Resultados Primarias 2013: Ganan ellos, perdemos nosotros
Ganadores y perdedores, todos los candidatos que participaron de estas costosas primarias coinciden absolutamente en un punto, la concurrencia fue un rotundo éxito. Votaron un poco más de 3 millones de personas, sobre un padrón electoral de 13.388.000 personas, lo que representa un 22,5% de participación frente a un 77,5% de abstención, pero para ellos sigue siendo un éxito inusitado cuando lo que esperaban era solo un millón de votos. Una consecuencia importante a destacar en estas primeras primarias legales, es la inscripción ilegal de miles de chilenos en partidos políticos en los que nunca han militado o decidido militar. Estos chilenos se vieron imposibilitados de votar por quien deseaban debido a esta ilegalidad con que los partidos políticos suman militantes, y así vemos como los verdaderos adeptos son menos aún de los pocos que ostentan.
Si establecemos una relación entre los
montos gastados en las campañas de los candidatos y los resultados de
las votaciones, encontramos una relación de causalidad directa, a mayor monto gastado en campaña, mayor votación conseguida. Los porcentajes no se ajustan proporcionalmente a los resultados pero el orden calza perfecto.
Bachelet, en el primer lugar, declara gastar 215 millones de pesos;
Velasco, en segundo lugar, declara gastar 168 millones de pesos; Orrego,
en tercer lugar, declara haber gastado 157 millones y Gómez, en cuarto
lugar, 70 millones de pesos. Lamentablemente no podemos establecer la relación entre Longueira y Allamand ya que ellos se negaron a declarar los montos, pero no extrañaría que Longueira hubiera invertido más que su contendor.
Pero más allá de los resultados el contexto es el siguiente, tenemos a dos coaliciones políticas que han cogobernado el país durante al menos 24 años y lo seguirán haciendo, si contamos sólo desde el plebiscito que sacó a Pinochet del gobierno, pero que instauró en piedra la dictadura del capital en su fase más extrema, el neoliberalismo,
una ideología de mercado desregulado. Y a pesar de existir otros
partidos, muchos independientes y millones de coterráneos que no se
sienten identificados por ninguno de los partidos que conforman aquellas
dos alianzas -más de diez millones de personas-, los políticos, el
Congreso y los medios de comunicación de masas sin excepción alguna
abordan estas elecciones como si los contendores fueran los únicos
candidatos existentes, sus propuestas las únicas posibles y las opciones
las mismas de siempre, Concertación o Alianza.
Y vemos como se cumplió el objetivo. Bachelet
sale de estas primarias fortalecida, incluso más fortalecida de lo
esperado y en sus bolsillos un respaldo que ya se lo quisiera
cualquiera. Desde el PC a la DC le juran amor y lealtad incondicional, pasando por el MAS
y toda la ex Concertación más los desconcertados que ahora, con el
supuesto giro a la izquierda, sí creen en ella. Y es que la jugada fue
muy buena, hay que reconocerlo. De un suácate se desprendieron de las
odiosas y nefastas cargas negativas de la Concertación –termoeléctricas,
desastre forestal, consolidación del sistema de AFPs, asesinato de
comuneros mapuches, aplicación de ley antiterrorista, usurpación del
agua, saqueo del cobre y de los recursos naturales en general más un
largo etc.- y ahora, con la negociada incorporación del PC y el
consecuente apoyo de emblemáticos dirigentes estudiantiles y otros,
prometen poner fin al lucro, gratuidad a la educación y nueva constitución, aclarando eso sí, que sólo por la vía institucional, vale decir dentro de lo que permite la Constitución de Pinochet. En otras palabras, esperemos los cambios sentaditos mejor.
Con estas primarias,
que por lo visto sellan el destino del país que se ratificará en
noviembre, se asegura la imprescindible alternancia en el poder de mano
de las dos coaliciones y se perpetúa el cogobierno Alianza-ex
Concertación que nos tiene sumidos en la sociedad más extremadamente neoliberal e injusta que existe.
Los que creen que hará un gobierno “más de izquierda” que el anterior,
concédannos el beneficio de la duda, se equivocan. Y quienes creen que Gómez representaba a los que deseamos una Asamblea Constituyente,
definitivamente también se equivocan. Siguen los mismos payasos fomes
en este circo putrefacto que es la política partidista chilena mientras
la otra política, la verdadera, seguirá floreciendo como la primavera en
las calles por todo el país.
Pero esa política es invisibilizada por
todos quienes dan por sentada cuál es la verdadera política, la política
de los arreglines y el saqueo, la política de las cuotas y los
intereses económicos, la política de la riqueza, la política al servicio
de los grupos económicos dominantes y del poder hegemónico global, la política de la explotación de unos por otros.
Pero los estudiantes y trabajadores lo han dicho, ellos sí practican la verdadera democracia, siendo verdaderamente socialistas, comunitarios, solidarios y radicales en sus prácticas y quehacer diario.
Otro gallo cantaría en esta larga y angosta faja de injusticias si el
Partido Socialista fuera socialista, si el Partido Por la Democracia
abogara por la democracia, si el Partido Comunista propusiera el
comunitarismo, si el Partido Radical fuera verdaderamente radical y
social, si la Izquierda Cristiana fuera de izquierda, si la Democracia
Cristiana fuera demócrata y siguiera el ejemplo de Cristo y si el MAS
fuera un movimiento amplio y social.
A final de cuentas el discurso se adapta a los tiempos y la historia se repite, ayer Estados Unidos deseó extirpar del mundo el marxismo y propició el Golpe de Estado y la dictadura militar,
cuando Pinochet se arrancó con los tarros y se transformó en algo no
deseado, propiciaron también su negociada salida para asegurar la
perpetuidad del modelo ideológico, económico y social desarrollado por Milton Friedman y bien aprendido por nuestros Chicago Boys. Y desde entonces Estados Unidos decide quién se para frente a este sistema y vemos como Bachelet
fue a prestar servicio y ha sido premiada por su obediencia, por lo que
asumirá un nuevo período. Ese es el sistema que mal soportamos hace
tanto y que requiere se alternen los presidentes entre las coaliciones,
para instaurar la sensación de democracia, la sensación de que las cosas
pueden ser distintas y mejores. Pero no nos engañemos, hace ya tiempo
que comparten una misma ideología dominante y aunque en los debates
parezcan antagónicos, juego que se incrementará en las próximas
presidenciales, seguiremos viviendo en este sistema capitalista
neoliberal. Muchos piensan que no es tan malo y que se puede mejorar,
desarrollando una suerte de buen capitalismo o capitalismo social, pero
aquello son sólo voladeros de luces, porque en el fondo el capitalismo
no quiere ser más justo, no puede ser más justo, ello está en su
esencia. Sólo puede ser más desigual porque en ello se basa, en el
lucro, el incremento sin límites de la ganancia y no en la solidaridad. Y
la solidaridad no tiene nada que ver con asistencialismo paternalista
que tanto exaltan y capitalizan estos gobiernos.
En definitiva los cambios, como bien
vemos, provienen desde el pueblo organizado y consciente, nunca han sido
propiciados por oportunistas que adoptan discursos ajenos a
conveniencia. En este sentido la construcción de una sociedad mejor se
genera y desarrolla en las calles y todos los espacios donde las
personas pueden, junto a otros, idear otras relaciones, otra sociedad,
otro mundo. Si existe un candidato que asume verdaderamente una voluntad
de cambio real y participativo y logra llegar a la presidencia, sin
duda es una forma rápida de obtener importantes logros y merece todo el
apoyo, mal que mal hay más de 10 millones de personas que no votaron en
estas elecciones primarias y que podrían marcar una diferencia en las
presidenciales, pero todos sabemos que ese camino rápido es en extremo
difícil y poco factible al interior de esta institucionalidad, como les
gusta llamar a la dictadura del capitalismo.
Más allá de las diferencias en la forma
que pueden ser muchas entre los candidatos, diferencias de fondo no se
ven, al menos creíbles, hasta el momento. Si no está de acuerdo lo
invitamos al debate, que viene siendo lo rescatable de todo esto: ¿En qué se diferencian en el fondo Bachelet y Longueira?
Por Sebastián Larraín Saá
Codirector El Ciudadano
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