Tercera Parte: ¿Que significó el
golpe de estado?
El golpe de Estado del
11 de septiembre de 1973 tiene una variedad de significados según
como se aborde. Tiene una significación histórica, tiene una
significación política, tiene una significación en cuanto al rol
del Estado en la lucha de clases, también tiene una significación
en torno al papel de la ideología, tiene enormes significados en
relación con los aspectos de estrategia y táctica del proyecto
revolucionario; de iniciativa política y militar, etc. Seguramente
es posible encontrar más elementos, más conclusiones según vamos
profundizando nuestra mirada en relación a ese proceso histórico. A
continuación esbozaremos aquellos elementos que nos parecen
principales.
Desde el punto de
vista histórico marca el fin del Estado de Bienestar, en un país
que jamás llegó a tener dicha condición respecto del modelo
Europeo, pero que sin embargo al que la izquierda chilena
socialdemócrata y reformista tuvo siempre como panacea e ideal a
alcanzar. Sin embargo, el curso implacable de la historia, es decir,
el curso de la lucha de clases, colocó ya no como dinamizador
económico a dicha estrategia de desarrollo, sino que la transformó
en su opuesto dialéctico, por lo tanto pasó a ser un obstáculo
para la sobrevivencia del capitalismo, y comenzó a ser destruido o
desarticulado según la magnitud de las fuerzas que se oponían a
dicho proceso. Chile es el primer país en el mundo en donde se
gestan las condiciones que le permitirían a la Burguesía local, con
el interesadísimo auspicio del imperialismo en retrotraer a la
sociedad a inicios del siglo XX, imponiendo por la fuerza un ajuste
relevante al sistema económico y político que permitiera garantizar
la libertad de emprendimiento sin las molestas trabas de los derechos
y beneficios sociales, conquistados a través de 80 años de lucha y
acumulación de fuerzas, que caracterizaban al Estado de Bienestar
chilensis.
La significación
política es todavía más importante, puesto que en nuestro “911”,
al igual que en el estadounidense, observamos cómo fueron derribadas
las paradigmáticas torres gemelas del reformismo y de la “vía
chilena al socialismo”, a través del bombardeo decidido de la
burguesía y el imperialismo, utilizando los contundentes métodos de
la lucha de clases. Es decir, el enfrentamiento de clases debe ser
asumido como un proceso de lucha explícita por el poder, con todos
los medios a disposición de la vanguardia de los trabajadores,
utilizando la violencia de clase cuando y donde sea necesario en
función de los objetivos táctico/estratégicos.
Tanto Trotsky como
Robespierre coinciden en una conclusión que es atingente y oportuna
cuando consideramos las consecuencias de no desarrollar una
revolución como corresponde, o hacerla “a medias”, y este último
lo dijo hace más de 250 años:
“Quien hace una
revolución a medias, lo único que hace es cavar su propia tumba”
Maximilien de
Robespierre
“A una revolución
incompleta le sigue una contrarrevolución completa”
León Trotsky
Adicionalmente podemos
concluir, en la perspectiva revolucionaria, que el hecho de no haber
podido arrebatar la conducción de las más amplias masas, de las
garras del reformismo obrero y pequeño burgués fue un factor clave
en la derrota posterior.
Por tanto, un movimiento revolucionario, que
se plantee la lucha más decidida por el poder en un escenario
favorable de la lucha de clases, debe siempre considerar que sin
lograr la conducción de una porción significativa de las más
amplias masas, esto es, derrotando ideológicamente a la burguesía
en el frente estratégico más importante, que es el frente de guerra
que se encuentra en el centro de nuestro “territorio”, en nuestra
propia clase, jamás podrá tomar la iniciativa para luchar por el
poder y siempre estaremos respondiendo reactivamente, apostando a la
suerte de que uno u otro pequeño burgués destacado se pase al bando
de los revolucionarios para hacernos la pega. Sin embargo, eso es
dejar el destino de miles de vidas al buen arbitrio de la suerte, y
lo que es peor, de la pusilánime iniciativa pequeñoburguesa, y no
como debe ser, que es conseguir conscientemente la conducción de las
masas a través de un proceso de guerra pensado y concebido desde la
ciencia proletaria e histórica. Y ojo que cuando hablamos de guerra
o enfrentamiento ideológico, significamos con esto nada distinto ni
distinguible de la guerra y el enfrentamiento material y concreto.
El Estado, en general,
desde la concepción materialista de la historia, es un órgano
especial de opresión de una clase sobre la otra, en particular,
durante la época del capitalismo, este órgano sirve a la clase
dominante, es decir a la burguesía, en oposición al resto de las
clases de la sociedad, pero particularmente en contra de su opuesto
dialéctico, el proletariado. Durante el periodo 70-73, la unidad
popular controlaba únicamente el aparato del gobierno, es decir, el
ejecutivo, donde el presidente elegido en votación popular fue
Salvador Allende. Sin embargo, el resto del aparato del Estado (Poder
Judicial, Parlamento, FF.AA.), estuvo controlado siempre por los
sectores tradicionales que habían estado allí, que es por lo tanto
la burguesía y la pequeño burguesía. Por tanto, el poder real,
estaba solo parcialmente en manos de la UP. Adicionalmente, si
observamos el actuar del gobierno en relación con los sectores
populares que lo apoyaban, ya tempranamente, en el periodo de la
unidad popular se observan cruentas represiones a trabajadores y
pobladores, represiones que terminan en muertos incluso o en
humillaciones de parte del Estado hacia los trabajadores que debía representar. Y este proceso se agudiza a medida que el proletariado
y los sectores populares va asumiendo su rol histórico y van tomando
iniciativa, mientras más iniciativa se desarrolla en el campo
popular mayor es la represión y el descontrol del gobierno,
expresado en la pelea interburguesa derecha/DC/UP, respecto si
permitir el avance de los “rotos” o reprimirlos, de “restaurar
el orden y la paz social”, de “exigir el cumplimiento del Estado
de derecho”, etc. Es decir, la burguesía resiente la pérdida de
control sobre la situación social y sobre una parte del Estado, y
reacciona virulentamente para restaurar el “orden natural de las
cosas”; y en este proceso restaurador el Estado como cuerpo e
instrumento de opresión, muestra toda su esencia y naturaleza finalmente a
través del proceso de control de armas, con allanamientos y muertes,
y en su ejercicio cúspide a través del mismo golpe de Estado y la
feroz represión posterior; para que hablar de la transformación
social, económica y política a la cual seríamos sometidos.
Segunda Parte: El Yunque y elmartillo, dos tácticas de la Burguesía Chilena para la toma del poder
Cuarta Parte: La ilusión reformista y las insuficiencias de la izquierda revolucionaria
Cuarta Parte: La ilusión reformista y las insuficiencias de la izquierda revolucionaria
Aquiles Torres
0 comentarios:
Publicar un comentario