Un déjà vu llamado Venezuela
El domingo recién pasado, 14 de
Abril de 2013, se han desarrollado las elecciones a la presidencia de
Venezuela. En estas elecciones ha resultado vencedor el representante del
chavismo, Nicolás Maduro, por un estrecho margen, de un 2% aproximadamente, contra
el candidato de la oposición de derecha, Henrique Capriles.
Luego de 14 años de conducción
chavista en el gobierno venezolano, luego de alrededor de 18 elecciones
populares, en donde los últimos han logrado vencer en prácticamente todas
ellas, incluida la última por su puesto, vemos como desde el punto de vista
electoral, los sectores populares que apoyan al gobierno bolivariano han ido
perdiendo terreno, particularmente luego de la muerte de Hugo Chávez. En
términos de lectura electoral típica, Nicolás Maduro no pudo capitalizar
completamente el capital político de Chavez, y su popularidad, no pudo
traspasar dichos atributos hacia la candidatura propia, logrando un triunfo por
escaso margen.
Visto de otra forma, desde una
perspectiva de la lucha de clases, que es la que realmente nos interesa
plantear, el electoralismo bolivariano ha terminado por desgastar sus fuerzas
de apoyo y en la práctica en este escenario de lucha observamos cómo las
fuerzas populares han evidenciado un cierto nivel de reflujo, probablemente
potenciado por la muerte de Chávez.
La burguesía y el imperialismo
han observado con detención este proceso, aguardando agazapados, y se han
preparado concienzudamente, esperando el momento oportuno en que exista un
reflujo de masas, una pérdida de iniciativa popular para pasar a la
contraofensiva, justificando su “rebelión”, en un supuesto fraude electoral.
La situación actual en Venezuela
se nos viene como un déjà vu en
nuestras cabezas, nos recuerda nítidamente los últimos meses de la Unidad Popular
en Chile: Por un lado, los patrones, apoyados decididamente por el imperialismo
norteamericano, lanzados en la conspiración golpista. Por el otro, los
trabajadores y el pueblo desarrollando dos líneas en disputa, la primera
protagonizada por aquellos que, queriendo evitar el enfrentamiento, postulaban
al diálogo con la DC, buscando acuerdos y que levantaban la consigna de “No a
la Guerra Civil” y se empeñaban en elevar la producción como centralidad;
mientras tanto, la segunda línea desarrollada por el sector minoritario,
impulsaba con ímpetu el desarrollo del
Poder Popular, intentaba construir una contraofensiva popular, preparando al
pueblo para los combates decisivos.
La primera línea fracasó
estrepitosa y tristemente, la pusilánime actitud de evitar el enfrentamiento,
de morigerar la lucha de clases y finalmente de respeto al orden y las
instituciones burguesas terminó por desmoronarse frente a la decidida
iniciativa y capacidad de acción de la burguesía. La DC jugaba al rol de
“amarrar” y contener para ganar tiempo, mientras tanto bajo cuerda, urdían y
preparaban las condiciones del golpe. Las contradicciones de clase se
encontraban tan agudizadas, que no existía diálogo posible salvo para aquellos
que, maliciosamente, propugnaban el respeto a las instituciones, al orden y a
la constitución; y de aquellos que ilúsamente, en arreglo a sus concepciones
pequeñoburguesas y ciudadanas, confiaban en lo que sus dirigencias cristianas y
reformistas les orientaban.
De la misma forma, es por todos
bien conocido que la segunda línea tampoco tuvo capacidad de imponerse, ni
siquiera de desarrollar una resistencia fuerte al golpe militar. En primer
lugar, existía una concepción errónea frente a la posibilidad del golpe
militar, se esperaba desatar un proceso insurreccional en caso de que ocurriese,
y si se revisa la historia y la teoría construida sobre esta, las
insurrecciones son procesos de carácter ofensivo y no defensivos. Por otro
lado, en términos generales, la izquierda genuinamente revolucionaria, representada
principalmente por el MIR, siempre estuvo a la cola del reformismo, no por
vocación sino que por condiciones concretas y objetivas y jamás pudo romper
dicha condición a escala nacional. Si lo hizo localmente, en algunos sectores,
como lo fueron los comandos comunales, los cordones industriales y en sectores
rurales, como por ejemplo, desde principios de los ‘70 en el complejo maderero
industrial Panguipulli, principalmente porque en estos sectores la iniciativa
de las masas y de las organizaciones revolucionarias, resolviendo sus
problemáticas concretas, fue la que en concreto construyó lo que más tarde se
conocería como la política del Poder Popular.
En Venezuela el nivel de
polarización ha llegado a un máximo relativo, la derecha golpista está desatada,
cuenta con el apoyo declarado del imperio. Uno de los pilares, señalados
recurrentemente, en el proceso
bolivariano, son las FF.AA. Otro de los pilares fundamentales son las masas
populares, que ha desarrollado experiencias de Poder Popular y control
territorial en algunos de los barrios más marginales de Venezuela, sin embargo,
este no es un pueblo en armas como en Cuba.
Es sumamente importante destacar
que en Venezuela, el proceso bolivariano, al igual que lo fue en Chile la UP,
NO corresponden a procesos socialistas, sino más bien corresponden a procesos
de carácter neo desarrollistas y populistas, con componentes de estado
benefactor. Estos procesos no han puesto en manos de los trabajadores y el
pueblo los medios de producción, ni han generado destacamentos armados de
trabajadores y pobladores que permitan asegurar el avance decidido hacia el
socialismo.
Es más, el hecho de que las
FF.AA. sean “respetuosas” del orden institucional, precisamente quiere decir
eso, son respetuosas hasta ahora del orden institucional de carácter burgués y
capitalista. Por supuesto, las FF.AA. venezolanas no tienen la composición
oprobiosa y lacaya al imperialismo norteamericano, no son una FF.AA. con
soldados de segunda y oficiales de primera categoría. Su composición de clases
es mucho más variada que en el caso de las FF.AA. de Chile, en donde
prácticamente el 100% de la oficialidad son hijos de papi y de mami, es decir,
burgueses de tomo y lomo. De alguna forma, este factor, del cual Chávez era
parte, representa un muro de contención al golpismo y al pro-imperialismo al
interior de las FF.AA. bolivarianas. No obstante, esto no resuelve mágicamente,
por ahora y para siempre, el desarrollo de la lucha de clases al interior de
las FF.AA., que tarde o temprano, comenzará a fracturarse entre aquellos
sectores que quieran avanzar decididamente hacia el socialismo y quienes
quieran defender el orden capitalista y burgués, de la misma forma y expresando
el conflicto de clases desarrollado a lo largo y ancho de toda la sociedad
venezolana.
Además de todos estos elementos,
también podemos decir que al propio interior de la conducción chavista existen
enormes contradicciones e intereses de clases que reflejan los conflictos que
hemos estado desarrollando:
“[Maduro desarrollará]… una política más cercana a los patrones de los
gobiernos burgueses convencionales latinoamericanos, menos audaz y con menor
determinación… particularmente en la arena internacional…”[1]
Y en cuanto al gabinete de Chávez
hacia el año 2007:
“En su gabinete había anticomunistas, conservadores, socialdemócratas y
liberales burgueses, ex miembros de partidos de izquierda e incluso, de la
guerrilla, así como un número de trepadores. Lo que escaseaba era gente con
intención real de trascender al sistema burgués-capitalista.”[2]
Por estos días, asistimos a la
reiteración de una prueba histórica y determinante de la validez de una
estrategia concreta de lucha por el socialismo, tanto Allende como Chávez, han
encarnado una vía de desarrollo al Socialismo por vía pacífica y electoral, el
primero con vino tinto y empanadas, y el segundo con petróleo en abundancia. En
distintas épocas, con virtudes, defectos y culturas distintas a cuestas, la
historia y fundamentalmente la lucha de clases ponen a prueba la determinación
y voluntad de un pueblo en su proceso de liberación del capitalismo.
La única constante en esta
historia es el hecho de que la burguesía, las clases dominantes y
fundamentalmente el imperialismo no han entregado nunca, nunca jamás sus
privilegios sin una cruenta lucha, nunca han entregado nada sin luchar.
Nuestra amarga experiencia está
resumida dramáticamente en esta reflexión de la comisión política del MIR,
pocos meses después del golpe de estado del 11 de Septiembre de 1973:
“En lo fundamental perdimos la batalla antes, cuando no fuimos capaces
de desplazar al reformismo en la conducción del movimiento de masas. (…) No
podíamos en horas, en el terreno militar, recuperar el terreno político que no
fuimos capaces de conquistar entre las masas los meses anteriores.”[3]
Esta incapacidad de las
organizaciones revolucionarias, y de las masas trabajadoras en repliegue,
incapacidad en el contexto de una contraofensiva poderosa de la burguesía, nos
hizo retroceder a las condiciones políticas y sociales de los años ’20 del
siglo XIX. La derrota sufrida a manos de la burguesía en el año ’73, nos ha
costado la pérdida de 80 años de construcción del movimiento popular, 80 años
de luchas, de flujos y reflujos, de aprendizaje y acumulación de fuerzas
sociales y políticas, de conciencia. Un enorme caudal de experiencia y
acumulación política, ferozmente arrasado por el momentum implacable de la reacción burguesa. Y lo peor de todo, es
que este proceso aún no termina, 40 años después, aún sufrimos las enormes
consecuencias de haber elegido (como pueblo) reformismo, institucionalidad
burguesa y capitalismo en vez de revolución, poder popular y socialismo. Recién
40 años después comenzamos a levantar cabeza, apenas tímidamente, ni siquiera
para pasar a la ofensiva, sino que para frenar en alguna medida la profunda
depredación y aniquilamiento de la naturaleza y del ser humano a la cual el
capitalismo nos ha sometido luego de la derrota estratégica del campo popular
del año ’73.
Compañeros Trabajadores
Venezolanos
En estas jornadas históricas, nuestro
pensamiento y energía están con ustedes. Ojalá este humilde aporte, sea acogido
en vuestras mentes y en vuestros corazones revolucionarios.
Nuestro mejor homenaje, esfuerzo
y dedicación para con el pueblo Venezolano consiste en preparar las condiciones
y construir el Poder Popular y el Socialismo en Chile. Nos oponemos firmemente
al turismo político “revolucionario” de algunos que piensan que es más
importante ir a Venezuela, más que desarrollar la revolución en su propio país,
así como también nos oponemos con toda firmeza a toda aquella pléyade de
reformistas y neoreformistas, viejos y jóvenes, chicos y grandes, que pretenden
importar el molde Venezolano en nuestras tierras, que pretenden cual
copy/paste, desarrollar una experiencia de fracaso criminal que nosotros bien
conocemos en nuestra historia reciente.
¡¡¡Vivan los trabajadores y el pueblo venezolano!!!
¡¡¡Viva la iniciativa de las organizaciones revolucionarias venezolanas!!!
¡¡¡Viva la iniciativa política y
militar que barrerá con el pusilánime
reformismo y la burguesía!!!
TRABAJADORES AL PODER
17 de Abril de 2013
[1]
Heinz Dieterich, asesor de Hugo Chávez entre 1998 y 2007 en entrevista con La
Tercera, edición del 17 de Abril de 2013.
[2]
Ídem Ibídem
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