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miércoles, 3 de octubre de 2012

INTERVENCION EN ACTO “DE LA MEMORIA AL PODER, EL LEGADO DE MIGUEL Y EL CHE PARA NUESTROS DIAS”, UNIVERSIDAD ALBERTO HURTADO, ORGANIZA CONVERGENCIA ESTUDIANTIL SANTIAGO (02/10/2012)

INTERVENCION EN ACTO “DE LA MEMORIA AL PODER, EL LEGADO DE MIGUEL Y EL CHE PARA NUESTROS DIAS”, UNIVERSIDAD ALBERTO HURTADO, ORGANIZA CONVERGENCIA ESTUDIANTIL SANTIAGO. (ALMA NEGRA)
 

Quisiera saludar en primer término a quienes asisten hoy a este encuentro organizado por Convergencia Estudiantil Santiago, que nos convoca a reflexionar, discutir y recoger el legado de dos grandes de la historia (con mayúscula) latinoamericana. Dos revolucionarios presentes de manera permanente y continua en las luchas de nuestros pueblos. De manera especial, saludar  el esfuerzo que hace una franja importante de nuestro pueblo, entre ellos los estudiantes, particularmente secundarios, mapuches, pescadores artesanales, temporeros, juventud popular revolucionaria, entre otros sectores hoy en día movilizados que intentan construir un camino propio de lucha independiente de los caminos que hoy imponen las clases dominantes al que arrastran a otros sectores sociales y políticos que prefieren seguir luchando por reformas dentro del sistema y que no se plantean la lucha por la trasformación revolucionaria de la sociedad.

Agradezco profundamente la invitación que me han hecho de poder participar de este debate, y en este espacio y con ustedes, alumnos de esta universidad que no hace mucho debieron enfrentar la agresión y represión de fuerzas especiales de carabineros, quienes azuzados por los cavernarios hoy instalados en el gobierno, trataron de acallar la voz clara de estudiantes que señalan con tanta energía que la educación no se vende, sino que se defiende.

Quisiera saludar también a quien me acompaña en esta mesa, Manuel Cabieses, director de Punto Final con quien me unen ese tipo de lazos que en palabras del Che “no se pueden romper”, lazos generados no porque hayamos compartido militancia en el MIR, sino porque enfrentamos juntos un periodo de lucha contra la dictadura en  clandestinidad,  impulsando  la lucha de la resistencia popular,  el accionar político militar y la lucha miliciana, cuando muchos de los que hoy se arrogan haber aportado al término de la dictadura, estaban en el exilio  o en sus casas silenciosos y paralizados por el miedo, esperando de manera oportunista mejores momentos y condiciones para montarse luego, como lo hicieron, sobre los hombros del pueblo combatiente, el pueblo de las barricadas, para negociar e instalar el abyecto sistema que no trajo ni justicia, ni alegría y que hoy las luchas populares comienzan a resquebrajar y a generarle importantes fisuras.

Compañeras y compañeros:

Podríamos estar horas y días enteros hablando del Che, de Miguel, de sus ideas, de sus trayectorias, de sus acciones, del papel que ambos jugaron en una época histórica caracterizada por el avance de la lucha de los pueblos a escala mundial y del inicio de la contraofensiva del imperio y de las burguesías  nativas para frenar tal avance, para recomponer su sistema de dominación e instalar el sistema de sociedad y de relaciones de dominación a escala internacional y local, que ustedes tan bien conocen. De ambos dirigentes se han escrito toneladas de artículos, centenares de libros, se han hecho películas, videos, obras de arte rescatando sus legados en una lucha constante contra los intentos de las clases dominantes por tergiversar, ocultar, falsificar y reducir al máximo el ejemplo de ellos.

¿Qué hace que este Guevara, este Enríquez renazcan una y mil veces?
¿Qué hace que hoy mismo ustedes acudan a sus ideas y legado, a 45 años del asesinato del Ché en la escuelita de La Higuera a donde había sido trasladado,  luego que fuera capturado herido y con sus armas destruidas tras la emboscada sufrida por la guerrilla en la quebrada del Yuro, a 39 años de la caída en combate de Miguel Enríquez en calle Santa Fé, enfrentando el cerco de los agentes de la DINA que buscaban prioritariamente a este dirigente que se negaba a salir del país, que llamaba a desarrollar la Resistencia Popular contra la dictadura, que con toda claridad decía que en esta la lucha se nos puede ir la vida pero la continuaremos hasta la victoria final?

Son muchos los revolucionarios destacados en el mundo, en Latinoamérica, en Chile. Hombres y mujeres que aportaron ideas, acciones, programas, que enfrentaron uno y mil problemas que la lucha presenta: Lenin, Trotsky, Ho chi Minh, Roxa Luxemburgo, Sandino, Santucho y tantos otros que responden a esa clara definición que alguna vez nos ofreciera Fidel Castro diciendo: lo que distingue a un revolucionario de quien no lo es, es que este último se suma a la lucha cuando todas las condiciones están dadas, el revolucionario en cambio trabaja dura, ardua  y pacientemente por crear dichas condiciones y asegurar la victoria. Y de esa estatura eran tanto el Ché como Miguel.

El Ché sumándose a un proyecto revolucionario en México gestado por quienes venían de ser derrotados en su primer intento en el Cuartel Moncada, embarcándose en el Granma a luchar en un país desconocido, sobreviviendo a duras penas en un desembarco catastrófico para las fuerzas rebeldes, abandonando su maletín de médico para salvar armas y municiones apostando a un futuro incierto, apostando a la lucha frontal, desplegando toda su energía para generar las fuerzas y condiciones que permitieran la toma del poder. Un argentino que en base a esfuerzo y sacrificio alcanza grados de comandante, de Ministro, que asume tareas vitales para la revolución cubana obligándose el mismo a crecer, a estudiar, a formarse para estar a las alturas de cada desafío. Que escribe, polemiza, que no tiene empacho en criticar y enfrentar los dogmas instalados en la izquierda y las corrientes marxistas de la época, que desafía los manuales de economía política, que aporta en temas militares y en la reconstrucción histórica de la lucha guerrillera, que explora el rol del hombre en el socialismo con sus tesis sobre el hombre nuevo, que enfrenta duramente al imperio en todos los foros, que rechaza con indignación la política de la Unión Soviética y de China respecto a Viet Nam y que desarrolla una visión estratégica de la lucha a escala mundial y se juega por entero en esa dirección.

Que nos dice el Ché que podemos recoger hoy día: 

Señala en “Táctica y Estrategia de la Revolución Latinoamericana: 
 
En las actuales condiciones históricas de América Latina, la burguesía nacional no puede encabezar la lucha antifeudal y antiimperialista. La experiencia demuestra que en nuestras naciones esa clase, aun cuando sus intereses son contradictorios con los del imperialismo yanqui, ha sido incapaz de enfrentarse a este, paralizada por el miedo a la revolución social y asustada por el clamor de las masas explotadas.”
“La lucha por el poder es el objetivo estratégico sine qua non de las fuerzas revolucionarias y todo debe estar supeditado a esta gran consigna” “frente a la decisión de alcanzar sistemas sociales más justos en América, debe pensarse fundamentalmente en la lucha armada. Existe, sin embargo, alguna posibilidad de tránsito pacífico…” “Recuérdese nuestra insistencia: tránsito pacífico no es logro de un poder formal en elecciones o mediante movimientos de opinión pública sin combate directo, sino la instauración del poder socialista, con todos sus atributos, sin el uso de la lucha armada...”

En su lectura de la Segunda Declaración de la Habana realizada en la ONU señala:

” Frente a esta táctica y estrategia continentales, se lanzan algunas formulas limitadas: luchas electorales de menor cuantía, algún avance electoral, por aquí; dos diputados, un senador, cuatro alcaldías; una gran manifestación popular que es disuelta a tiros; una elección que se pierde por menos votos que la anterior; una huelga que se gana, diez que se pierden; un paso que se avanza, diez que se retroceden; una victoria sectorial por aquí, diez derrotas por allá. Y, en el momento preciso, se cambian las reglas del juego y hay que volver a empezar.
¿Por qué estos planteamientos? ¿Por qué esta dilapidación de las energías populares? Por una sola razón. En las fuerzas progresistas de algunos países de América existe una confusión terrible entre objetivos tácticos y estratégicos; en pequeñas posiciones tácticas se ha querido ver grandes objetivos estratégicos. Hay que atribuir a la inteligencia de la reacción el que haya logrado hacer de estas mínimas posiciones defensivas el objetivo fundamental de su enemigo de clase.
En los lugares donde ocurren estas equivocaciones tan graves, el pueblo apronta sus legiones año tras año para conquistas que le cuestan inmensos sacrificios y que no tienen el más mínimo valor. Son pequeñas colinas dominadas por el fuego de la artillería enemiga. La colina parlamento, la colina legalidad, la colina huelga económica legal, la colina aumento de salarios, la colina constitución burguesa, la colina liberación de un héroe popular... Y lo peor de todo es que para ganar estar posiciones hay que intervenir en el juego político del estado burgués y para lograr el permiso de actuar en este peligroso juego, hay que demostrar que se puede estar dentro de la legalidad burguesa. Hay que demostrar que se es bueno, que no se es peligroso, que no se le ocurrirá a nadie asaltar cuarteles, ni trenes, ni destruir puentes, ni ajusticiar esbirros, ni torturadores, ni alzarse en las montañas, ni levantar con puño fuerte y definitivo la única y violenta afirmación de América: la lucha final por su redención.

¿Que nos dice el Ché como estrategia frente al imperialismo, en su Mensaje a la Tricontinental, cuando ya está en tierra boliviana encarnando su propuesta?

Es absolutamente justo evitar todo sacrificio inútil. Por eso es tan importante el esclarecimiento de las posibilidades efectivas que tiene la América dependiente de liberarse en forma pacífica. Para nosotros está clara la solución de esta interrogante; podrá ser o no el momento actual el indicado para iniciar la lucha, pero no podemos hacernos ninguna ilusión, ni tenemos derecho a ello, de lograr la libertad sin combatir. Y los combates no serán meras luchas callejeras de piedras contra gases lacrimógenos, ni de huelgas generales pacíficas; ni será la lucha de un pueblo enfurecido que destruya en dos o tres días el andamiaje represivo de las oligarquías gobernantes; será una lucha larga, cruenta, donde su frente estará en los refugios guerrilleros, en las ciudades, en las casas de los combatientes –donde la represión irá buscando víctimas fáciles entre sus familiares– en la población campesina masacrada, en las aldeas o ciudades destruidas por el bombardeo enemigo.
Nos empujan a esa lucha; no hay más remedio que prepararla y decidirse a emprenderla.

Sinteticemos así nuestras aspiraciones de victoria: destrucción del imperialismo mediante la eliminación de su baluarte más fuerte: el dominio imperialista de los Estados Unidos de Norteamérica. Tomar como función táctica la liberación gradual de los pueblos, uno a uno o por grupos, llevando al enemigo a una lucha difícil fuera de su terreno: liquidándole sus bases de sustentación, que son sus territorios dependientes.
Eso significa una guerra larga. Y, lo repetimos una vez más, una guerra cruel. Que nadie se engañe cuando la vaya a iniciar y que nadie vacile en iniciarla por temor a los resultados que pueda traer para su pueblo. Es casi la única esperanza de victoria.

Toda nuestra acción es un grito de guerra contra el imperialismo y un clamor por la unidad de los pueblos contra el gran enemigo del género humano: los Estados Unidos de Norteamérica. En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ése, nuestro grito de guerra, haya llegado hasta un oído receptivo, y otra mano se tienda para empuñar nuestras armas, y otros hombres se apresten a entonar los cantos luctuosos con tableteo de ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de victoria.

Miguel Enríquez pertenece a una generación influida fuertemente por la Revolución Cubana y por el pensamiento de Ché, generación que se plantea para Chile el problema de la lucha por el poder criticando fuertemente las concepciones políticas reformistas predominantes tanto de caracterización de la formación social chilena, como de la estrategia a desarrollar, las alianzas y los métodos de lucha,  siendo parte de uno de los grupos políticos que confluyen en 1965 a la fundación del MIR Chileno, que señala en su declaración de principios: “..la finalidad del MIR es el derrocamiento del sistema capitalista y su reemplazo por un gobierno de obreros y campesinos, dirigidos por órganos de poder proletarios, cuya tarea será construir el socialismo y extinguir  gradualmente el Estado para llegar a una sociedad sin clases. La destrucción del capitalismo implica un enfrentamiento revolucionario de clases antagónicas. Rechazamos la teoría de las etapas que establece equivocadamente que primero hay que esperar una etapa democrática burguesa, dirigida por la burguesía industrial antes que el proletariado tome el poder.

La organización fundada sin embargo, sobre la base de diversos grupos que asumían concepciones estratégicas y orgánicas diversas, no logra homogeneidad ni un gran desarrollo hasta que Miguel asume su conducción en 1967 iniciando un periodo de enfrentamiento de los problemas de definir una línea estratégica, desde su concepción insurreccional inicial, a una concepción foquista posterior y finalmente a la concepción de una estrategia de guerra del pueblo. Consecuentemente con lo anterior, se define una línea de construcción orgánica basada en los GPM y en el desarrollo de estructuras especializadas y de carácter profesional para asumir diferentes tareas de masas, militares, de aseguramiento, de propaganda. Numerosos son los documentos políticos que respaldan estas definiciones, enfrentando en paralelo las discusión de la táctica especifica a desarrollar, en el marco de un ascenso sostenido de las luchas populares, y frente a la alternativa de materializar su programa militar. Tal discusión, grupo operativo o acción directa de masas, se resuelve por el impulso de esta ultima línea que se traduce en el impulso y desarrollo de frentes intermedios y de acciones de masas en pobladores, estudiantes, campesinos principalmente.

No es este el espacio para relatar la historia del MIR en esos años, solo señalar que inaugurado el periodo prerrevolucionario y el ascenso al Gobierno de Allende, agudizadas las contradicciones al máximo con la burguesía y el imperialismo, así como también con la conducción reformista,  Miguel conduce a un partido que tiene presencia nacional, que impulsa una política de desarrollo de órganos de poder y una línea independiente de las masas y que lucha por buscar una salida a la crisis nacional y al agotamiento de la estrategia reformista ya a mediados de 1973.

Dos intervenciones de Miguel Enríquez sirven para sintetizar su pensamiento en coyunturas concretas:
 
En 1972 hablando en un foro organizado por trabajadores del diario El Clarín señalaba después de describir las funciones de coerción y represión del Estado burgués como instrumento de dominación de las clases dominantes: “… al interior del aparto del Estado, en su cúspide se instaló una fuerza social, un frente político que no representa los intereses de las clases dominantes y, al contrario, tiene fundamentales contradicciones con ellas. El resto del sistema, eso si, siguió establecido para lo que había sido construido y sigue funcionando. Para el resto de los componentes del aparato del estado, la norma de conducta siguió siendo la norma de conducta del aparato del estado capitalista.
¿Cuál  es la particular tarea que los revolucionarios debíamos y debemos proponernos?  Fundamentalmente desarrollar  la política concreta que hace madurar un periodo pre-revolucionario a una situación revolucionaria y que luchará teniendo como eje fundamental la conquista del poder”…y agrega posteriormente. “… No se trata de ir conquistando el poder a pedazos, como quien corta un salchichón a pedazos, y cada pedazo que se va ganando es una supuesta cuota de poder….por esa via, y caricaturizando, podríamos decir que cuando Recabarren era diputado, ya había una cuota de poder en manos del proletariado…”

En 1973 hablando en el teatro Caupolicán señala:

"Dos tácticas se ofrecen a la clase obrera y el pueblo. Una, que establece que no es posible profundizar la ofensiva popular, pues encendería de inmediato el enfrentamiento, que es necesario ganar tiempo, se mantiene al interior de la institucionalidad burguesa a la que no deja de criticar, pero no da salida alternativa a esta, se abre al diálogo con sectores del campo contrario, el que solo puede construir devolviendo empresas y haciendo concesiones.
Esta táctica está condenada al fracaso, porque buscando aliados en el campo contrario los pierde en el campo propio.
La otra táctica es la táctica de los revolucionarios, la que ha puesto en práctica la clase obrera y el pueblo en las semanas  recientes.
La táctica de los revolucionarios consiste en reforzar y ampliar la toma de posiciones en fábricas, fundos y distribuidoras.
No devolver las grandes empresas tomadas, incorporarlas al área social bajo dirección obrera, imponiendo en la pequeña y mediana industria el control obrero.
Desarrollando la fuerza de los trabajadores fuera de la institucionalidad burguesa, estableciendo el poder popular en los comandos comunales, en los comités de defensa, multiplicando y extendiendo la ofensiva popular incorporando a ella a los pobladores, campesinos, estudiantes, extendiendo la movilización a todo el país…”

Compañeras y compañeros,
 
Evidentemente la reseña y los textos que me he permitido presentar, son solo aspectos muy parciales del aporte y práctica de ambos revolucionarios.

Sin embargo, nos queda aun la pregunta en el aire: ¿Por qué Miguel, porque el Ché trascienden y a pesar de todos los intentos por matarlos físicamente, por matar sus ideas, por convertirlos en íconos vacíos, en imágenes de rebeldía, de audacia, de aventurerismo, despojándolos de su pensamiento filosófico, político, económico, de sus aportes al marxismo, sus capacidades de organizadores, de dirigentes de masas, sobretodo ocultando sus concepciones de estrategia política, aun así ellos trascienden. A pesar de toda el agua que ha pasado bajo los puentes, de caída de los regímenes de socialismo real, de desplome del muro, del ridículo fin de la historia decretado, aquí están nuevamente de vuelta.
A pesar de las nuevas derrotas del campo popular, de tantas traiciones sufridas de parte de quienes solo hasta ayer se decían continuadores de Miguel y proclamaban “seamos como el Ché”, mismos hoy instalados en coaliciones de gobiernos, en universidades, en ONG y que hoy solo concurren a la población, al campo o al taller laboral para pedir el voto, presentándose como única alternativa a los burgueses cuando su práctica e intereses en nada los distingue ya de ellos.

A pesar del tiempo, de la distancia, de estos inconsecuentes y de la burguesía que dictaminó sus muertes, el Ché, Miguel, abandonan sus tumbas, sus memoriales, sus criptas y mausoleos donde fueron sepultados como pasado heroico, como habitantes de la memoria para estar vivos en la marcha de los jóvenes estudiantes, para encender la barricada, prestos a encapucharse, se suben al bote del pescador artesanal que se enfrenta a los grandes buques factorías, caminan silenciosos junto a los miembros de los órganos de defensa de los peñis allá en el sur lluvioso, se desplazan calmadamente apoyando a los compañeros que van a funar y a pintar los automóviles de los patrones que se roban el agua de las comunidades, caminan por los techos del liceo tomado por el Dario Rebelde, levantan antenas junto a quienes hacen radios populares, se instalan a la mesa de sonido rapeando junto a los Lumpen Crew, acompañan a la ACES en su ocupación del SERVEL, juntan fuerzas junto a los temporeros que preparan su paro sectorial.

Podemos entonces ahora, respondernos la pregunta sobre porque están vigentes ambos, porque entre multitudes surgen siempre sus rostros desafiantes. Y responderemos con palabras del lenguaje de ustedes, ese lenguaje que sin rodeos va a la dura:

Porque siempre dieron la cara. Porque no eran “hechizos” ni de cartón, ni revolucionarios de pasarelas que tan comunes son en estos pagos, porque miraban la realidad y no buscaban salidas fáciles ni cómodas, porque llamaban pan al pan y vino al vino y por eso ambos desnudaron que la lucha revolucionaria verdadera es la lucha por el poder, porque no vacilaron en señalar con toda claridad que para aspirar a cambiar la sociedad no bastaba con intenciones ni votos, que se debía construir organización, fuerza social y militar para derrotar al sostén principal del poder burgués, porque asumieron las primeras líneas en todas las tareas, porque condujeron al pueblo en sus luchas y en las derrotas no corrieron a cobijarse en embajadas, ni abandonaron la lucha para volverse médicos, funcionarios del estado, miembros de ONG, comentaristas políticos, o repulsivos renovados. Dieron cara, asumieron con acciones sus palabras, dieron lecciones de ética y moral revolucionaria a generaciones enteras.
Coherencia, consecuencia. Ética. Eso es lo que los hace trascender y enamorar de sus figuras y ejemplos a las nuevas generaciones asqueadas de tanto charlatanes, demagogos y patéticos ex revolucionarios que solo se lamentan como víctimas e inventan neos reformismos.

Miguel Enríquez escribía poco después del golpe: "Sabemos que en esta lucha podemos perder la vida, pero la continuaremos hasta la victoria final". Es el mismo sentido de la carta de despedida del Ché a Fidel: Un día pasaron preguntando a quién se debía avisar en caso de muerte y la posibilidad real del hecho nos golpeó a todos. Después supimos que era cierto, que en una revolución se triunfa o se muere (si es verdadera)".

Quisiera terminar esta intervención con un poema, de Gonzalo Rojas quien ya partió:

Cifrado en octubre

Y no te atormentes pensando
que la cosa pudo haber sido de otro modo,
que un hombre como Miguel, 
y ya sabes a cuál Miguel me refiero,
a qué Miguel único,
la mañana del Sábado cinco de Octubre, 
a qué Miguel tan terrestre
a los treinta de ser y combatir, 
a qué valiente tan increíble con la juventud de los héroes.

Son los peores días, tú ves, 
los más amargos, aquellos
sobre los cuales no querremos volver,
 
Avísales a todos 
que Miguel estuvo más alto que nunca,
que nos dijo adelante cuando la ráfaga escribió su nombre en las estrellas,
que cayó de pié como vivió, rápidamente,
que apostó su corazón al peligro
clandestino, que así como nunca
tuvo miedo supo morir en octubre
de la única manera luminosa.

Y no te atormentes pensando, 
diles eso, 
que anoche lo echaron al corral de la morgue, 
que no sabemos gran cosa, 
que ya no lo veremos 
hasta después.

Gracias compañeros. ¡Solo la lucha nos hará libres!

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