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miércoles, 25 de mayo de 2016

SUDAMÉRICA / BRASIL Las idas y venidas del golpe, los ajustes y las operaciones judiciales


Lo que muestra la caída del ministro de Planificación Romero Jucá sobre los escenarios planteados en la política brasilera y cómo puede emerger una salida independiente de los trabajadores.

La política brasilera parece un juego de locos. Alguien da las cartas, al minuto siguiente las recoge, redistribuye, dicta una regla para un jugador, otra para otro. Día a día hay una nueva sorpresa. Para los trabajadores, las novedades y continuidades son de ajustes, amenazas sobre las jubilaciones, recortes y privatizaciones en salud y educación, represión para los jóvenes. Este es el orden que Temer quiere instituir para realizar ataques más profundos que los que Dilma ya realizaba. Sin embargo, como revelaronaudios de su brazo derecho Jucá, el orden de su golpismo es también el de un intento de pacto de impunidad.
¿Qué escenarios se vislumbran con la caída de Jucá y por dónde puede surgir una salida independiente por parte de la clase trabajadora?
Los actores de la política palaciega antes y después del golpe
Desde fines del año pasado algunos grandes actores políticos nacionales se entrelazan, cambian sus alineamientos y llevan adelante la política de “los de arriba” en el país en medio de distintos juegos y regateos con diferentes actores del imperialismo. En sus juegos y combinaciones hubo numerosas coyunturas que aproximaban y alejaban el impeachment. En resumen, ellos son: Lula, el “partido judicial”, el “partido mediático”, los distintos caciques tucanos (del PSDB) y los distintos caciques del PMDB, que capitanean el “gran centro” del país y los gobernadores.
Lula se ofrecía como alternativa ajustadora distinta de lo que venía siendo trazado por Dilma y se le ofreció un ministerio como salvación del gobierno, tanto para intentar usar sus habilidades para articular in extremis una mayoría parlamentaria como para reimentar el apoyo de sectores del mivimiento de masas. La Corte Suprema (STF) bloqueó el juego de Lula, violando la Constitución e impidiendo que el expresidente, que ni siquiera fue juzgado, asuma el ministerio.
El “partido judicial” actuó primero dando infinita cuerda a Sérgio Moro, un juez de primera instancia, para promocionar una acción sin precedentes. El procurador general de la República, Rodrigo Janot, junto con la Corte, le daba plenos poderes actuando en las sombras, hasta que salió a luz con toda claridad como golpista en los procedimientos finales del impeachment. Intervenciones más autoritarias y arbitrarias (traslado por la fuerza de Lula, escuchas telefónicas a Dilma) del juez entrenado por el Departamento de Estado norteamericano trajeron la necesidad de contención del verdugo de Curitiba. En todo el proceso, la Corte actuó avalando el golpe y buscando traer más y más poderes arbitrarios para sí. Vulneró e interpretó a su antojo la Constitución. Contra Lula, Dilma, el PT o incluso contra Cunha, la regla del Supremo fue su arbitrariedad. Mantuvo (y mantiene, aunque en hibernación) su posibilidad de impugnar a Temer a través del Tribunal Superior Electoral, presidido por el archigolpista Gilmar Mendes, para que él, el poder judicial, arbitre sobre cómo constituir un nuevo gobierno ajustador y más fuerte. La tropa de choque de este partido con su heroe Moro fueron las clases medias acomodadas con sus remeras de la hiper corrupta Confederación Brasilera de Fútbol, que tomó la Avenida Paulista y otras calles del país.
El "partido mediático" aplicó un ataque en regla contra el gobierno de Dilma, con el objetivo de sacarlo para promover un nuevo gobierno más ajustador, su principal arma fue la operación Lava Jato, que investiga los esquemas de corrupción en Petrobras, y sus revelaciones a cuentagotas, garantizadas por las espurias relaciones con el "partido judicial". Nuevo ejemplo de arbitrariedad en esta sociedad es la revelación, dos meses después, del audio de Jucá, que si hubiese sido revelado antes podría haber enredado el mediocampo del golpe. El diario Folha de S. Paulo hasta hace poco divergía de sus pares buscando elecciones anticipadas, pero todo el "partido" se unió en el posgolpe por ajustes ya. Todos aplauden al unísono la represión, sin mandato judicial, que Alexandre de Moraes instituyó y ya fue aplicada en San Pablo y Rio de Janeiro.
El PSDB, antes dividido en su disputa por el futuro poder, se unificó alrededor del golpe a través del impeachment. Posición que tanto el gobernador de San Pablo, Geraldo Alckmin, como el excandidato presidencial, Aécio Neves, dudaron en aceptar. Reina ahora una tregua, con cada cacique nombrando un ministro: Moraes para Alckmin, Bruno Araújo para Aécio, y con acuerdo de Temer, Serra fue dejado en un ministerio importante pero de no tan facil utilización electoral, Relaciones y Comércio Exterior.
Finalmente, quedan los múltiples caciques del partido que corporiza la política de favores, o "fisiologismo" como le dicen en Brasil: el PMDB. Sus alineamientos y realineamientos obedecen a los juegos de intereses personales que pocas veces salen a la superficie. Los Picciani zigzaguean al igual que Cunha y así en adelante.
Aplicado el golpe, hubo un realineamiento de todas las fuerzas, con excepción de Lula, detrás de un frente golpista que tenía objetivos estratégicos comunes (ajustes), pero objetivos políticos muy dispares con miras a las elecciones de 2016 y 2018 y sus propias pretensiones personales y de grupo. Este frente sigue en pie, aun que la filtración de las conversaciones de Machado con Jucá y las amenazas que sobrevuelan de que existirían también grabaciones con el presidente del Senado Renan Calheiros y el expresidente José Sarney, ambos del PMDB, muestran juegos más complejos del "partido judicial" y del "partido de los medios" y sus relaciones con otros actores, así como con el imperialismo.
Los escenarios de Temer al volver a barajar las cartas
Temer fue colocado en el poder para realizar ajustes más duros. Todos los medios imperialistas tomaron una postura crítica ante el impeachment, pero sin oponerse abiertamente, buscando mantener la puerta abierta a un escenario de nuevas elecciones en caso de que Temer falle en su promesa, y mientras lucra con los ajustes que pueda aprobar. La semana pasada, Estados Unidos y Alemania dieron señales de reconocimiento del gobierno golpista, sumándose a la Argentina del neoliberal Mauricio Macri que aplaudió a Temer desde el primer minuto.
Presionado desde arriba, Temer debe tomar esas medidas. Cauteloso con las repercusiones electorales que puedan tener, debe contenerse. En la medición del terreno, adopta una línea dura, y a través de Alexandre de Moraes, implementa una reescritura de las leyes, permitiendo desalojos sin mandato y amenazas a todos los movimientos sociales. ¿Puede estabilizarse Temer? ¿Puede la economía mundial darle algún respiro, y con la ayuda de las centrales sindicales progolpistas, que ya se mueven para avalar la reforma previsional, y con la inacción de la CUT, que haya un gobierno ajustador pero estable, con un nivel de lucha de clases relativamente contenido?
Este acuerdo, ¿incluye la operación Lava Jato y el "partido judicial"? O ¿puede este último puede seguir generando confusión en el escenario político, impugnando mandatos sin prerrogativa constitucional para ello, como hicieron con el corrupto Cunha, generando filtraciones selectivas de información al "partido mediático", poniendo en jaque al "gran centro" político del país y blindando a los tucanos paulistas para aplanar los caminos hacia el poder? Una operación como esta incluye a veces limpiar senderos golpistas y tocar uno que otro nombre por fuera del PT, como Cunha, y por qué no, si fuere necesario, a Aécio, pero la pregunta de las preguntas, ¿llevará a la cárcel a Lula y qué impensables consecuencias en la lucha de clases tendría esa acción?
En un escenario un poco más calmado del arbitrio judicial, sin el encarcelamiento de Lula, se abriría "por arriba" nuevos caminos para que haya un gobierno con mayor legitimidad que el de Temer, validado por las urnas, para este giro neoliberal, pero en él residiría el riesgo de que Lula sea reelegido. Para eso, nuevas operaciones como mínimo de desangre deben ocurrir. En este escenario, con acción del poder judicial y críticas del imperialismo, el frente golpista se desharía y tendríamos nuevas elecciones, presidenciales o generales, para garantizar legitimidad para atacar, como piden The Economist y consortes.
En un tercer escenario, los trabajadores logran aprovechar esas "brechas" en las alturas, y con su acción contra los golpistas y los ajustes, dejan su marca en el escenario político, llevando a nuevas soluciones políticas y frenando los ajustes.
No faltan motivos, ¿qué nos traba para un escenario favorable a los trabajadores?
El golpe no fue combatido por las principales direcciones del movimiento de masas. La CUT, la CTB, la UNE, el MST ofrecieron actos y un día de paro nacional que fue un fiasco. Sectores de la clase trabajadora se encuentran dubitativos de cómo actuar ante la derecha debido a esta inacción.
Sus fuerzas no están derrotadas, sino paralizadas. Argentina, que viene de una experiencia de lucha de clases más intensa que la brasilera, con sus jornadas revolucionarias en 2001, ofrece un reflejo más fuerte pero que guarda semejanzas con Brasil. Macri se enfrenta con una viva oposición de la juventud y de los trabajadores estatales, incluso el parlamento tuvo que aprobar una ley que impide los despidos. Macri la vetó y la burocracia sindical no convocó hasta el momento a ninguna acción contra ese veto. Con límites, se muestra un reconocimiento de la relación de fuerzas en la que que no hay aun una derrota.
Los ataques anunciados por Temer y demandados por toda la burguesía forzarán alguna acción de los trabajadores. Antes de eso, la juventud ya desarrolla una oleada de ocupaciones en las escuelas del país, de Rio Grande do Sul a Ceará. Estas luchas se combinan con ocupaciones de universidades en la Unipampa, en el extremo sur, y en las prestigiosas Unicamp (Campinas) y USP (San Pablo), donde también se cruzan con importante huelga de no docentes, como es el caso de esta última que tiene al frente a uno de los sindicatos más combativos del país (Sintusp).
En diversos estados hay luchas del estatales contra los ajustes. De docentes de Rio de Janeiro a distintos sectores municipales y provinciales. Luchas que siguen aisladas y en un mercado estrictamente económico, de su lucha específica contra determinado aspecto del ajuste en ese lugar.
En los sectores de la clase media, se mostró una viva oposición al golpe. Artistas globales, alternativos y anónimos se declararon en contra de la extinción del Ministerio de Cultura, impulsaron festivales e incluso ocupaciones.
En otro flanco, que se combina en puntos con los anteriores, diversas capitales son escenario de actos en contra de Temer. Los más grandes fueron en Rio Grande do Sul, donde la oleada de ocupaciones se mostró más amplia y espectacularmente rápida, aunque los dos fenómenos aun no se "casaron".
Gracias al trabajo de la CUT, CTB, UNE, las luchas contra Temer se muestran poco efectivas y aisladas de las luchas de la juventud y contra el ajuste, ni siquiera se pronuncian enérgicamente contra la represión, y por otro lado, la lucha de la juventud contra los ajustes no emerge como una lucha política para tirar abajo el gobierno golpista.
Esta separación del plano sindical o económico del plano político es funcional a un desgaste de Temer, aunque también su continuidad (o caída por la acción por "arriba" y no "de abajo") ofreciendo al PT y Lula como alternativas, no de la lucha de clases sino de la estabilización del país. La CUT trabaja para eso, no para enfrentar al golpista Temer y los ajustes. Derrotar a Temer y sus ajustes, sus represión, derrotar a todos los gobiernos ajustadores, derrotar a las patronales que despiden a diestra y siniestra, exige superar esta separación. Apoyar, coordinar las luchas y poner de pie en ellas a un sujeto social y político contra las alternativas ajustadoras y conciliadoras como la que ofrece el propio PT.
Está en curso una Constituyente, por derecha y velada, hay que luchar para imponer con la lucha una Constituyente
La CLT (equivalente al Convenio Colectivo de Trabajo) está en debate con Temer. Las jubilaciones también. Con Dilma también lo estaban, pero crece a presión y voluntad de ataque. Las empresas estatales están siendo ofrecidas en un verdadero "Black Friday" (viernes negro, día de super ofertas). La Corte arbitra, reinventa leyes, tira al tacho la Constitución cómo y cuándo le parece. El parlamento reduce la edad de inimputabilidad penal. Quiere sacarle al ejecutivo la prerrogativa de demarcar tierras. Están haciendo una nueva Constitución al gusto de las bancadas del buey, de la bala y de la biblia, y claro, del amo del norte. Nadie es convocado para opinar. Deciden entre ellos en sordina.
Quieren atacar incluso los desalojos, el derecho a la manifestación, con la represión a menores de edad que hacen como quieren cuando quieren y sin que ninguna "institución" oponga ningún cuestionamiento de un simple parecer de una procuradoría provincial.
Frente a este giro que ya están haciendo en las leyes del país, endureciendo la Constitución de 1988 que ya fue tutelada y controlada por los militares -que llega al extremo de permitir que las Fuerzas Armadas intervengan en el país constitucionalmente, que den un "golpe militar constitucional", como dice el artículo 142- es necesario que la clase trabajadora y la juventud respondan.
Nuevas elecciones bajo las reglas y mando de Gilmar Mendes, presidente del TSE, no ofrecerá ninguna respuesta favorable a los trabajadores. Al contrario, servirá únicamente para ofrecer una cobertura democrática a un nuevo ajustador en elecciones relámpago con la corporación mediática Rede Globo haciendo campaña y nuevas reglas electorales que restringen incluso al PSOL de participar en debates televisivos.
Hay que superar los límites impuestos por la CUT, CTB y UNE y poner en pie la voz de los trabajadores y la juventud. Marcar el terreno para tirar abajo el gobierno golpista de Temer y con la fuerza de esta lucha imponer una Constituyente que todos los trabajadores opinen libremente sobre los rumbos del país, para que no quede piedra sobre piedra de un régimen carcomido por la corrupción y que ofrece a las nuevas generaciones la certeza de que trabajarán más años que sus padres, exprimiéndose en transportes precarios, viviendo un infierno en trabajos cada vez más precarios, rotativos, pésimamente remunerados.
Este régimen que ofrece desocupación, salud y educación precarias, jueces que se creen dioses, policías asesinas e impunes, puede ser superado en la lucha por una Constituyente que instituya el no pago de la deuda para garantizar recursos a la salud, educación y jubilaciones, que imponga la elección y revocabilidad de todos los cargos políticos de jueces y parlamentarios, que termine con todos los privilegios, desde los fueros privilegiados hasta los sueldos millonarios, haciendo que todos ganen como una maestra.
Una constituyente que ofrezca la más "generosa" de las democracias. No hay pacto posible con el imperialismo y con una élite heredera de la Casa Grande, del Estado Novo y del golpe de 1964. Aun la más generosa de las democracias será saboteada por una élite reaccionaria y siempre golpista cuando fallan sus mecanismos de contención y conciliación. Es necesario avanzar hacia un gobierno de los trabajadores que rompa con el imperialismo y el capitalismo.

Leandro Lanfredi

Trabajador petrolero | Rio de Janeiro

FUENTE: La Izquierda Diario

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