Tu radio en Internet Netyco Argentina

jueves, 3 de septiembre de 2015

Aylan

niño


No está dormido. Esos niños no duermen.
Sin metáforas: está muerto. Miren bien. Muerto.
El agua le roza la frente blanca. Ya tan blanca.
Su cara, boca abajo, quedó en la arena para siempre.
No mira. No grita, no llora, no sueña, no juega, no, no, no.
Las pequeñas olas le tocan el pelo mojado.
El único sonido es del viento que mueve el agua.
Nada más. La muerte no tiene sonidos. La barbarie no tiene sonidos.
Ahí cerca debe haber otros cuerpos flotando, uno, tres, cinco,
doce, más, más, más. Todos los días acá el mar late muertos.
Tus zapatillas azules, tu remerita roja,
tu pantalón corto azul, tu pelo negro:
hoy no hay colores en el mundo más que esos.
Pero el dolor es de un color que no existe.
Esto que estoy llorando es de un color que no existe.
Mi odio es de un color que no existe.
Te hablo a vos ahora, Aylan. Secretamente te hablo.
Tenés los bracitos cansados al costado del cuerpo.
No hay rastros del espanto que habrán dado tus ojos cuando te ahogabas,
cuando buscabas respirar violentamente el aire,
cuando habrás mirado tu último cielo nublado de Turquía,
cuando tu voz de niño de tres años se empezó a confundir con el agua,
y más agua y más agua entrando como lodo azul furibundo en tu boca,
cuando tu cuerpo llegó a la arena como llegan las vidas que no llegan.
¿Dónde se guarda tu fragilidad?
¿Habrán sido negros tus ojos, Aylan?
¿Habrán sido negros esos ojos de niño sirio, esos ojos de todos?
¿Qué sonido hubiesen tenido tus sueños?
Latir es un grito interminable.
Te miro y duele. Duele. Duele.
Publicado: septiembre 2, 2015 en poemas
Etiquetas:
Daniel Mecca (@dmecca1)

REVISTA EL OTRO

"arrebatarle a la burguesía el monopolio de la belleza"

0 comentarios: