Escrito en 1934, el tango de Santos Discepolo tiene plena vigencia en el Chile actual, sobretodo aquello de que “vivimos revolcaos en un merengue, en el mismo lodo todos manoseados”. Cierto, tan cierto que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafados y que hoy para muchos da lo mismo porque los inmorales nos han igualado y unos viven en la impostura, otros roban en su ambición y da lo mismo si son curas, colchoneros, hijos de presidente, caraduras de la UDI, o de RN, o polizones.
Los hechos se suceden a velocidad vertiginosa. El sistema político se cae a pedazos y unos otros se sacan los trapitos al sol. La colusión de las farmacias, las estafas de La Polar, todo aquello que ya nos había indignado un par de años atrás quedan como carachas frente a la magnitud de lo que hoy se evidencia con toda nitidez, el maridaje espurio entre los intereses de las grandes fortunas y la mal llamada “clase politica” desnudada como nunca antes: meros instrumentos serviles del gran capital, llámense como se llamen y asuman los colores de banderas y símbolos que vacios de contenidos, solo son meros cazabobos para seguir engañando la ingenuidad y comodidad de esas mayorías silenciosas que acumulan decepción pero que son estériles en cuanto a asumir una actitud decidida de rechazo.
Ciertamente “la cosa” no da para más. Explotan descaradamente, engañan, mienten, roban agua, reprimen a los pocos segmentos de pueblo que se atreven a luchar pretendiendo ahora criminalizar toda lucha, se venden al mejor postor. ¿Burguesía? No. Lumpen burguesía, y con ellos, la alianza (compra?) de multitud de funcionarios de todo tipo que cómodamente viven al amparo del sistema, defendiéndolo. Y no solo los “políticos” sino todo aquel que se declara impotente, que nada puede hacer y cierra los ojos e implementan lo que los amos ordenan, llámese alcaldes, intendentes, jefe de servicio, académicos. Si. Como dice un célebre artista chileno, arriesgo demanda al sostener que también hay desidia y comodidad de todos aquellos que pudiendo evidenciar las lacras del sistemita, guardan silencio para conservar su peguita. Amparan la impunidad, mantienen el sistemita diseñado por el Dictador porque la legalidad impuesta por el sátrapa les es útil, conveniente, muy conveniente. Y creyéndose ellos mismos el cuento, de tarde en tarde anuncian con bombos y platillos una reforma con letras mayúscula que no pasa de ser un mero maquillaje, o desprestigiadas comisiones (coimiciones) que elaborarán un diagnóstico y pseudo soluciones que quedarán guardadas en una gaveta para alimento de polillas.
La cosa no da para más. Los poderes fácticos instalados desde que la alegría llegó, intentan desesperadamente frenar la vertiginosa caída y desplome. Desde las mismas filas del fascismo militante Allamand declara que no existen instrumentos políticos orgánicos de su sector para enfrentar el momento actual. Que decir de la Nueva Mayoría, quienes como el Rey desnudo pretenden que nadie se da cuenta lo empelota que están con los chanchullos, arreglines, y danza de milllones mal habidos. Lo de Dávalos es solo una muestra del enriquecimiento de estos nuevos ricos, ayer a poto pelado, con charango y cantando El Pueblo Unido hoy desenmascarados por facturas falsas y otros latrocinios.
Triste saber lo que siempre supimos y advertimos desde esta orilla. Contaminados, mezclados en el mismo lodo, sorprendidos con las manos en la masa, que pudiera ser lo más blando a decirles, cuando en realidad han engañado a miles disfrazándose de republicanos, de progresistas, sosteniendo mediante el terror que ellos eran la única alternativa ciudadana, pacífica, de cambios. ¿Cambios? Descarados traficantes de principios, pseudo renovados vendidos al gran capital, demagogos que con discursos para la platea y los incautos, se han llenado los bolsillos y las cuentas corrientes diciéndose paladines del campo popular.
Pero también asumamos que la culpa no la tiene solo el chancho, sino también quienes le dan el afrecho. ¿Cuantos honestos trabajadores y trabajadoras, pobladores y pobladoras les creyeron lo de la alegría que ya venía? ¿Cuantos desfilan en cada elección avalando su sistema corrupto y antipopular? ¿Cuantos desde la comodidad aceptan el mal menor? ¿Cuantos desde la ingenuidad siguen creyendo que desde el mismo sistema político pueden lograr “algo”? Tropezar, tropezar una y diez mil veces con la misma piedra. Decepcionante ver como en diversas organizaciones se producen fracturas y pugnas porque los iluminados quieren llevarlas al sistema institucional, a las elecciones porque “ellos si” lograrán representar los intereses de las mayorías. ¿Representar? ¿Ante los sinverguenzas? ¿Ante los que viven del sistema?¿Ante los poderosos que se sostienen precisamente por esa legalidad, por esta Constitución, por estas Leyes Orgánicas? Hacen daño, no permiten que el pueblo confíe en sus propias organizaciones, que el pueblo luche en los espacios y con los métodos que le son favorables. Porque si algún avance se ha producido en el campo popular ha sido con la masividad de luchas nacionales y locales al margen y por fuera de esa legalidad que tanto defienden los ilusos. Utopías retóricas de quienes no entienden que es la lucha de clases lo fundamental y que sueñan con la república, los “ciudadanos” empoderados, y les da asco hablar de explotados, de los intereses contradictorios de las clases sociales, de las contradicciones que solo se resuelven con la fuerza de las mayorías y prefieren engrupirnos con métodos no violentos, modernos, “decentes”, aptos supuestamente para un pueblo con vocación pacifista, para ciudadanos. Como si la Historia de nuestro país, la historia con mayúscula, no está llena de violencia , matanzas y crímenes de los poderosos. Nos quieren como borregos votando por el mal menor o poniendo nuestro destino, una vez más, en las manos de “profesionales”, “erúditos” “intelectuales” , pequeñaburguesía al fin, que solo busca mejoras cosméticas a un sistema y modelo que se cae a pedazos.
No hay cambio posible, no hay salida a la crisis que vivimos como país, como sociedad, si nuestras fuerzas, las del campo popular, siguen atomizadas, dispersas, sin unidad. No hay posibilidades se avanzar si no articulamos todas las luchas en una sola gran lucha. No hay posibilidad de cambio real si las grandes masas de trabajadores siguen moviéndose solo por el interés inmediato reivindicativo que es arrebatado a la vuelta de la esquina apenas terminan las movilizaciones. No habrá cambio posible si no hay un paciente trabajo en la base para ganar a los pasivos porque ya no basta con mover a los convencidos, a los mismos de siempre. Y claramente, no habrá cambio posible sino aprendemos de nuestra historia y construimos todas las herramientas necesarias para enfrentar a los poderosos. Todas. Solo un pueblo organizado, consciente, actuando con unidad y objetivos políticos concretos puede lograr poner en crisis terminal a los cambalaches. Y que se vayan todos.
Alma Negra.
Militante de Trabajadores al Poder
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