corroborada por los acontecimientos del día viernes. Dos días antes de las protestas se registraron movilizaciones en apoyo a Dilma Roussef, las cuales intentaban amortiguar el impacto de los hechos que sucederían horas después. Menores en volumen a las del domingo y organizadas básicamente por sindicatos y sectores estudiantiles, los militantes “petistas” se pronunciaron en favor de la democracia y en defensa del cumplimento del mandato constitucional de la Presidente. A pesar de ser una movilización pro gobierno, los asistentes no dejaron de marcar su descontento con los escándalos de corrupción y el con el actual rumbo económico. Es decir, no fueron solo rosas para el Palacio do Planalto.
¿Es realmente posible una salida anticipada del gobierno de Dilma? Por el momento pareciera difícil. El proceso de Impeachment (juicio político) es complejo y se compone de factores legales y políticos, los cuales deben alienarse. En primer lugar, debería comprobarse la participación directa de Rousseff en hechos de corrupción. Aún confirmándose esto, serían necesarios los votos de 2/3 del parlamento. Dentro de la actual coyuntura es difícil que la Presidente no consiga el apoyo de un tercio de los legisladores para bloquear el proceso.
Restan todavía 4 años de mandato y Dilma no la tendrá fácil. Será sin dudas el período más complejo para el PT desde su llegada al poder el 1 de enero de 2003. ¿Volverá la economía a la senda del crecimiento? ¿Se desacelerará la inflación? ¿Como será el desenlace de los escándalos de corrupción que se encuentran en pleno proceso de investigación? Solo con las respuestas a estas preguntas será posible prever el escenario político de lo que resta del mandato.
martes, 17 de marzo de 2015
Análisis del escenario político en Brasil luego de las manifestaciones
10:02 p.m.
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