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martes, 14 de abril de 2015

Chile. La Negra Ester: “Bajo el capitalismo no son posibles los cambios profundos”

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·        Entrevista con una de las más destacadas actrices de Chile, Rosa Ramírez Ríos, conocida ampliamente por su papel co-protagónico en la obra teatral de mayor popularidad del país, ‘La Negra Ester’.
·        “Para el próximo 11 de mayo estamos preparando un montaje dramático especial que está vinculado con el ex presidente Ricardo Lagos y su esposa Luisa Durán. Dará que hablar.”

“Soy un autor dramático. Muestro lo que he visto. Y he visto mercados de hombres donde se comercia con el hombre. Esto es lo que yo, autor dramático, muestro.”
Bertolt Brecht

En la Federación Industrial Ferroviaria de Santiago de Chile logro dar con Rosa Ramírez Ríos, la mítica ‘Negra Ester’ (http://es.wikipedia.org/wiki/La_negra_Ester
)

. Allí la actriz representó el monólogo de su creación ‘El Despertar de una mujer’, en el marco de una actividad de jóvenes trabajadores/as, estudiantes y de la nueva generación de sindicalistas marcada por la independencia política del pueblo trabajador y que buscan recrear las relaciones históricas entre el teatro, el arte y los desheredados. Se trata de un ambicioso programa de promoción y formación cultural anticapitalista de la fuerza laboral más precarizada de Chile y que se une tras la destrucción del código del trabajo inmaculado desde la tiranía.
Luego del conmovedor monólogo de Rosa, contorneado por la dirección escenográfica de Alejandro Gutiérrez, otro actor del Gran Circo Teatro (www.grancircoteatro.cl/
 
) ingresamos a un café al borde de la medianoche.


-¿Por qué el monólogo se llama ‘El despertar de una mujer’?

“Yo me apropio de la publicación ‘El Despertar de los Trabajadores’ de Luis Emilio Recabarren (http://es.wikipedia.org/wiki/Partido_Obrero_Socialista_%28Chile%29
) para escribir y actuar ‘El Despertar de una mujer’, que tiene que ver con mi vida y la de muchas mujeres y hombres. Lo que quiero expresar en la obra es que todos/as tenemos la oportunidad de preguntarnos qué estamos haciendo cada uno/a para colaborar con las trasformaciones sociales urgentes en Chile.”


“Me angustia que exista un gran sector de la población de país que está sumida bajo una fuerte enajenación, siguiéndole el juego a un sistema lleno de trampas”, dice Rosa en el abril chileno de 2015, en mitad de la crisis oceánica de confianza en la institucionalidad por parte de la inmensa mayoría de la población ante la corrupción y colusión del sistema de partidos políticos dominante y el empresariado. Esta vez se trata de la revelación del tutelaje de los intereses del capital sobre el cabildeo político y las grietas de una democracia representativa agobiada y agotada, apenas soportada por un Estado policial, subsidiario, dependiente y delantera del liberalismo mundial. Lo anterior amueblado por los sospechosos incendios en el territorio Mapuche para beneficio de la industria forestal, y la tragedia natural en el norte del país que instaló en vitrina la miseria y la muerte, negación de la propaganda estatal para los inversionistas.

Enajenación y abulia social

-¿A qué te refieres cuando hablas de enajenación?

“Yo creo mucho en la responsabilidad propia, como en la creación colectiva. No puedo culpar a nadie por algo que yo dejo de hacer. Si yo he tenido la oportunidad de tomar conciencia de los graves problemas de la humanidad y del país -y no soy la mujer más documentada del mundo ni aterricé de Saturno, sino que soy una mujer común y silvestre, una que sabe por qué hace lo que hace-, es difícil comprender cómo tantos/as miran al costado en una sociedad donde somos reprimidos/as desde todos los puntos de vista. Reprimidos contra nuestros anhelos más íntimos hasta contra nuestros deseos de transformaciones históricas profundas. Ese es el centro del monólogo que represento.”

-¿Cuáles son los nudos más notorios que tú percibes de la enajenación de amplias franjas de la sociedad chilena?

“Mucha gente no se hace cargo de su propia historia. Yo considero que somos un país que tiene un camino de sometimiento, que somos medio ‘apatronados’. Siempre parece más fácil esperar e  ilusionarse con que otro/a resuelva los problemas: un dirigente, alguna autoridad, en vez que nosotros/as mismos/as. Y esa característica nos lleva a un estado de abulia social e individual que nos impide generar los cambios que en distintos momentos de nuestra historia, hemos estado a punto de lograr.”

La responsabilidad popular

-En el monólogo combinas tú vida con la toma de partido y una sencilla y honda dirección existencial…

“A mí me tocó vivir la Unidad Popular siendo ya una mujer. Nací en Tocopilla (Norte Grande), entre minas de cobre y de salitre, y me hice cargo de mí misma a los 17 años. Es difícil enfrentarse a esa responsabilidad. Una comete errores, es cierto, como es cierto que también una es capaz de modificar aquello que conduce al error. Sobre todo a través del trabajo en equipo. De ese modo es más breve el tiempo para darse cuenta de las reparaciones necesarias. Por eso creo tanto en la organización. Pero en la organización donde todos somos seres despiertos, participativos, protagonistas; sin transferirle las decisiones a un jefe.”

-El mensaje es claro…

“Nosotros/as somos responsables de haber puesto a algunos señores/as en cargos públicos y que han terminado siendo traicioneros. Es decir, hoy estamos en un país donde la presidenta, rodeada por varios partidos políticos, es supuestamente ‘socialista’, cuando en realidad estoy segura que el modelo económico, social, cultural y político en curso no nos va a resolver ningún problema. Bajo el capitalismo jamás vamos a conseguir cambios profundos para los populares.”

-¿Qué ejemplo se te aparece más concretamente?

“En Chile los poderosos han creado una legalidad y una institucionalidad a su imagen y semejanza. Por eso ni siquiera hay royalty para el extractivismo minero, y se multiplican los desastres ambientales y vitales en un sinnúmero de pueblos, como la falta de agua. Desde que tengo memoria, desde niña, que producto de los relaves mineros, el agua tiene exceso de arsénico. Y nunca nadie se ha ocupado de modificar ese envenenamiento. Siempre los de arriba se han concentrado en el bienestar y la ganancia de las grandes compañías. De chica, por un lado el cobre era propiedad del empresariado norteamericano y por otro, los dueños del salitre eran los capitales ingleses. Los jodidos fuimos siempre las familias de mineros pobretones. Y es muy cómodo creer que otros/as van a transformar ese horror por nosotros/as. Es fácil ahora decir que la culpa es de ‘la vieja’ (Michelle Bachelet) o del Partido Comunista que se vendió, cuando toda la vida nosotros/as, el pueblo, hemos sido responsables de ello.
Si existe algo importante es que la clase trabajadora se dignifique, que se ponga sobre sus hombros y resolvamos cambiar un código laboral antipopular, terminar con las Administradoras de Fondos de Pensión (AFP’s), con la jubilaciones y sueldos de miseria.”

“Yo no quiero someter a nadie ni ser sometida por nadie”

-¿Qué es para ti el feminismo o ciertas versiones del feminismo?

“Yo no me estoy preparando ni soy una trabajadora del teatro con el fin de estar sobre los hombres. Está sociedad sólo será libre cuando las mujeres y los hombres seamos libres. Yo no quiero someter a nadie ni ser sometida por nadie. También nosotras las mujeres somos responsables de la reproducción de una cultura machista.”

-Mucha gente de teatro saca la voz desde una reflexión y quehacer crítico, pero la mayoría de los ‘rostros’ de la televisión chilena consideran que las cosas marchan muy bien…

“Es más fácil ser complaciente con el sistema, mentir y mentirse, hacer como que uno no sabe lo que ocurre; victimizarse y acabar haciéndole publicidad a una farmacia, como la cadena Cruz Verde, toda vez que al propio negocio farmacéutico, y no a las personas,  le conviene el consumo masivo de medicamentos. Yo no puedo hacerme la tonta; otros/as sí.”

La Negra Ester y Andrés Pérez

-Para el teatro del país existe un antes y un después desde la primera presentación de la obra ‘La Negra Ester’ a fines de 1988 ¿Qué ocurre con las huellas indelebles que dejó para la cultura chilena la figura del actor y director teatral Andrés Pérez Araya (http://es.wikipedia.org/wiki/Andr%C3%A9s_P%C3%A9rez_Araya
) con quien sostuviste una relación de vida y creación?


“Todo ocurre. Las potencias de Andrés no pueden resumirse en una entrevista. Sus lecciones como artista y persona perdurarán durante mucho, mucho tiempo. De todos los aprendizajes que conservo y profundizo de él recuerdo que siempre nos dijo que nuestra labor era como un ferrocarril, con una locomotora y un conjunto de vagones marchando en el mismo sentido. Y lo más importante al respecto: que el papel de locomotora del tren era intercambiable, un día tú y al día siguiente otro/a. Nadie es imprescindible, pero sí todos/as somos necesarios y contamos con las capacidades para conducir el ferrocarril. Nada que ver con lo que ocurre en el plano de la política de los de arriba, donde se repiten hasta el hartazgo los mismos señores y señoras desde que tengo memoria, aunque ya está probado que no tienen dedos para el piano. Es un hecho que la misma ministra de Cultura del actual gobierno, Claudia Barattini, carece de sensibilidad para el cargo.”

-El próximo 11 de mayo de cumple un nuevo aniversario del natalicio de Andrés Pérez…

“Para esa fecha tenemos un montaje especial y que está vinculado al Centro Cultural del gobierno, Matucana 100 (http://www.m100.cl/
), con el ex presidente Ricardo Lagos y su esposa Luisa Durán. Es una sorpresa que dará que hablar.”


-¿Para qué sirve el arte y el teatro en particular?

“Soy una convencida de que los cambios sociales pasan por lo intangible, por la capacidad creadora e imaginativa de un pueblo. Sin esos atributos, jamás seremos una sociedad liberada.”

-Una pregunta obligada y abusada: ¿Te molesta que la gente vea en ti a ‘La Negra Ester’ y no a Rosa Ramírez? (La pregunta se realiza mientras el dueño del café donde estamos la da un saludo de admiración y la llama ‘Negra Ester’.)

“No. Prefiero que me recuerden como ‘La Negra Ester’ a que me asocien a una estafadora, a una torturadora o que, simplemente, me olviden.”

Andrés Figueroa Cornejo

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