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miércoles, 28 de septiembre de 2016

AMÉRICA DEL NORTE / MÉXICO México polarizado: marcha de la derecha y movilización a dos años de Ayotzinapa


En los últimos días, dos movilizaciones, de signo opuesto, recorrieron las calles de la Ciudad de México. El trasfondo: el debilitamiento y la pérdida de legitimidad del gobierno de Peña Nieto.

El sábado, decenas de miles de personas congregadas por el Frente Nacional por la Familia y la Unión Nacional Cristiana por la Familia se manifestaron en “defensa de la familia” y contra el derecho al matrimonio igualitario. Después de realizar hace algunas semanas manifestaciones en decenas de ciudades de todo el país, ahora redoblaron la apuesta. El escenario elegido no podía ser más emblemático: la Ciudad de México, territorio en el que distintas demandas del movimiento de mujeres y la comunidad sexodiversa fueron conquistadas.
En la movilización, alentada por la jerarquía de la Iglesia Católica y otras iglesias cristianas, se hizo evidente el carácter absolutamente reaccionario de las demandas sustentadas por los organizadores –entre quienes destacan junto a renombrados políticos y ex funcionarios pertenecientes a los partidos Acción Nacional y Encuentro Social–, y se plegaron a la misma grupos neonazis.
Al día siguiente, después de lo que sus organizadores consideraron un “éxito”, la jerarquía eclesiástica volvió a la carga a través de su principal líder. Norberto Rivera, cardenal primado de México, justificó una vez más su oposición al matrimonio igualitario, en las páginas de Desde la Fe, semanario oficial del Arzobispado:“Un niño tiene más posibilidades de sufrir abusos sexuales de un padre homosexual”.

Crisis del gobierno y polarización
El redoblado impulso dado por la Iglesia y las organizaciones derechistas a este movimiento reaccionario contra una demanda democrática fundamental –el derecho al matrimonio igualitario, como es el derecho al aborto–, tiene como trasfondo el debilitamiento del gobierno, que buscan aprovechar para imponer su “agenda”. De hecho, el proyecto de matrimonio igualitario –cuyo impulso por parte de Peña fue un intento de aparecer como “democrático”– fue congelado en el Congreso por la bancada oficialista.
Peña Nieto arrastra una fuerte caída en su popularidad y atravesó recientemente una importante crisis política, que llevó a la renuncia del “supersecretario” Luis Videgaray. En un contexto de complicaciones económicas más que evidentes y de descrédito gubernamental, desde la jerarquía católica hasta los empresarios, salieron a criticar algunas de sus medidas y a ejercer presión sobre EPN. Desde ya que esto no implica diferencias en torno al proyecto estratégico contra los trabajadores y el pueblo, pero sí indica un debilitamiento de la capacidad gubernamental para alinear incondicionalmente a sectores muy importantes que venían apoyando a su administración.
Mientras los empresarios saludaron con beneplácito la salida de Videgaray, la Iglesia mostró previamente su distanciamiento con el partido de gobierno en las pasadas elecciones, cuando muchos sacerdotes impulsaron abiertamente el voto por Acción Nacional.
La movilización del pasado domingo –que encontró como respuesta acciones protagonizadas por organizaciones de la comunidad sexodiversa– indican también una polarización social y política que recorre a la sociedad mexicana. La movilización a favor “de la familia como en Nazaret” es una clara expresión por derecha de esto; y es también una respuesta al descontento creciente y la lucha por los derechos democráticos y laborales que han protagonizado en los últimos años importantes sectores de los trabajadores y la juventud, desde el #YoSoy132 y las movilizaciones por Ayotzinapa a la lucha magisterial. Aunque referenciada hoy en el repudio a la comunidad sexodiversa y los derechos de las mujeres, se entrelaza con los reclamos del empresariado de “aplicar mano dura” contra los maestros. Y a no dudar: representa una potencial base social de cualquier ataque, del gobierno y las instituciones, contra los trabajadores y el pueblo, y contra las libertades democráticas.
Ayotzinapa: la otra marcha
Apenas dos días después de la movilización de la derecha, decenas de miles marcharon del Angel de la Independencia al Zócalo. En las consignas y en los cánticos, “Fue el Estado”, “Ayotzinapa vive”.
Miles acompañando desde las banquetas y en ríos humanos por las laterales de Paseo de la Reforma, mostrando que el coraje sigue más vivo que nunca y que los familiares de los 43 desaparecidos y los tres asesinados, no están solos. Numerosos contingentes estudiantiles, así como de sindicatos como el de los trabajadores de la UNAM, y organizaciones sociales, hicieron de ésta una poderosa y masiva demostración política.
Lo nutrido de la movilización y las muestras de apoyo popular recibidas son también una muestra de la polarización social y política a la que nos referimos arriba, alimentada por el creciente descrédito de gobierno.
No hay que olvidar que apenas 11 días atrás, el 15 de septiembre, decenas de miles se congregaron también para reclamar “fuera Peña”. La caída en la popularidad de EPN, y el descontento existente con su administración, puede alimentar el reverdecer de la protesta social.
Esa posibilidad plantea la necesidad de la unificación y la coordinación de los trabajadores que vienen resistiendo las reformas estructurales –como los maestros– y luchando por sus conquistas laborales, los sectores populares y juveniles que salieron a las calles el 15 y 26 de septiembre, así como quienes se manifiestan por los derechos de las mujeres y la comunidad sexodiversa. Un Encuentro Nacional de organizaciones obreras y populares sería un gran paso adelante para concretar esta perspectiva, y resolver un plan de acción unitario.
Como dijimos enLa Izquierda Diario y desde el Movimiento de los Trabajadores Socialistas, frente a los planes del gobierno y a los ataques reaccionarios de la derecha, es fundamental que los trabajadores, junto a los explotados y oprimidos del campo y la ciudad, den una salida favorable a nuestros intereses, que son contrapuestos a los de los empresarios y sus representantes políticos.

Pablo Oprinari

FUENTE: LID

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