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El presidente de México, Enrique Peña, y su partido gobernante, han sido castigados en los recientes comicios a gobernadores y alcaldes, por la insoportable corrupción y la violencia del crimen organizado en el país, dijo a Sputnik Nóvosti el sociólogo Rodrigo Páez Montalbán.
La elección del domingo no solo fue una elección sobre partidos, coaliciones o alianzas: "se puede interpretar como un castigo, que anticipa la decadencia del PRI", el ecléctico y casi nonagenario Partido Revolucionario Institucional (PRI), fundado en 1929, dijo el académico del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC), de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
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El antecedente a una derrota electoral similar se remonta dos décadas, a las elecciones de 1997, dice el académico, "cuando se fueron disipando las tendencias de una decadencia electoral del partido gobernante, y la oposición ganó el gobierno de la capital por primera vez —recuerda—, con Cuauhtémoc Cárdenas", el hijo del general y ex presidente Lázaro Cárdenas (1936-1940) que abandonó las filas del PRI para fundar una opción de centroizquierda, apunta el investigador del posgrado de la UNAM.
No obstante, "hoy la transición es más dramática, en el sentido de que hay más incertidumbre económica, porque las reformas estructurales no han dado los resultados esperados para la gente, que no resiste más los escándalos de corrupción ni más inseguridad".
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Solo en Veracruz, enclave industrial y portuario, asolado por el crimen organizado que ataca a los migrantes que cruzan hacia EEUU, ha sido un escenario de escándalos: el gobernador del PRI, Javier Duarte, ha sido acusado de desviar más de 50.000 millones de pesos de recursos federales y de tener propiedades por valor de 3.000 millones de pesos (un total de unos 3.000 millones de dólares)
Un cuadro espeluznante
El resultado, "es una especie de fin anticipado del Gobierno, porque ha llegado a un límite de su gestión, y ya no puede avanzar en sus reformas, que llegaron al límite de lo más que podían ofrecer" explica.
Entre todos los problemas sociales por los cuáles la ciudadanía votante ha dado la espalda al PRI destaca uno: "la violencia es verdaderamente espeluznante", en las costas de los estados petroleros de Tamaulipas, Veracruz, e el norte fronterizo con EEUU o las montañas de Guerrero o Michoacán, y hasta en el turístico y caribeño Quintana Roo.
Entre los más afectados destaca el costero Veracruz, recostado sobre el Golfo de México, con una extensa costa: "es uno de los estados que algunos califican de estado fallido, porque se ha distinguido por niveles desproporcionados de violencia y corrupción, un cóctel muy negativo para el gobierno y el PRI", que nunca había perdido esa plaza en casi 90 años.
Las claves de la derrota, dice el analista, "hay que buscarlas en el declive de la economía, y en el hastío de la sociedad ante todas las formas posibles de corrupción galopante y la violencia cotidiana sin límites".
El liderazgo del PRI también ha envejecido y se ha desconectado de la gente: quien dirige al partido gobernante, Manlio Fabio Beltrones, "es un exponente de la viejísima clase política, pero parece que —como dijo un corresponsal inglés— 'no entienden que no entienden', la clase política no se altera ante el drama, actúa como si no pasara nada".
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Sin embargo, aún se esperan sorpresas y puede haber una recomposición del mapa político, si la oposición no capitaliza este avance: "va quedando muy claro que la gente vota más por personas que por partidos y en los próximos dos años habrá mucha disputa interna", antes de la sucesión presidencial de 2018.
FUENTE:
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